iban andando juntos, tomados de la mano y hablando de quien sabe qué.
Alba los veía un par de pasos detrás. Habían llegado cabizbajos y un tanto apagadillos, pues habían planeado jugar a Scrabble con su mamá en la tarde y luego intentar convencerla para que los llevase al cine.
Por cuestiones económicas, es Claudia con quien salen a pasear a sitios como el cine o de compras, pero al ver sus ojicos decepcionados mientras le contaban como se habían aguado sus planes, Alba no pudo hacer otra cosa que cumplir con sus deseos. Jugaron aquel juego de mesa que a alba le parecía un tostón, pero no diría nada, y dejó para después de la comida la sorpresa del cine, que les emocionó más aún que el plan original, pues no solían ir al cine con su mami y la idea les hizo especial ilusión.
Olivia no dejaba que el boul de palomitas de su hermano se vaciase y ocasionalmente cogía un puñado de las suyas y las ponía con las de su hermano creyendo que nadie se estaba dando cuenta. Por su puesto que su hermano lo hacía, pues uno de los recipientes contenía palomitas dulces y el otro, saladas; pero el niño no dijo nada.
Al salir decidieron ir a pie y pasear por la plaza, pues era muy temprano aún y el día estaba precioso.
aquel par tardó menos de dos minutos en encontrar a un grupo de niñas que rondaban su edad y comenzar a jugar con ellas al fútbol.
La madre se sentó en el banco más cercano y les hizo un par de fotos para enviárselas a Marina, aunque la diversión les duró poco pues las tres niñas fueron llamadas por una pareja que llevaba un coche de bebé y caras de no dar más de sí.
La menor de las niñas resopló pero se acercó a sus padres, resignada; la mayor imitó a la pequeña, pero la mediana se sentó en el suelo con los brazos cruzados y se echó a llorar.
Ander, un poco agobiado por la situación, intentaba consolar a la niña, diciéndole que seguro volverían otro día, que igual y estaban dando su peli favorita en la tele y ella se lo estaba perdiendo, y dándole ideas para jugar en su casa por si no tenía patio, como le pasaba a él.
Olivia, en cambio, visualizó a la pareja a la que él resto de las niñas se había acercado y se aproximó ella también. Al ver esto, Alba se levantó de su asiento y fue hacia donde estaban.
- ahí está, ve. Es mi mami. -señaló a la rubia que venía hacia ella.- ¡mami! ¿Puedes por favor traernos el próximo domingo a esta misma hora? Por favooooor.
- sí, cariño, pero...
- ¡voy a decirle a Nadia!- y corrió hacia la niña que miraba la situación junto a Ander.
- lamento mucho eso, no quiero poneros en un compromiso.- se disculpó la rubia.
- no, que va, sí venimos seguido. -la tranquilizó la chica que estaba haciéndole un moño en el pelo a la niña más pequeña.
- teníamos planeado venir el domingo. No sé si hemos sido nosotros los que te hemos puesto en un compromiso.- el chico mecía a un bebé de tal vez tres meses; mientras la tercera de las niñas, que debía tener unos nueve años, intentaba llamar la atención del pequeño, sin éxito.
- no, no. Los domingos siempre son de paseos. Así que...
Ander y Olivia habían llegado con la niña que faltaba.
- ¿verdad que vamos a volver el domingo, mami?
- sí, así es.
La niña se quitó las lágrimas y sonrió.
- vámonos entonces. Digan adiós, niñas.
- adiooooos-. Dijeron a coro.
- muchas gracias por ayudarnos, Olivia.
- a ti, mamá de Nadia y Isa y Anita y Dani bebé.
Se despidieron y se fueron.
-Oli, cariño. ¿Que hemos hablado de hablar con gente desconocida sin un mayor?
La niña agrandó los ojos, definitivamente se le había olvidado por completo.
- uy.
-ya.
-lo siento, mami.
- yo te lo dije- reprochó el niño por lo bajo a su hermana.
- ya, pero es que estaba... ¡NATALIA!- dijo y echó a correr.
Alba volteo rápidamente hacia donde la niña había señalado.
La chica estaba allí, efectivamente. Con un traje que le sentaba de muerte y su guitarra.
-¡tiene una guitarra!- exclamó con ilusión el niño tirando del brazo de su madre.
La morena vio a la niña y enseguida llevó la vista hacia la rubia con una sonrisa.
- ¿podemos ponerle dinero mami?- preguntó al ver que una persona lo había hecho.
Alba le dio algo de dinero para él y para que su hermano también pueda ponerlo en el estuche de la guitarra (porque sabía que querría hacerlo si veía a su hermana) y observó a la chica un par de metros de distancia.
Ropa impoluta, pelo engominado, labios rojos, postura perfecta... y estaba cantando en francés, cosa que le otorgaba una elegancia impresionante a su voz y a su ella.
No era la imagen que esperaba ver cuando alguien describía a una tía que vivía en una furgoneta y que hacía música en las calles.
De hecho, si no supiera donde vivía, la imaginaba en un piso amplio en el centro de París, estudiando música, desayunando un café, un cigarro y una manzana y cenando con vino tinto.
...
Llevaba casi hora y media tocando solamente canciones de amor, simplemente porque solo le salía cantar eso.
Se había rendido ante la idea de sonreír como una idiota cada vez que comenzaba una nueva canción. No le veía lo malo, si estaba feliz ¿por qué no demostrarlo?
Estaba perdida en la letra y los acordes, sin prestar especial atención a los transeúntes, automatizada a asentir a modo de agradecimiento cuando dejaban una moneda; cuando la cara conocida de una niña se le acercó.
¿y cómo no reconocerla? si era igual a su mami.
Buscó con la vista a la mujer a la que tanto se parecía la niña y no pudo no sonreír al verla cien por ciento en modo mami: con un peto ancho y un pañuelo atado en su cabeza. No era la primera vez que se lo veía. Todo le quedaba bien.
La rubia le sonrió con cortesía, el niño se soltó de la mano de su madre y se acercó a su hermana.
La madre mantuvo la distancia pero le regaló una mirada de ojos sonrientes.
La canción terminó y ni ella se enteró si no hasta que los aplausos de esos dos duendes de jardín y de su madre se hicieron presentes.
Se acercaron con timidez a dejar unas monedas en su estuche.
En ese momento tuvo una idea, pero dudó... planeaba dejarlo en su buzón cuanto vaya a por sus zapatillas, pero esta era una oportunidad y no podía desperdiciarla. ¿Podría confiar en esos oompa loompas?
Se agachó para hablar con los elfos por su propia voluntad por primera vez.
- vamos a dejarte dinero. -explicó la niña con una sonrisa.
- porque has cantado muy bien y tu guitarra es guay.- completó el otro.
- Joe, pues gracias. Yo tengo una misión para ti y para ti.- los señaló y echó un vistazo a la rubia que seguía esperando desde lejos.- tenéis que darle esto a su mami, pero cuando estéis en casa ¿vale? Y no podéis abrirlo vosotros. Solo su mamá
- ¿pero se lo damos a mamá o a mami?- respondió la niña.
El cerebro de Natalia cortocircuitó por un segundo, ¿qué no eran lo mismo?
Pero claro, al tener dos madres, veía coherente hacer esa diferenciación.
- a Alba.
-ah, vale. A mami, entonces.
Alba era mami.
Sonrió.
Ambos se miraron y asintieron con sonrisas cómplices.
- venga, aceptamos la misión.
Natalia les entregó un pedazo de papel doblado en cuanto partes. Y la niña lo puso en su bolsillo.
Alba comenzó a acercarse, intrigada por la conversación que podrían estar teniendo.
- vas a tener que comprarles una guitarra ¿eh?- dijo a alba disimulando.
- les ha flipado- se levantó para ponerse más cerca de la altura de la rubia.
- va a ser que sí.- rió.
- venga, voy a seguir.
- ¿mamá, podemos ir a casa que me hago pipi?- dijo la niña con las cejas fruncidas. miró a Natalia con una sonrisa malvada y continuó con su actuación.
- vale, vamos a casa.
...Fueron andando todo el camino entre secretos y risitas cómplices. Quien sabe qué tramaría aquella dupla explosiva.
Entraron en la casa y comenzaron a seguir a la rubia con sonrisitas cómplices.
- ¿que tramáis ahora?
- tenemos un regalo para ti.- dijo la niña y le tendió un folio doblado que supuso sería un dibujo.
- ¡anda! ¿Esto es para mí?
Asintieron y esperaron expectantes a que lo abriese.
Pero cuando lo hizo, no había un dibujo; había un número, parecía un número de teléfono y una nota. La letra no era la de nadie que conociera.
llámame intensa pero llámame.
Nat.
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nómada
FanfictionAlba lleva una vida tranquila y estable, un trabajo, un hijo y una hija. Natalia nunca está demasiado tiempo en el mismo sitio. Hasta ahora.