32. ¿me aconpañas a fumar?

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Como le costaba separarse de sus bebés, especialmente en fechas importantes, han pasado alguna que otra festividad juntas por el bien de sus hijos, pero en general solían evitarlo.
Sabía que estaban perfectamente bien con Claudia, había escuchado sus voces alegres a través del teléfono hacía menos de treinta minutos, y sin embargo, allí estaba: en la sala de María, con Santo mirándola con la parsimonia que lo caracterizaba y la elegancia que, a sus ojos, compartían todos los galgos.

-Albi.- Natalia se sentó a su lado. Estaba radiante, con un vestido blanco y unos taconazos que la dejaban a ella del tamaño de una lenteja.
- ¿qué te pasa?- le habló al oído y se alejó para mostrarle su sonrisa.

Hubo un repentino cambio de prioridades al verla tan cerca y morder su labio suavemente se volvió más urgente que contarle lo que la inquietaba.

- oye, oye. Que recién comienza la noche y no nos podemos escapar aún.- dijo visiblemente afectada por el simple gesto de la rubia, que soltó una carcajada y la abrazó por la cintura (simplemente porque era al único lugar al que llegaba con semejante altura)

- Claudia no ha llamado.- dijo al fin.

Natalia sonrió aliviada de que fuese solo eso. Pues hacía media hora que había hablado con sus pequeños por última vez, estaban por vestirse y Claudia prometió enviarle una foto de como iban.

- como si no conocieras a tus hijos. Ha pasado ¿que? ¿media hora?, seguro ni han comenzado a escoger el color de uñas que van a llevar.

Alba le dio la razón y tuvo que soltar una risa al imaginar a sus pequeños muy a lo suyo mientras ella se come las uñas de los nervios.

- ¡EH, VOSOTRAS! ¿vais a ayudar a poner la mesa o su trabajo es estar ahí dándose besitos?

Blaya, que estaba en la cocina, llegó al comedor de la casa de Sabela con una pila enorme de platos, las cenas en casa de Sabela siempre eran multitudinarias, todo lo contrario a las de Alba. No eran mejores ni peores, simplemente distintas. Si bien aún no llegaban sus primas, sus compañeros del trabajo ni los familiares de su novio; actuaban como si faltasen cinco para las doce. Y esto a Blaya, que prácticamente absorbía los estados de ánimo de las personas que la rodeaban, no le venía muy bien.

- ¿que te pasa con mis besitos?- preguntó Natalia. Blaya seguía cada uno de sus movimientos sin dejar de acomodar las arrugas del mantel.

- ALEJATE PUTA LOCA- exclamó al ver que Natalia volvía a aplicaré el pintalabios rojo que, intuía, le exparsiría por toda la cara.

Alba soltó una risotada cuando la chica corrió hacia la cocina como una niña asustada. Y no pudo no sucumbir ante la tentación, cuando Natalia giró a verla y tuvo un primer plano de sus labios rojo brillantes.

- mhh, sabe a gominola.

- ¿a que sí?- volvió a encajarle un beso.- y te queda genial.- la morena tomó su cara y emparejó el tinte que había pasado a los labios de la rubia con su pulgar, bajo su atenta mirada.

- vale, vamos a ayudar a esta, que sabela nos va a regañar.

...


- DIEZ, NUEVE...- Natalia se aseguró de rodearse de Alba y Blaya.- OCHO, SIETE...- Alba tomó de la mano a la más alta, compartiendo una mirada sonriente con su amiga, que solo tenía manos para calmar a su hijo peludo, que no estaba pasándola de la mejor manera.- SEIS...- Blaya contorsionaba el rostro, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no echarse a llorar antes de las uvas- CINCO, CUATRO...- Santo, el perro de María, corría en círculos al rededor de la mesa, con una pelota, sin comprender mucho la situación- TRES, DOS, UNO.

Pasó rapidísimo, entre la gente que intentaba meterse debajo de la mesa, el bebé de la prima de Sabela que despertó exactamente a las doce, Blaya que no había podido contener las lágrimas y Lolo, el perro de sabela que comenzó a aullar, porque todo el escándalo no le parecía suficiente.

Los brazos de morena fueron los primeros que buscó en cuanto comenzó la explosión de cariño entre la gente. Porque sabía que podía quedarse allí el tiempo que necesitase, quitarse su armadura, desarmarse por un rato y salir cuando estuviera lista.

- baby...- besó su cabeza rubia.

Se fundieron en un abrazo más fuerte, alba no pudo no repasar todo lo que había ocurrido este año, lo feliz que había sido y a las personas que había conocido, que no eran pocas, pero especialmente estaba la que, en aquel momento la rodeaba con sus brazos tibios, la que le permitió esconderse en su pecho un rato, y a la vez a la que vio pequeña con dos gotas negras cayendo por sus mejillas y mirándola con tanto amor que quiso volver a refugiarse en sus brazos; pero no lo hizo, porque sabía que era su turno. Se tomaron un segundo para reír al ver que ambas intercambiaban posiciones al mismo tiempo, siendo alba la que rodeaba a la morena con sus manos y la que prestó su hombro y su cuello, el cual llenó de besos pequeños y tiernos.

Marina y Blaya se abrazaban llorosas y miraron con ternura a sus hermanas, María no pudo evitar abrazar a ambas, en cuanto vio que la cosa se tornaba menos intensa y que el abrazo se inundaba de risas, Blaya y Marina se unieron y Sabela no quiso ser menos.

...


Un par de horas más tarde, la intensidad ya había desaparecido, al igual que los tacones y la ropa elegante, que fue reemplazada por vestidos de fiesta, la habitación de invitados estaba a explotar de gente y la de sabela se había convertido en un auténtico camerino.

Alba ya había hablado con sus retoños, antes de que fueran enviados a dormir por su mamá; también con su padre y con  gloria.

Natalia también había respondido a los mensajes de su familia.

Una vez todas estuvieron listas, tomaron rumbo a una discoteca, en caravana entre el auto de sabela y la furgo de Natalia.

Comenzó la noche, entre cubatas y buena música (pues María las había hecho conducir cuarenta minutos para ir a una discoteca de ambiente diminuta, donde una amiga suya pinchaba).

Natalia bien sabía que, a pesar de que Alba disfrutaba bailar y la música, las discotecas no eran precisamente lo suyo, por lo que se mantuvo pendiente (aunque no sé lo haya pedido) y a pesar de esto, también le dio su espacio, dejando que disfrutase con sus amigas y dejándose disfrutar a sí misma y acercarse cuando le apetecía (y cuando percibía incomodidad en su expresión). Eventualmente, se dejó llevar; hizo el tonto, con Blaya, Bailó con la rubia y sin ella. Se seguía sorprendiendo de lo feliz que podía hacerle el simple hecho de mover su cuerpo al ritmo de una canción. No paró de bailar hasta que sintió los brazos de Alba rodeándola por detrás, reconoció su perfume entre la multitud.

- ¿me acompañas a fumar?- le dijo al oído y enseguida se vieron saliendo de aquel lugar.

- ¡divertiros, guapas!- les gritó María que llevaba unas gafas oscuras color rojo y un sombrero fluorescente que nadie sabía de dónde había salido.

Un grupo de chicas de su edad se encontraba afuera, todas tiesas y tiritando de frío.

- ¿y si vamos a la furgo?- dijo la rubia, Natalia la siguió.

- ¿Y los cigarros?- preguntó Natalia al ver que no sacaba nada de sus bolsillos.

- ¿que? ¿no tienes?

Natalia negó.

- pues, yo tampoco.- dijo con una sonrisa pícara.

Natalia entendió.

- Bueno, ya que estamos aquí... te puedo llevar a un sitio más tranquilo.- Le devolvió la sonrisa.

¿Quien le diría a esa rubia que un año atrás estaba volviendo a casa temprano, en taxi, para ver videos de sus hijos de bebés y llorar porque se iba otro año y cada vez les veía más mayores; que estaría un año después junto a esa morena, cantando las canciones de la radio a todo pulmón mientras conducían a las cinco de la mañana?
Probablemente no se lo hubiera creído, porque ya estaba segura de que aquello no le volvería a ocurrir, y estaba bien con eso. Estaba bien con esa vida, pero si algo había aprendido del año que se fue, es que siempre se puede estar un poco mejor.



- ¿quieres café, o prefieres dormir?- preguntó Natalia culoinquieto Lacunza, que era incapaz de permanecer un rato más debajo de las mantas con la rubia haciéndole mimos en el pelo, mirando los colores borrosos del amanecer por la ventana empañada del techo.- tengo ropa más cómoda, si no quieres volver a ponerte el vestido- levantó el trozo de tela brillante del suelo que le quedaba pintado a la rubia y lo colgó en una percha.

La última vez que habían estado así en la furgoneta, todo era distinto. Un poco más tenso y adrenalínico, Alba prefería mil veces la confianza y la tranquilidad del ahora; saberse sin apuros y sentirse con la libertad de salir de debajo de las sábanas, a sabiendas de que la morena solo diría una cosa.

- Eres guapísima, Alba Reche.

últimamente comenzaba a creérselo.

le tendió los brazos y la morena se lanzó a ellos como si fueran imanes.

- gracias por haber aparcado frente a mi casa.

Natalia ahogó una risa en su cuello.

- yo mérito ninguno, ha sido esta cosa de la furgo esta de los cojones.

- pues sin esta furgo de los cojones igual y no nos habríamos conocido.

- Me parece muy bien entonces, comenzar el año aquí y así...

- ¿Oye, te digo algo

- Dime.

- Los cigarros están en mi bolso… por si los quieres.

- si yo tengo unos en la guantera, guapa.



Bueno, diría que con este se terminan por fin los capítulos temáticos pero nos queda el de cumpleaños. (Recordemos que en este fichero Natalia, Olivia y Ander cumplen años el 7 de enero)

Gracias por la paciencia y por leerme ❤️










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