¡Ochako cumplió sus 18 primaveras...! Y Mina decide que ella merece festejarlo de la mejor forma. Su regalo pervertido desencadenará a varias y excitantes situaciones con Bakugou.
¿Agradecerle o matarla por desatar a la bestia?
No se decidía aún...
Disclaimer: Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen; créditos correspondientes a Kōhei Horikoshi. Posible (o mucho) OoC en los personajes. Este fic contiene escenas explícitas sexuales, lenguaje fuerte, temas adultos tratados de modo detallado y escenas fuertes; se recomienda discreción.
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Su respiración entrecortada salía de sus húmedos labios y chocaba contra su antebrazo, el cual se encargaba de silenciar los jadeos y gruñidos que querían salir desde lo profundo de su garganta.
Sus mejillas, nariz y orejas estaban rojas, su corazón bombeaba con fuerza y su vientre bajo se sentía a nada de explotar.
Estaba tan excitado, tan abrumado por las sensaciones y el placer que la pequeña boca de Ochako le brindaba mientras estaba al rededor de su polla. Su traviesa lengua se deslizaba por su duro falo mientras sus manos jugaban con sus testiculos.
Mordió sus labios y hecho la cabeza hacia atrás, sosteniendo con su mano libre la nuca de su novia para alentarla a que siguiese con los deliciosos movimientos.
¿Cómo demonios habían llegado a eso? Hace media hora solo estaban lavando la vajilla de la cena y ahora Ochako estaba arrodillada frente a él mientras le chupaba la polla.
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Suspiró entrecortadamente cuando los labios de Ochako comenzaron a succionar su pezon. No era consciente de la cantidad de sensibilidad que tenía en esa zona hasta que ella se lo hizo saber con boca y lengua.
Mientras ella se entretenía besando lamiendo sus pectorales, su escurridiza mano bajo hasta el inicio de su pantalón, tratando torpemente el quitar el seguro de su cinto.
—Ochako, aquí no —le susurro al ver sus intensiones. Ahogó un jadeo cuando la mano de Ochako se pasó descaradamente sobre su bulto aún cubierto por la molesta tela de sus jeans.
—¿Por qué no, Kaachan? —preguntó en un tono falsamente inocente, aleteando sus pestañas mientras lo veía directamente a los ojos. Lo estaba puto provocando —. Hace unas noches me tocaste en medio de la sala común, con el riesgo de que nuestros compañeros nos vieran —acercó lentamente su rostro hacia el oído de su amado y no se contuvo en lamer espesamente su oreja, sonriendo con superioridad cuando lo sintió estremecer bajo su toque —. Creo que lo justo es que yo te toque a ti en un lugar como este.
