¿DÓNDE ESTÁS?

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Pasaron horas y Draco seguía sin aparecer, pero esta vez Anna no iba a rendirse. No tras saber que Draco estaba ahí, muy cerca de ella.

Anna decidió entonces ir a casa de los Weasley en un intento inesperado de encontrar a Draco, pensando que quizás ellos sabrían ellos. Sus caras cuando le vieron aparecer fueron un cuadro, pues ellos ya se habían rendido con la idea de que Anna algún día recuperaría su memoria, y al principio no reaccionaron, pero pronto se pusieron a buscar a Draco, pues aunque no le apreciaban lo más mínimo sabían lo que este significaba para Anna, a quien querían como a una más de la familia.

No había ni rastro de Draco.

Fue cuando empezó a amanecer el momento en el que Anna decidió ir al jardín de la mansión de Los Malfoy. ¿Cómo es que no había podido caer antes en ello? Un pequeño rincón escondido de aquella casa era su sitio, su hogar. Tenía que estar allí.

Anna fue lo más rápido que pudo, sabiendo que iba a reencontrarse con el amor de su vida, con lo único que realmente llenaba el vacío que durante tanto tiempo había estado sintiendo, con quien había rechazado horas atrás. Estaba nerviosa, muy nerviosa.

¿Y si Draco había decidido olvidarla ahora? ¿Y si después de decirle que no quería verle más había dejado de sentir por ella? ¿Y si era demasiado tarde?

"¿Dónde estás, Draco?", se preguntó Anna, hasta que lo encontró.

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