Epílogo 3/4

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Un día después de la pelea colectiva:

Se sentía pleno y confiado, cuando Hyuna le habló por teléfono. Era algo extraño.

Ella nunca lo llamaba.

–Oye, Tae. Necesito verte.

–¿Qué ocurre?

–Se trata de Jung. Está como enloqueciendo. Investigué algunas cosas y... bueno....Tiene una reunión en su casa hoy. ¿Quieres acompañarme?

Cuando colgó el teléfono se dio cuenta que su madre lo observaba.

–¿Estás bien, hijo? Te veo preocupado.

–Se trata de Hope. Tiene problemas graves y quiero visitarlo. ¿Me prestarías tu carro?

–Claro.

Manejó al domicilio de Hyuna. Después fueron juntos a la casa de Jung. Se estacionaron. Había muchos carros.

–Es ahí –dijo la pecosa. Taehyung observó algo que lo puso muy nervioso. El Datsun rojo se encontraba estacionado cerca.

–Tengo miedo.

–¿De qué?

–No lo sé.

Bajaron del coche. Caminó vigilando alrededor, preguntándose si algún día lograría volver a caminar por la calle sin temor. Hyuna tocó el timbre. Una persona conocida salió a abrir la puerta. Taehyung sintió parálisis momentánea.

– ¡Yesung!

–Hola, chaparro. ¿Vienes a pagar la revista que rompiste? Ya me platicaron.

–Vi tu carro afuera, pero no pensé...

–¿Qué hacen ustedes aquí?

–Nos invitaron –dijo Hyuna–. ¿Podemos pasar?

–Bueno. Si es así, adelante.

Avanzaron con cautela. La última vez que Taehyung vio a Yesung estaba delirando y pidiendo a gritos una cajetilla de cigarros. Ahora parecía más templado.

–Alien, yo sabía que tarde o temprano te interesarías en nuestra organización.

Namjoon salió a su encuentro. Estaba borracho.

–Hola, ¿quiénes son ustedes?

–Amigos de tu hermano.

–¡Ah! Qué bueno que pudieron venir. Pasen por favor.

El sujeto puso una mano sobre la espalda de Taehyung y estuvo a punto de caerse, arrastrándolo consigo.

–Vengan –continuó hipando–. Hay una junta de trabajo en el comedor; al rato será la fiesta, pero algunos ya nos adelantamos. ¿Gustan algo de tomar?

–No, gracias. Se sentaron en la sala.

Efectivamente, varias personas decían una especie de rezo alrededor de la mesa del comedor. Después se callaron. El dirigente habló con voz fuerte.

–Es tiempo de romper con contratos antiguos. Debemos liberarnos de toda religión y consolidar un nuevo compromiso con nuestro yo interior. Para ello necesitamos un mantra. Sólo así lograremos nuevas alternativas de poder.

Entonces los presentes reiniciaron el rezo gutural. Se sacudió la cabeza.

¿Qué era todo eso?

Miró a Hyuna con desconfianza. Recordó las palabras de Yesung:

“Hacemos ceremonias de control mental. Vivimos sin inhibiciones. Es un instituto contra los prejuicios. Aunque, claro, seguimos los consejos de un libro oriental.”

LOS OJOS DE MI PRÍNCIPE•[VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora