Capítulo 5

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 (Emma)

1 de Junio de 1816

Entré apresuradamente en la imponente mansión londinense del Duque de Devonshire. Ni siquiera aguardé a que el mozo de cuadra abriera la puerta del carruaje. Mi intención era localizar a Charles, el mayordomo, y pedir un carruaje de alquiler para poder ir a casa.

Dominick se retrasó en la puerta dando instrucciones. Era mi oportunidad perfecta para huir.

-¡Charles!-exclamé caminando por toda la casa.

-¡Lady Emma!-exclamó con una sonrisa, hizo una reverencia al verme- me complace encontrarla con buena salud, y permítame felicitarla por su reciente compromiso.

Le sonreí cálidamente al anciano pulcramente vestido.

- Muchas gracias por tus buenos deseos, Charles - exclamé- ¡Oh! Casi lo olvido, ¿Cómo va ese catarro?.

-Mucho mejor milady, le estoy infinitamente agradecido por enviarme esa pócima.

-Me alegra tanto haber sido de ayuda- respondí un poco impaciente. Era hora de ir al grano.

El viejo mayordomo se mantuvo a la expectativa de que le dijera lo que necesitaba.

- Querido Charles, estaría infinitamente agradecida si me hicieras el favor de conseguirme un coche de alquiler.

Su mirada se transformó de cálida a confusa y frunció el ceño.

- Milady, disculpe que interfiera en sus asuntos;  pero tenía entendido que llegaría en el carruaje de su excelencia, la duquesa viuda.

Hice una mueca.

- Hubo un ligero cambio de planes, verás no vine con su excelencia, la duquesa viuda, vine con su excelencia, el duque.

El viejo mayordomo arrugó el entrecejo.

- Temo por su seguridad, Lady Emma, los coches de alquiler no son considerados confiables y al tratarse de una joven dama, aún peor.

Abrí la boca para protestar, pero una voz ahogó mi discurso.

- Lady Emma regresó conmigo y se irá conmigo, así que no necesitará de un coche de alquiler.- exclamó una voz varonil a mis espaldas.

El rostro del anciano se iluminó al reconocer esa voz.

- ¡Su excelencia!¡Bienvenido a casa!-haciendo una reverencia.

-Gracias Charles- le dio un cálido abrazo, acercándose hasta él- Me alegra estar de vuelta.

- Mandaré a que apresuren su cena, Su Excelencia-le sonrió con disculpa- no lo esperábamos hasta dentro de un par de horas, y debe estar hambriento.

- No te preocupes, Charles- Dom contestó sonriente, mientras me tomaba del brazo- Lady Emma y yo tenemos un asunto que atender, y no deseo interrupciones de ningún tipo.

El mayordomo se enderezó y asintió solemnemente. Casi palidecí con la orden de Dominick.

-Como usted ordene, su excelencia.- hizo una reverencia-Lady Emma, con permiso.

-Estaremos en el estudio- exclamó Dom, mientras me arrastraba por el pasillo.

No paró hasta que se detuvo en el centro de la habitación y soltaba mi brazo.

- Agradecería que no me arrastraras como si fuera un saco de patatas- casi gruñí. 

- No puedes casarte- señaló Dominick, mientras se alejaba rápidamente hacia las grandes ventanas de su despacho, y me daba la espalda.

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