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C.C.S lunes 18 de septiembre de 1978

Los estudiantes se están acomodando en el patio para el homenaje a la bandera, mientras tanto he decidido sentarme en una banca de piedra y escribir.

El otro día encontré el chofer del Datsun rojo rodeado de compañeros, le rompí una de sus revistas y exigí que me dijera dónde estaba Yesung. Todavía no entiendo cómo me atreví. El bizco salió del carro. Creí que iba a golpearme, pero sólo me maldijo con sus peores palabras, tomó los pedazos de su revista, subió al coche y arrancó.

Min ho logró bajarse a tiempo. Todos se me quedaron viendo con asombro. Entonces les expliqué que Yesung había sido secuestrado por ese vendedor de pornografía y que la policía estaba tratando de localizarlo.
Creo que me gané el respeto de
Min ho y su grupo.

Algo está ocurriendo dentro de mí. Puedo sentirlo. Es el poder de la última experiencia.


Se sobresaltó al percibir la presencia de alguien parado frente a él.

—Hola...

Esta vez el bello chico estaba solo.

—Hope...

—Me da mucha risa la forma en que me nombras. Algunos compañeros han comenzado a decirme así para burlarse.

—¿burlarse?

—Sí... ¿Estás ocupado?

—Un poco.

—No quiero quitarte el tiempo. Sólo he venido a disculparme.

—¿De qué?

—He hablado mal de ti. Te he hecho quedar en ridículo con medio mundo.
Cuando me di cuenta de mi impertinencia supe que debía pedirte una disculpa.

El lo miró por varios segundos. Después dijo:

—¿Te disculpas sólo para quedar bien contigo mismo? Eso suena raro. No me pareces muy sincero.

Él se quedó de pie. De forma imprevista cambió el tema de la charla.

—¿Qué escribías?

Cerró el cuaderno.

—Nada.

—Te escuché en la ceremonia hace dos semanas. Me impresionaste —el joven se sentó junto a él.

—Todo el verano estuve ensayando.

—¿Y cómo evolucionó la herida que te hiciste en la frente? La última vez que te vi, te habías descalabrado.

Taehyung sintió calor en las mejillas como cuando se ruborizaba. Quiso explicar que no fue él quien le dio la nalgada, que cuando protestó por cuando sus compañeros hicieron lo arrojaron del coche, y que estaba muy avergonzado por el incidente.

—Evolucionó bien —contestó—, me dieron tres puntadas.

Levantó su cabello para mostrar la herida. Él observó con aire maternal.

—Te ves del todo recuperado —llevó una mano a la cara del jóven—. Estás ardiendo, ¿tienes fiebre? Tal vez debes ir al médico.

Se quedó paralizado al sentir el dorso de su mano en su mejilla. No pudo comprender el significado de la caricia. Le agradó, pero a la vez le produjo la contradictoria sensación de estar siendo manipulado. Ese chico  tenía en la mirada todo el candor de un niño y toda la sensualidad de un hombre.

—¿Y te inscribirás en el concurso de declamación? —preguntó él apartando la mano.

—Sí.

—¡Pues necesitarás practicar muchos veranos más antes de poder ganarme a mí en un concurso! Voy a darte unas clasecitas. Así que observa bien lo que voy a hacer en la ceremonia, dentro de unos minutos.

Se puso de pie y se retiró.

LOS OJOS DE MI PRÍNCIPE•[VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora