Capítulo 32

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ALEX

El resto de la tarde la había pasado bastante bien. Ver a Gabriela relajada, me ayudaba en cierta forma no pensar en lo que había pasado con ese mal nacido.

Mientras los demás me contaban historias de Gabriela, no podía evitar que apareciese una sonrisa en mi rostro, y tampoco podía evitar abrazar a Gabriela cuando lo notaba que se avergonzaba de lo que contaban, aunque no entiendo el por qué, porque era realmente adorable todo lo que contaban.

En este mismo momento nos estábamos dirigiéndonos a una de las playas que no quedaban demasiado lejos de la casa de los abuelos de ella. Íbamos a comer en un restaurante que había en la playa y luego si le apetecía iríamos a dar una vuelta a la playa, sé cuánto le gustaba la playa, y tengo más que claro que haría cualquier cosa para que se sienta mejor, porque a pesar de que se está haciendo la fuerte, sé que le afecta en cierto sentido.

- ¿Qué hacemos aquí?

-Venimos a cenar, como le dije a tu abuela, esto es una cita.

- ¿Y a qué se debe a esta cita?

-A que te amo con locura, ¿no es un gran motivo para que tengamos una cita?

-Obvio que lo es, pero teniendo en cuenta que cita como tal no tuvimos...

-Pues eso es lo que hay que remediar, hermosa.

-Me convence.

-Pues vamos.

Nos cogimos de la mano y fuimos hacia el restaurante. Una vez allí miramos la carta y pedimos a los pocos minutos de haber llegado. Gabriela estaba mirando para el fondo, ya que se veía la playa y obviamente, yo me quedé mirando para ella.

-De ser en otro momento me pondría nerviosa porque me estuvieses mirando tan fijamente.

-Es el efecto que tengo.

-Vaya, que modesto.

-Es la verdad, pero sabes que solo me interese el efecto que tengo en una persona.

-De no ser así tendría que preocuparme.

-Podría ser, pero estoy tan locamente enamorado de esa persona que no podría engañarla ni fijarme en nadie que no sea ella. Tiene eclipsado mi mundo.

-Y eso señores, esa es exageración la nivel extremo de mi querido prometido.

Nos echamos a reír, y a pesar de que sé que sonaba exagerado, era la verdad, la amaba más que a nada en el mundo y nadie podrá conseguir que me separe de ella.

-Te amo, Alex.

-Yo también, y no es que me moleste ni nada por el estilo ¿pero a que viene ahora?

-A que te amo, gracias por entender que no te contase lo de hace cuatro años.

-No tienes nada que agradecer, hermosa.

-Debo admitir que tenía miedo de que me dejases en cuanto te enterases.

-Yo no sería capaz de dejarte. Tú no quisiste nada con ese tipo y aunque hubieses tenido sexo con otras personas, yo te querría igual, porque eso pasó cuando no estábamos juntos y lo aceptaría. Yo siempre te amaré Gabriela.

- ¿Cres que después de comer podamos ir a pasear por la playa?

-Todo o que quiera mi reina hermosa. Ahora ¿te puedo hacer una pregunta?

- ¿Tiene algo que ver con lo de hace cuatro años?

-No, de eso hablaremos cuando tú estés lista.

El Mejor RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora