¡Ochako cumplió sus 18 primaveras...! Y Mina decide que ella merece festejarlo de la mejor forma. Su regalo pervertido desencadenará a varias y excitantes situaciones con Bakugou.
¿Agradecerle o matarla por desatar a la bestia?
No se decidía aún...
Disclaimer: Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen; créditos correspondientes a Kōhei Horikoshi. Posible (o mucho) OoC en los personajes. Este fic contiene escenas explícitas sexuales, lenguaje fuerte, temas adultos tratados de modo detallado y escenas fuertes; se recomienda discreción.
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Ochako soltó un suspiro cansado y observó con hartazgo a la chica pelirrosa que revoloteaba en la boutique como mariquita en campo abierto. Amaba a su amiga, era una de las mejores sin duda alguna, su confidente y a quien recurría para contarle sus desgracias y su felicidad, pero a veces, solo a veces, le exasperaba un poco lo hiperactiva que podía llegar a ser con las cosas que la entusiasmaban.
En otras circunstancias, Ochako apoyaría el ánimo energético que su amiga derrochaba, pero en ese momento y en esa situación, definitivamente no podía apoyarla debido a su ánimo actual.
—¡Quita esa cara larga! —la regaño sosteniendo en sus manos un vestido de lentejuelas —. Mañana lo verás, él lo prometio.
Ochako asintió sin ánimo, recordando el motivo de su actitud pesimista.
Había estado días sin ver a Katsuki y eso le deprimía un poco. Sabía que debía acostumbrarse, pues estaban a nada de entrar a un mundo adulto donde —citando las palabras de su novio— la vida laboral los follaria sin descanso. Sabía que los trabajos de ambos consumirían sus tiempos de calidad, y es que, estaba tan acostumbrada a verlo todos los días y a pasar horas y horas con él, que sentía esos cuatro días que habían pasado un verdadero suplicio.
Su novio estaba esforzándose, dando todo de sí al finalmente escoger la agencia donde trabajaría —finalmente, se había decidido por la de Hawks y en esos momentos estaba comenzando a trabajar ahí— y ella lo apoyaba. Respetaba el no poder verlo como quisiera porque sabía que estaba construyendo el principio de su futuro como héroe profesional para después escalar a ser el número uno. Ella sabía que lo lograría, pero así como sabía eso, también era consciente de que para llegar a serlo requeriría de sacrificios.
Sacrificios a los que ella estaba dispuesta a poner de su parte, porque lo amaba con intensidad y anhelaba más que nada verlo cumplir sus sueños, ya que sus sueños se habían convertido en los suyos inconscientemente desde que él le tuvo la confianza suficiente como para exteriorizarlos y hablar de ellos con esa maldita sonrisa que la derretía.
Él sería el número uno, y ella estaría esperándolo cada día con los brazos abiertos mientras al mismo tiempo labraba su propio camino, porque así como él tenía sus sueños, ella también los tenía.
Quería ser una gran heroína, salvar a miles de personas, traer esperanza a los corazones de los ciudadanos y ayudar a sus padres, quienes poco a poco se iban recuperando de forma exitosa en el ámbito económico.
