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— ¡No quiero! — gritó Paraguay, constipado, tosiendo y corriendo alrededor de la sala, esquivando todos los muebles de la habitación para esconderse debajo el mesón de la cocina.
— Mor, es por tu bien.
Colombia caminaba irritado detrás de los pasos de su paraguayo, buscándolo por toda la sala y cocina, mientras que en una mano llevaba una cuchara y en la otra un recipiente de vidrio con un líquido espeso de color vinotinto.
— ¡Mbóre! ¡Ni cagando! — espetó de nuevo el de ojos miel cambiando de escondite.
¿Qué estaba pasando? Resulta que después de efectuar su nada sencillo pero efectivo plan para hacer creer al mexicano que habían roto, su lindo ojimiel lo había invitado a pasar unos días en Villarrica.
Estaba muy feliz, olvidando por un momento que le había mentido a su mejor amigo para proteger la salud mental de su pareja. Pensó en comentarle a Paraguay todo lo sucedido con el mexicano, pero tenía miedo de que el guaraní se sintiese culpable al enterarse que su amorcito había engañado a, prácticamente, su hermano y parcero del alma.
Sin embargo, todo iba de maravilla. El de doble escudo estaba encantado recorriendo toda Villarrica junto a su chuli; era un poco incómodo tomarse de las manos o si quiera darse un abrazo sin que los locales los vieran con los ojos entrecerrados, por lo que se limitaba a halar al criollo del brazo para enseñarle los encantos de una de sus ciudades favoritas.
Veía con aprecio el pequeño brillo y la hermosa sonrisa del mayor al observar importantes edificios de su ciudad como el Palacete municipal o el Museo Maestro Fermín López. El clima resultaba bastante soleado y tranquilo por esos días, los villarriqueños eran amables y Colombia se encontraba agradecido con Paraguay y su gente.
Estaban residiendo en la casa de Guairá, una de las preciadas hijas del pelinegro.
La muchacha era muy tranquila, algo que caracterizaba a la familia paraguaya en general. Dijo que no había problema en que se quedaran los dos en su vivienda, de todos modos, Paraguay la visitaba frecuentemente y hasta tenía su propia habitación dentro de la casa.
Guairá tenía unos curiosos ojos púrpuras, un poco más parecidos a la lavanda; unos ojos dulces a primera vista que analizaban todo con desdén. Unos orbes llamativos que sabían que había algo raro entre su padre y "Don Colombia".
Igual, eran detalles que dejaba pasar los primeros dos días.
Hasta la noche que llegó de hacer las compras y los observó en una situación interesante.
Volviendo al inicio y tomando el contexto nuevamente, el dulce leoncito quiso salir con su pareja a mirar el amanecer guaireño, pero terminó siendo sorprendido por un fuerte y frio viento, acompañado de una suave pero engañosa lluvia que le heló la piel.
Y, aun así, como el terco que era, salió a las 5:30 de la mañana en short y camisilla junto al cafetero para mirar el cielo recién despejado.
Eso sí, fue un grave error.
A medida que pasaba el día, Paraguay estornudaba cada vez más. El de ojos verdes se empezó a preocupar, su amorcito tosía demasiado, se cansaba fácilmente y su nariz mantenía un tono rojizo. El guaraní insistía en que no era nada, aunque cada hora empeoraba más.
Hasta que esa noche se cansó del posible malestar y le tomó la temperatura al paraguayo.
— Paraguay, tiene 42 malparidos grados, usted tiene una fiebre ni la hijueputa y si no se toma esto se va a maluquear peor — habló más serio el colombiano, tratando de mantener su tono cariñoso para atrapar al de ojos miel.
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★⸻【🎕 ᴍɪᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀᴠᴀɴᴅᴀ 🎕】⸻ ★ 🎕 ᴄᴏʟᴏᴍʙɪᴀ x ᴘᴀʀᴀɢᴜᴀʏ🎕
Fanfic𝕻𝖔𝖗𝖖𝖚𝖊 𝖓𝖔 𝖖𝖚𝖎𝖊𝖗𝖊𝖘 𝖖𝖚𝖊𝖉𝖆𝖗𝖙𝖊 𝖑𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊, 𝖓𝖔 𝖘𝖆𝖇𝖊𝖘 𝖑𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖊𝖘𝖙𝖆́ 𝖒𝖆𝖑 𝖞 𝖑𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖊𝖘𝖙𝖆́ 𝖇𝖎𝖊𝖓. 𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖈𝖔𝖒𝖔 𝖒𝖎𝖊𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖆𝖛𝖆𝖓𝖉𝖆. Múltiples lágrimas escurrían por esos hermosos ojos...