31. Blaya Noel.

1.2K 102 11
                                    

un cielo gris acompañaba el clima húmedo y frío en Madrid. Un buen analgésico para el dolor de huesos y un buen café fueron necesarios para que Natalia sea capaz de salir de la cama; afortunadamente gozaba de buena compañía que era clave para sobrellevar su clima menos favorito.

- me cago en la puta, que frío. Joder.- dijo rápido y todo junto. Blaya había dejado de prestarle atención a esa frase a la octava vez que se le escuchó repetirla.

- esta está guapa ¿a que sí? Además es pequeña.

- ya, igual sí, a ver, entremos.- se metieron en aquella tienda repleta de instrumentos musicales y salieron de allí con una bonita guitarra, con su funda y todo. Al salir encontraron una librería, la quinta en todo lo que llevaban de recorrido y la quinta en la que entraban.

- disculpe, por casualidad tiene un libro infantil. Uhm... La Oscuridad de Alba Reche.- fingió leerlo en la pantalla de su móvil.

La anciana, que se encontraba en el mostrador, frunció el ceño y lanzó una mirada a otra chica, que no aparentaba superar los veinte años. Que tecleó algo en un ordenador y negó con la cabeza.

- jo, que lastima. Mis sobrinas no dejan de pedírmelo, muchas gracias de todas formas.- se despidió y salieron del lugar.

- ¿vas a hacerlo con cada una de las librerías por las que pasemos?- preguntó Blaya, era bien sabido, tanto por ella como por su amiga, que el libro de la rubia solo podía conseguirse en una librería específica, y en una tienda online.

- ya te he dicho, a más librerías vamos, más posibilidades de que una persona sienta curiosidad y decida buscarlo.

- oye, si quieres puedes ir tirando para casa de Alba.

- ¿me estás echando, tía?

- me has dicho que quería tu ayuda para el mediodía, además, tengo que conseguir tu regalo.

Natalia negó con la cabeza.

- todo a último momento...- fingió decepción.

- ¿que dices? si seguro en el camino vas a comprar el mío.

- pffff- simuló no tener idea de lo que hablaba, con clara ironía.

Era noche buena, aunque en realidad era de día. Natalia solía pasar este día de aquí para allá, a veces con Blaya, otras sola; a veces en pamplona, otras en Murcia, muy pocas en algún otro lugar. Algunas veces pasaba el día de compras o ayudando a su madre a cocinar para toda su familia, otras se lo pasaba viajando para llegar a tiempo a su destino. Como quiera, no sentía tanta ilusión por la inminente navidad, desde los seis años. Y no era por estar esperando recibir nada en particular.

...


- cambio de color a rojo- dijo la niña.

- lo siento.- la pequeña soltó un +2 sobre la mesa, Ander soltó una carcajada y Blaya sonrió.

- la que le tiene que pedir perdón soy yo a Filiberto.- agregó otro +2, sin consideración por la edad del niño, cuyo apodo cambiaba cada vez que lo nombraba (al igual que el de la otra niña) aunque ese era el más frecuente.

- que sea a Nati - dijo soltando una carta igual y Natalia se llevó las manos a la cabeza- ¡jope, creí que os caía bien!

Marina rió soltando su ante última carta.

- ¡UNO!

la puerta principal se abrió y Alba llegó enfundada en un grueso abrigo y con una cara que no le gustó mucho a Natalia.

nómada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora