ALEX
En este momento estábamos yendo a la casa en la cual se estaban quedando sus primos y sus tíos. No tenía ni idea de lo que quería hacer la verdad, pero la seguía de todos modos. En cuanto llegamos a la puerta, Gabriela metió la lleve y entramos a la casa.
-Hermosa ¿A qué venimos?
-No iba a comer arriba ni de coña, la cocina debe apestar a eso y paso de vomitar de nuevo.
-Viéndolo así, lo entiendo.
-Además, me muero de hambre, sé que Kev siempre tiene algo de comida que me gusta por si me aparezco de la nada.
-Entonces vayamos a la cocina para que te pueda hacer algo de comer.
-Me tendré que quedar contigo para evitar que quemes la cocina.
-Me ofende que digas eso, hermosa.
-Pues no lo hagas porque tú mismo me dijiste que eras malo en la cocina.
-He mejorado al respecto.
-Y no te lo niego mi vida, pero me tendré que asegurar, es lo único que me dejas hacer.
-Y lo único que te dejaré hacer hasta que nazca nuestro hijo.
-Pues por eso tendré que distraerme con algo. Además, no me puedo perder las vistas que me deja mientras cocinas, y esa cara de concentración que pones, es muy graciosa.
- ¿Ahora te ríes de mí?
-No me rio, solo dije que es graciosa tu cara, pero la más hermosa de todas.
-Eso es imposible, para eso estás tú, mi reina.
-Sabes que no te creeré en la vida.
-Y yo no dejaré de intentar convencerte en la vida, lo sabes ¿verdad?
-Desgraciadamente lo sé, pero no te voy a quitar tus ilusiones, solo te adelanto que no conseguirás convencerme de lo contrario.
Había seguida a Gabriela hasta llegar a la cocina, y cuando estuvimos en ella, empecé a buscar algo que Gabriela comiese, por lo que acabé haciendo pasta. Mientras estaba haciendo la comida, Gabriela se levantó y empezó a buscar algo en los armarios hasta que lo encontró y se fue a sentar. No me giré para ver qué era lo que había cogido, más que nada para no quemar nada y evitar que la pasta se me pegase.
Cuando terminé de hacer la comida y me giré para verla, vi que tenía una caja de cereales y que se la estaba comiendo mientras se veía pensativa.
- ¿En qué piensas tanto, preciosa?
-En nada.
-Pues no es lo que parece.
-No es nada, en serio. ¿Podemos comer en la azotea?
-Podemos comer donde tú quieras hermosa.
-Entonces vamos.
La seguí escaleras arriba con los platos, y cuando llegamos, se sentó en el suelo en la parte que daba el sol, cosa que no estoy seguro que sea bueno para ella en este mismo momento, pero la cuestión es que la seguí viendo muy pensativa, cómo si la energía que tenía a la mañana se fuera, estaba más seria.
-Hermosa, ¿seguro que no te pasa nada?
-No, no me pasa nada, no te preocupes.
-Algo te pasa, se te nota. Cuéntame que es lo que te tiene preocupada, estoy seguro de que podré ayudarte.
-Es que no sé si estoy siendo la madre que Ana se merece, eso es todo.
No entendía a que venía en este momento esa duda. Todos teníamos claro que Gabriela es e iba una gran madre, y sobre todo que estaba siendo la madre que Ana se merece, ella mejor que nadie debería de saber que la niña estaba más que feliz de que fuese su madre.
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El Mejor Regalo
Teen FictionDespués de un mes demasiado largo para Gabriela, Alex se despierta del coma. Por una temporada las cosas estarán tranquilas y ellos serán felices esperando a que nazca su hijo, pero hay un pero como en toda historia, y en esta es que Paula, la chica...