26. frío diciembre.

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- mamiii- escuchó justo detrás de ella.
 
Abrió los ojos con pesadumbre y observó el reloj.
 
Seis de la mañana.
 
- ¿como te sientes, amor?
 
- muy terrible.- pronunció con la voz temblorosa. Junto a él, dormía su hermana, con un paño húmedo en la cabeza. Tres horas sin que bajara ni una línea de fiebre a la niña, con la pobre marina al teléfono, una de las pocas noches en las que no tenía guardia nocturna, tenía que estar dándole apoyo moral.
 
Entre el insomnio causado por su estado de hipervigilancia (que si le subía la fiebre a uno, si se ha despertado otra, le pareció escuchar un sonido en la habitación...) que resolvió finalmente, llevando a sus retoños a dormir con ella; la fiebre nocturna de la niña y el temprano despertar del niño, Alba había dormido un total de tres horas.
 
- ¿muy terrible te sientes?- preguntó con dulzura mientras buscaba el termómetro en la oscuridad.
 
- ya no quiero estar enfermo, mami.- hizo un puchero y Alba no necesitó que el termómetro se lo confirmase; estaba ardiendo.
 
- lo sé, amor. Yo tampoco quiero que lo estés.
 
- ¿vas a darme la medecina?
 
- sí, cariño. La de la fiebre. Que no esta tan fea.
 
- vale.- respondió resignado, con voz de llanto.
 
Después del segundo baño de la noche para él (el quinto para Alba), una sesión de mimos y un cuento, Ander volvió a dormirse en brazos de su madre, que también intentó dormirse, pero el móvil vibrando varias veces se lo impidió.
 
Eran varios mensajes de Claudia.

 
claudia.
 
Alba
 
Como están los niños?
 
Ya llamé a la escuela
 
Y a los profes de Judo y fútbol
 
La mamá de Alex me ha enviado la tarea de Andy
 
El padre de Pedro me enviará la de Oli en la tarde, cuando lo recoja del cole
 
No trabajo hasta la próxima semana
 
Te parece si paso por ellos en dos horas?

 
alba reche
 
Hola
 
han tenido fiebre
 
toda la noche
 
me vendría genial que los tuvieras, no puedo seguir faltando a trabajar
 
ya los preparo.

 
Dejó al pequeño en la cama con suma delicadeza, revisó ambas frentes para corroborar que no hubiera fiebre, y se dispuso a preparar sus mochilas con las cosas del cole y las medicinas. Puso también, el peluche favorito de Ander y la manta de Olivia. Dejó ambas mochilas en el suelo de la habitación y se vio atraída por la pequeña cama individual de Ander, donde estaba sentada. Tanto, que terminó apoyando la cabeza en la almohada y hubo un momento en el que juraría que se había dormido por unos minutos, despertó cuando tuvo que atender el llamado de su hija desde la habitación.
 
- buenos días, amor.
 
- ¿sigo malita?
 
- me temo que un poco.
 
- jo...- chasqueó la lengua y salió de la cama dirigiéndose al baño de Alba.
 
- ¿me haces un desayuno super rico, porfi, mami?- pidió con la voz pequeña, estirando los brazos como cuando era bebé y pedía que la levantasen.
 
Alba logró que estuviese quieta sólo mientras comía; normalmente no era problema que la niña corra y se divierta por la casa, pero cuando necesitaba que su temperatura corporal no se vuelva a disparar, sí era un factor importante.
 
Olivia no conocía lo que era un día completo en cama, no había enfermedad ni dolor que valga.
 
Ese claro, no era un problema para Ander, que sólo salía de su cama en brazos de alguien más. Aunque parecía perder la capacidad de hablar sin llorar y de quitar su pulgar de su boca (hábito que se le quitó a los dos años, y que sólo volvía en ocasiones como aquellas)
 
-Olivia, ya es momento.- dijo acercándose a ella con el jarabe, se lo había advertido diez minutos antes, luego cinco y luego dos, para que se mentalizara. Y sin embargo, en cuanto vio el envase comenzó a correr por La casa en busca de un escondite.
 
Diez minutos de diálogo repleto de paciencia por parte de la madre y llanto desesperado por parte de la hija; muchos abrazos, un par de arcadas y más jarabe en la ropa de Alba que en la boca de la niña, fueron suficientes para que la dosis esté cubierta hasta dentro de ocho horas.
 
Y para entonces ya estarían con su mamá, que en esos momentos, estaba en camino.
Pijama, zapatillas y abrigo, el strater pack de sus peques cuando van a  casa de su mamá y no hay cole.
 
Claudia llegó marcando el inmenso contraste entre su aspecto inmaculado y el de la rubia que llevaba sin ocuparse de nada relacionado a ella misma desde hacía cuatro días.
 
En cuanto estuvo sola, no se le pasó otra cosa por la cabeza que tumbarse en cualquier superficie medianamente cómoda... pero su estómago tenia otros planes y tuvo que comerse al menos una tostada.
 
Ya iba a irse a dormir cuando divisó su ordenador probablemente repleto de trabajo, que llevaba días sin siquiera ver. Solo serían unos segundos, revisaría cuanto trabajo había para organizar su día durante esos minutos que tardaría en dormirse. Llevó la flecha directamente al correo sin abrir de la editorial a la que había enviado su manuscrito. Con tanta cosa, hasta se había olvidado lo mucho que esperaba esa respuesta.
 
Sra Reche: lamento informar...
 
No necesitó más. Ya sabía lo que seguía.
 
Se levantó con una mezcla de tristeza, frustración y cansancio invadiéndola, y subió las escaleras, rumbo a su habitación. Pero otra vez, no pudo ni llegar a su cama pues el timbre anunciaba una nueva visita.
 
Resopló restregándose los ojos y se dispuso a abrir la puerta, supuso que sería Claudia que había olvidado algo, o Marina, que dijo que vendría; pero no. Ahí estaba Natalia, con una sonrisa y algo en los brazos, envuelto en una manta. Tan inmersa en sus pensamientos estaba que no le interesó mucho preguntar que era y hasta se olvidó de saludarla.
 
- hola.- dijo y Alba volvió a tierra de golpe, tal vez demasiado. Al ver a Natalia, sintió que podía dejar salir un poco de todo lo que la abrumaba, pedirle un abrazo y sentirse mejor... sin tener en cuenta que no sería capaz de medirse, y dejando caer todo el peso que tenía, tanto emocional como físico en brazos de la mas alta. cosa que notó luego de unos segundos cuando ambas se desplazaban sin ella moverse ya que ni siquiera alcanzaba tocar el suelo.
 
Cuando volvió a sí, ambas estaban en el sofá, Natalia le acariciaba el pelo y las mejillas, secándolas, de paso.
 
- ¿Oli y Andy...?- comenzó a preguntar la morena al ver que la chica se separaba de su cuerpo mínimamente.
 
- con Claudia.- se apresuró a Aclarar entre hipidos y comprendió que a la pobre no le había dado ninguna explicación de nada.
 
Vio como los ojos pardos de Natalia se paseaban por cada rincón de su cara, como buscando una respuesta pero Alba no se sentía en condiciones de responder a Nada. Le dolía demasiado la cabeza. Ni siquiera recordaba cuándo había comenzado a dolerle. Igual ayer...
 
Volvió a acurrucarse en su pecho, buscando las caricias de sus manos y comenzó a cerrar los ojos...


...

 
- Albi...- sintió el roce de sus dedos sobre su frente, quitándole el flequillo.- Albi despierta.- susurraba.
 
- mhhh... ¿que hora es?
 
- las tres.- le dijo bajito y acto seguido posó sus labios en la frente de la rubia.- hum... tienes fiebre, creo.
 
- ¿qué?- dijo incorporándose de repente con el ceño fruncido, como si fuera la peor noticia del mundo.
 
- ahora voy a por el termómetro pero creo que sí... ¿tienes una pastilla o algo?
 
- en el gabinete de mi baño.- dijo volviendo a cerrar los ojos.
 
Escuchó los pasos de Natalia alejándose, escaleras arriba y enseguida volvió a escucharla bajar.
 
 
- treinta y ocho y medio...- sentenció y alba protestó como una niña a la que no la dejan salir a jugar.
 
- y ahora esto…- dijo con cejas fruncidas y un par de lágrimas.
 
- nena...- volvió a contenerla.- ¿qué pasa?- dijo, intuyendo que no se trataba solo de cansancio.
 
- lo han rechazado...
 
- ¿que?
 
- no les ha gustado mi libro.- dijo casi sin voz.
 
- ¿¡que dices?!- pero si está increíble. ¿Qué te han dicho?
 
- no sé, no terminé de leer- sollozó.- no, no quise...
 
- vale, vale, vale... luego lo leo yo, si quieres.- le besó el pelo.-  ¿Quieres comer algo?
 
La rubia negó.
 
- vale, tómate la pastilla y si quieres te vuelves a dormir.-
 
Le hizo  caso a la morena, que le entregó la pastilla con un vaso de agua y se quedó repartiendo caricias por su cabeza cuando volvió dejar caer todo su peso sobre el sofá.
 
Despertó cuando el cielo estaba ya oscuro.
 
- ¿como te sientes?- escuchó la voz de su hermana.- me ha dicho Natalia que tenías fiebre y que no te sentías muy bien.
 
- ¿donde está?- preguntó.
 
- ha dicho que tenía que trabajar, que al salir volvía.
 
Miró a su alrededor.
 
- ¿has limpiado tu?- preguntó al fijarse por primera vez en la ausencia de ropa arrugada en rincones y manchas de jarabe en el suelo.
 
- no, que va. Habrá sido cosa de Natalia.- dijo y soltó una risa nasal.
 
- ¿qué?
 
- nada, nada... dijo que no has comido y que había sopa en la nevera. ¿Eso también ha sido cosa suya?
 
Alba asintió. Y volvió a hundir la cabeza en la almohada para permitirse sonreír si  ser vista por su hermana.
 
Marina lo notó de todas formas y negó con la cabeza, también sonriendo.
 
- voy a calentar esa sopa, entonces. Y luego te das un baño, hija mía. Que me traes un olor…

 
- Albi...-  dijo creyendo que estaba dormida.
 
Hacia mucho que había dejado de estarlo. O quizás no tanto pero sentía que llevaba horas mirando las cortinas moverse bajo la tenue luz. Todo le daba vueltas y sentía su cuerpo temblar y su piel fría, pero ella se estaba sofocando.
 
Sintió el molesto frío del termómetro bajo su brazo.
 
Era la tercera vez que Natalia se despertaba por su culpa. Marina había tenido que irse. Alba había insistido en que no era la primera vez que pasaba sola una noche de fiebre. Que mejor vaya a casa pero Natalia se negó.
 
- no ha bajado nada, Alba.- se levantó de la cama.- ahora regreso.-  salió de la habitación y volvió enseguida con un paño húmedo, el mismo que hacía menos de veinticuatro horas estaba sobre la cabeza de su hijo.
 
 
- mhh- dijo cuando la tela fría y húmeda tomó contacto con su piel.
 
- ya, ya sé.- se sentó junto a ella. Era increíble que afuera no se pueda subsistir sin varios abrigos y allí estaba ella con una escasa camiseta de tirantes y volando de fiebre.
 
- Nat.- apoyó la cabeza sobre una de sus piernas. Aún temblaba.- quédate...
 
Natalia sonrió porque creyó que se trataba de la fiebre haciendo de las suyas, pues eran las tres de la mañana, claramente no iba a irse.
 
- no quiero que te vayas- insistió.
 
- no voy a irme, Albi.
 
- voy a pasarlo fatal cuando no estés.- y entonces Natalia comprendió a qué se refería.
 
- y yo, nena.- confesó.
 
Y tuvo que respirar hondo para aliviar el dolorcito en el pecho.
 
La fiebre de la rubia fue disminuyendo y a pesar de haber expresado no tener sueño (que era entendible pues había dormido casi todo el día anterior), terminó por quedarse dormida un rato más.
 
Sin embargo Natalia no se veía capaz de parar su mente. Tanto fue, que tuvo que tomar el móvil y comenzar a escribir en notas, con lo poco que le gustaba a ella no escribir en papel.
 
Quien sabrá, si tu serás
 
Si tu serás
 
La flor más bonita
 
De este diciembre
 
Frío diciembre...
 
 

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