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De pronto se quedó callado, amedrentado frente al micrófono, sin saber cómo continuar, qué decir, Cómo disculparse y atenuar el ridículo que inesperadamente se percató que estaba haciendo. La falta de concentración, incrementó su terror, pero en realidad no fue eso lo que lo hizo olvidar el poema. Fue Hope; fue haberlo descubierto sentado en la primera fila a tres metros de distancia, escuchando con gran atención; pero tampoco fue él, sino su acompañante, quién le rodeaba la espalda con un cariñoso abrazo.

Alguien del público comenzó a aplaudir y el resto de los estudiantes imitaron el gesto para salvarlo de la penosa escena.

Caminó con rapidez directo a los sanitarios queriendo desaparecer. Se encerró en un inodoro y no pudo evitar que las lágrimas de rabia se le escaparan. Recordó lo que dijo: “Dentro de unos minutos voy a recitar un poema... para ti...”  Imaginó cómo se estarían riendo Hope y su enamorado cara de conejo.

Era inútil. Él no servía para declamar, ni para conquistar a un chico. Salió del baño con gesto de amargura.

—¿Qué tienes, Taehyung?

—¡Nada! Gracias y adiós.

—Ven aquí quiero hablar contigo.

—¿Para qué, miss Hyeon? ¿Vas a consolarme? ¿A decirme que en realidad no lo hice tan mal? ¡Ahórrese la molestia!

—No, Taehyung. Voy a regañarte. ¡Te lo mereces! Así que ven conmigo y escúchame.

Asintió y se dejó tomar del brazo por la joven maestra, quién lo condujo al edificio administrativo.

Llegaron a uno de los cubiculos de asesoría.

—Toma asiento.

Se dejó caer en la silla.

—Nunca me dijiste que quería recitar. Quisiera trabajar contigo para que declames de nuevo en otra ocasión.

—Yo no declamaré nunca más. Lo hice pésimo.

—¡Claro! ¡Lo hiciste pésimo! Sobre todo porque te diste por vencido.

—¡Ya déjeme en paz!

—¡De ninguna manera! No te dejaré en paz ahora. Escúchame bien. Tú puedes llegar a ser un gran orador.

—Por favor... no sé burle de mí.

—Cuando te vi fracasar, me levanté de inmediato para ir a buscarte. Escúchame, Taehyung, alza la cara. Los seres humanos somos lo Que creemos en nuestro autoconcepto se conforma con las últimas experiencias que nos quedamos.

—¿Qué?

[...]

La maestra Hyeon le hizo prometer que seguiría preparándose para declamar en una futura oportunidad, y salió de su oficina con la extraña sensación de haber sido levantado del suelo por una mano amiga.

LOS OJOS DE MI PRÍNCIPE•[VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora