¡Ochako cumplió sus 18 primaveras...! Y Mina decide que ella merece festejarlo de la mejor forma. Su regalo pervertido desencadenará a varias y excitantes situaciones con Bakugou.
¿Agradecerle o matarla por desatar a la bestia?
No se decidía aún...
Disclaimer: Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen; créditos correspondientes a Kōhei Horikoshi. Posible (o mucho) OoC en los personajes. Este fic contiene escenas explícitas sexuales, lenguaje fuerte, temas adultos tratados de modo detallado y escenas fuertes; se recomienda discreción.
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No conforme con el último flash que había recibido en la academia, su madre se toma el atrevimiento de recibirlos con uno nada más entrar a la casa.
—¿No puedes dejar de ser tan puto molesta al menos cinco minutos? ¡Acabamos de llegar!
—¡Cierra la boca, mocoso! ¿Qué no ves lo importante que es para la familia tú primer Año Nuevo con una novia tan preciosa? ¡Deberías estar agradecido conmigo por atesorar estos momentos que pensamos jamás ibas a vivir!
Bakugou hizo un mohín con su boca y sus ojos se tornaron blancos.
—Vieja bruja... —gruño.
—¡Ochako-chan, te ves divina! —Mitsuki pasó completamente de su hijo y tomó las manos de su nuera —. No entiendo que tipo de pacto con el diablo tuvo que hacer mi atolondrado hijo para tener a una novia tan hermosa y amable como tú.
—Muchas gracias, Mitsuki-san —Ochako dio un asentimiento hacia su suegra sin borrar su dulce sonrisa, riéndose internamente por los gruñidos de su novio —. Usted también se ve muy bien hoy.
Mitsuki sonrió halagada, alegrándose internamente de que su hijo hubiese escogido tan buena pareja.
¡Ya quería ver a sus nietos!
—Gracias, cariño. Tú siempre tan linda —puso una de sus manos tras la espalda de la chica para hacerla pasar —. Puedes colgar tu saco ahí, Ochako-chan —le señaló el perchero donde Bakugou estaba colgando su propio saco.
Ochako asintió y fue ayudada por la mayor para quitárselo.
—Pasen, Masaru está revisando la cena. Hicimos pierna ahumada de cerdo, crema de nuez y de postre; pastel de chocolate.
Bakugou sonrió de medio lado cuando miró los ojos de Ochako iluminarse ante la mención del pastel. Sabía que su madre lo había hecho especialmente para Ochako. Su familia —al igual que él— no era muy aficionada a los dulces.
—Todo suena delicioso.
—¡Y lo es! Desde que nuestro Katsuki se mudó a los dormitorios hemos tenido que ingeniárnosla para que la comida nos salga igual de buena que a él, así que hemos estado aprendiendo mucho por nuestra cuenta.
—¡Ja! Estoy seguro de que no podrían superar mi cocina ni aunque tomaran clases.
—Cállate, mocoso engreído —ignoro el gruñido de su hijo y le sonrió a Ochako —. Siéntense, en un minuto los llamó.
