¿Había mencionado que prefería un millón de veces trabajar en el turno de la mañana, que en el de por la tarde? Lo había hecho, probablemente.
Daban las doce de la noche, solo quedaban ella y Damion. Ya habían puesto el cartel de "cerrado" y a Natalia solo le quedaba esperar a que el chico terminase de cerrar el lugar para salir por la puerta trasera.
- Vamos. - indicó él y se dirigieron a la salida.
Si bien Natalia no disfrutaba del todo el segundo turno, Damion prefería que fuese la morena quien cubrirse dicho puesto, simplemente porque la casa de Natalia le quedaba de camino y para llevar a Noelia debía desviarse de su ruta. El traslado no venía en el contrato, pero le parecía descortés y tanto a él como a su esposa les daba tranquilidad dejarlas en su casa. Otra de las Razones era que Damion y Natalia tenían más temas de conversación y en general se llevaban bien.
- ¿y como es que sabes cuando parar?- preguntó curiosa, ambos tenían la vista fija en el semáforo.
- porque los colores siempre están en el mismo lugar.
- ¿pero ves todos iguales?
- sí, distintos tonos del mismo color.
- que fuerte...
- ¿giro aquí o...?
- no, sigue.- indicó, de haber doblado, habrían puesto rumbo a la casa de Alba y no a la suya.
- ¿como está Alba?- preguntó con intenciones, pues Alba llevaba sin pasar por ella cuando salía, desde hacía cuatro días.
- ella bien, pero los peques están malitos, parece que hay un virus en su escuela o Algo.
- joder, eso es una putada.- negó con la vista al frente.- en casa cuando una de las niñas se enferma, enseguida cae la otra y luego la otra. Cuando se cura la primera, por lo general me enfermo yo y para cuando me recupero, comienza África. Al final acabamos un mes entre termómetros y jarabes.
- suena horrible.
- ya, es lo que tiene las familias numerosas. Un resfrío se convierte en estas pelis apocalípticas ¿sabes?
- buah, ¿como que pelis apocalípticas?
- ¿nunca has visto una?- rió confundido
Natalia negó.
- es coña.
- no he visto muchas películas. De hecho no había visto casi ninguna hasta que conocí a Alba.
- no puede ser.
- Joe, ¿por qué no me creéis?- dijo en el tono agudo y tontín que se le ponía cuando ya tenía sueño y que a Alba le hacía mucha gracia.
- ¿te has visto alguna de Marvel? ¿O Harry Potter?
- me he leído Harry Potter.- dijo con la esperanza de que eso compensara lo demás.
- ¿pero sabes que es Marvel?
- los héroes y tal ¿no? En plan, superman...
- ¡uy! Ya, ya no sigas. Que me ha dolido.
...
-despertó temprano ese día, estaba más que nerviosa. Se probó al menos cuatro outfits distintos, ninguno le convencía; cuando no eran demasiado formales, eran demasiado desalineados o no combinaban bien con alguno de sus dos abrigos o de sus tres pares de zapatos.
Al final no es que se halla decidido, simplemente que si no salía en ese instante llegaría tarde y aquello era peor que llegar con el outfit equivocado.
A las nueve en punto llegó a la cafetería donde la chica rubia la esperaba mirando el movil.
- ¿que tal?- dijo retraída.
- ¡Natalia! ¿Qué tal? Sientate, qué no muerdo.
- sí, me siento...
- ¿como va todo?- se encontró con sus ojos azules muy parecidos a los de cierto niño que ella conocía.
- bien, todo bien... ¿y tú?
- yo muy bien, un poco cansada.- dijo mientras le hacía señas al camarero para que se acercase.- pero bueno, tú dirás.
- ¿eh?
- que para qué has querido que hablemos.
-ah, sí. Es que necesito que me des un consejo de algo...
...
- ¿a ver...? Entonces, Ander te ha pedido ayuda para que pases de contrabando un disfraz de hada para acompañar a Olivia y no irrumpir con la verosimilitud de la obra, y te ha pedido que no le cuentes a Alba ni a Claudia?
- así es. Es que piratas y hadas parece que son enemigos al principio...- dijo Natalia, encogiéndose de hombros.
- ¿y donde entro yo en todo esto?
- es... está bien si lo hago? no entiendo por qué no puedo preguntárselo a Alba y no sabía a quién preguntárselo.- mintió un poco en aquella última parte; se lo había preguntado a África y a Damion por separado, a la hermana de Blaya, a Tere, a Paula y de haber tenido más amigas madres, se los habría preguntado. Ninguna solución fue contundente; hablar con la maestra implicaría que Alba se enterase, ni hablar de preguntárselo Alba o de negarse a hacerlo... ya le había prometido al niño que le ayudaría de alguna manera.
- vale, pues... yo sí sé por qué: Alba le dirá a Claudia porque también es la madre, y créeme, no queremos que Claudia se entere.
- ¿qué tiene Claudia?
- separar entre niños y niñas,- levantó un dedo, como haciendo un recuento. - hadas para las niñas, piratas para los niños,- subió un dedo más.- no dejar que el niño se vista de hada. Ya es más que suficiente razón para tenerla a primera hora en la puerta de la escuela exigiendo hablar con la directora.
- ¿tanto así?
- las maestras de la guardería temblaban cuando la veían llegar.
Natalia tragó en seco.
- ¿entonces qué hago?
- hazlo.
- ¿lo hago?
- si el niño te lo ha pedido, es porque le importa y quiere que le ayudes.
- ¿pero está bien si lo hago?
- no creo que esté bien o mal, Natalia.- dijo en un tono más comprensivo.- pero si lo que quieres saber es si a Alba o a Claudia pueda llegar a molestarles... yo diría que no. Te has tomado el tiempo de escuchar un secreto que el niño te confió, te has tomado en serio su problema, has pedido ayuda. Cualquiera en su lugar no le habría hecho caso, pues es cosa de niños, pero tú no... hazlo, si alguna se enfada, te defiendo.- le sonrió con sinceridad por primera vez desde que se conocieron.
Natalia salió mucho más tranquila de esa cafetería y Marina, con una visión algo distinta de la macarra hippie de la furgoneta.
Tuvo que hacer la compra antes de volver a su casa. Sabía que a Alba le gustaba la sopa, no es que aquel sea su alimento favorito pero recordaba que la de su ama tampoco estaba tan mal y se le ocurrió que igual podía preparar un poco para que Alba no tuviese que cocinar. Habría de estar ocupada con dos peques enfermos.
- Natalia, cariño. ¿Que tal todo?
- hola, ama. Todo bien por aquí, bueno más o menos. Un poco malita, pero nada grave.- mintió
- ¿de verdad nada grave?- preguntó, porque ya conocía sus “nada grave”.
- sí, ni siquiera tengo fiebre; pero me estaba acordando de la sopa que preparabas cuando me ponía mala, ¿te acuerdas?
- me acuerdo que no te gustaba ni un poco.
- ya, pero luego me sentía mejor... si puedes decirme como se hace?
- ¿pero vas a hacerla tú, sintiéndote así?
- sí, es que tampoco estoy tan mal.
- vale, cariño, yo voy guiándote... ay, me gustaría que estuvieras cerca. Así podría llevarte la sopa yo misma.
- ama, pero si estás en Nueva York.
- ya... bueno, pamplona está más cerca de nueva York que Madrid.- la hizo reír.- oye, amor y como vas a ir a Murcia si aún estas barada en Madrid.
- ya he comprado los boletos- volvió a mentir.- que ahora tengo trabajo.
- ¿tienes trabajo?
- ya, como camarera.
- en donde crees que estoy haciendo la sopa? Que tengo algo así como un pisito.
- ay, hija. Cuanto me alegro. Debes estar más cómoda.
- sí. En realidad, sí.
Natalia había olvidado cuanto le encantaba tener aquellas conversaciones con su madre. Ella y su familia se habían vuelto distantes. Nunca es que haya sido tan cercana a su padre o a sus hermanos, gajes del oficio de una bailarina con largas jornadas de ensayos. Pero la relación con su madre sí que había sido especial en algún momento. Con él tiempo se deterioró. Natalia cambió y no supo cambiar su relación y la vida nómada no ayudó.
- y eso sería todo, cariño. Solo queda esperar.
- vale, gracias ama.
- no me agradezcas. Soy tu madre, para eso estoy.
- igual, gracias.
- ah, y Natalia...
- dime.
- llámame siempre que te apetezca. De verdad que no me molesta, al contrario.- fue su forma de pedirle que llame más seguido.
- vale. Te quiero.
- y yo mi niña.
Al contrario de lo que podría interpretarse, aquella conversación fue como un chute de energía. Sintió que había conectado con su madre como hacía mucho no lo hacía. A pesar de que fue sólo un simple intercambio.
Volvió a vestirse, esta vez como a ella le apetecía, y fue a ver a Alba con una pequeña olla llena de sopa envuelta en una manta para evitar quemarse.
Le había enviado un mensaje pero la rubia ni siquiera lo había visto. Natalia pensó que habría de estar ocupada atendiendo a sus niños y decidió ir de todos modos.
Una Alba despeinada y ojerosa la recibió, bastante peor de lo que Natalia imaginaba.
- hola- dijo al ver que la rubia no reaccionaba ante su llegada.
Sonrió pero enseguida tuvo que dejar la olla en el suelo de la entrada, al ver un puchero dibujándose en donde debería haber una sonrisa.
- Ey, ¿qué pasa?
La rubia estiró los brazos y se escondió en su pecho antes de romperse.
Antes que nada, perdooon. :(
Pero prometo que no es tan grave; voy a intentar tener el próximo capítulo lo antes posible.
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nómada
FanfictionAlba lleva una vida tranquila y estable, un trabajo, un hijo y una hija. Natalia nunca está demasiado tiempo en el mismo sitio. Hasta ahora.