Capítulo 8

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(Dominick)

¿Y se supone que esto era un pequeño baile informal?

Si recordaba las palabras exactas de la invitación de Lord Fathuard..., había dado en el tino; sin embargo, esta debería ser una de las fiestas menos informales y multitudinales a las que había acudido en toda mi vida. 

Fruncí el ceño. Odiaba las muchedumbres.

La cantidad de gente que volteaba descaradamente a ver la librea de mi carruaje, era agobiante.

Aquella, era el tipo de fiestas que debía evitar por el bien de mi integridad física y emocional. Prácticamente me iba a entregar en bandeja de oro a las codiciosas madres casamenteras y a un puñado de jovencitas que se cruzarían por mi camino sin cesar, y sin una razón aparente.

Sacudí la cabeza con incredulidad. Estas decisiones cuestionaban seriamente mi inteligencia. ¿En que demonios estaba pensando al asistir?

La primera idea que validé fue que tal vez podría conseguir algo de diversión. Al ser una de las grandes fiestas de la temporada, podría encontrarme con muchos conocidos. Cerré los ojos implorando silenciosamente al cielo para localizar personas con algo de cerebro.

Por otro lado estaban las  bellas debutantes y las sensuales viudas... y también sus muchas ganas de echarme las garras encima, queriendo convertirse en mi duquesa y hacerse de un título.

Me estremecí de pánico.

¡A quién quería mentir!. Estaba aquí por Emma, no iba a permitir que cualquier hombre se la llevara de mi lado sin dar ningún tipo de pelea.

Mi plan consistía en abordarla en un lugar público para que no pudiera evitarme. Me debía más respuestas, y no estaba dispuesto a olvidar mi deuda.

Suspiré frustrado.

Mi mente tampoco cooperaba, al parecer había memorizado cada expresión, textura u olor que la rodeasen. Y  luego  estaba aquel beso. Jamás había sentido nada semejante a la posesión que me inundó cuando la tuve en mis brazos. Todo fue tan natural, que el deseo fue un acto innato y espontáneo. 

Era ciertamente alarmante que mi mundo girara a su entorno. Prácticamente estaba entregándole el control de mi ser y me arriesgaba a algo más que un corazón roto. Me aterraba dejar todo en sus manos; pero era un voto de confianza que estaba dispuesto a dar.

- Su Excelencia - murmuró mi hombre de confianza- hemos llegado.

-Gracias Sam- le di un suave apretón en el hombro-mantente alerta y si necesitas algo, sólo mándame a llamar.

-Así lo haré, Su Excelencia-asintió- No cometa imprudencias, Excelencia; este es el tipo de reuniones perfectas para los atentados -me recriminó como si fuera un niño.

Hice una mueca por la pequeña insubordinación.

-Tranquilízate.-le di una palmada amistosa y agregué- los Fathuard , son una de las muchas familias anti bonapartistas de alma y de linaje.

-Nadie duda de ellos- respondió con los ojos en blanco- son una familia leal a la corona- suspiró frustrado-  dudo de la multitud de sus invitados..

-Benedick y tú son igual de paranoicos. La abuela Helena es menos quisquillosa. -le contesté con ironía.

-No me recuerdes a tu adorable y manipuladora abuela-añadió en tono asustadizo Ben, apareciendo en escena.- Tuve suficiente con su última hazaña.

Sam se retiró discretamente.

-¿Qué pudo hacerte mi pobre y anciana abuela?-me burlé de él.

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