Acomplejada

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-¿Es todo? –pregunté cabizbaja.

-Si, solo quiero aclarar nuevamente que volví por varias cosas, pero la más importante era verte de nuevo.

-No sigas confundiéndome, ¿quieres? –la miré molesta y dolida- estoy con Hitori, pero sabes perfectamente que siempre has sido la chica con la que quiero estar, mi omega, pero en estas condiciones no podemos volver a hacer nada por lo nuestro, tienes a tu cachorra y este chico debe hacer un trabajo excelente de padre...hay muchas trabas para que el destino nos quiera juntas nuevamente, pero quizás, así como estamos sea lo mejor.

Me levanté y dejé de liberar mis feromonas, sequé mis lágrimas para darle una sonrisa, aunque fuese falsa, quería que supiera que podía estar bien con el tema. Sería distinto de ahora en adelante, no sabía cuál de las dos noticias me había impresionado más, pero sin duda dejó mi pecho doliendo. Pensé mil cosas, intenté ordenar la poca cordura que me quedaba, quería llegar a casa y llorar en mi cama, hacer como si nada hubiese pasado. Sentí un aroma a caramelo, ella lo estaba haciendo para calmarme, su olor me traía nostalgia, me encantaba, pero ahora solo producía tristeza.

-Deberíamos irnos, se ha hecho bastante tarde –quise en parte terminar con todo esto, después de este día nuestra relación sería solo laboral- tu pequeña debe estar esperándote.

-Perdóname, Ochako –vi unas solitarias lágrimas por sus mejillas, me puse a su altura para poder secarlas y darle una sonrisa- no me veas así, sé lo dolida que estás...y no sabes lo mal que me hace saber que estás con otro omega...durante estos tres años te llamaba incontables veces, te extrañaba demasiado...

-Por eso estaba tan angustiada últimamente, has sido la razón de que durmiera mal todo este tiempo –le di un pequeño golpecito en su frente a modo de regaño- no te dejaré sola, lo sabes, pero me temo que hay cosas que ya no podemos hacer, y me lamento porque extrañé mucho tus labios.

Ya no resistía el hecho de estar solo observando, así que tomé su rostro para acercarlo al mío y poder sentir sus labios nuevamente, me correspondió de inmediato y me acercó mucho más, como temiendo a que me alejara para siempre. Como siempre que nos encontrábamos de esta manera, la situación fue aumentando cada vez más, sentía como desesperadamente me pedía entrar con su lengua, no se lo negué porque lo deseaba tanto como ella. Cambié nuestras posiciones para tenerla encima y poder seguir besándola, pensaba que iba a ser la última vez que podría hacerlo, así que disfruté cada caricia, cada beso. Al separarnos por un poco de aire, grabé su expresión sonrojada y su sonrisa en mi mente, sabía que quería ir más allá, pero si algo pasaba, no iba a detenerme e iba a concretar lo que no pude hacer años atrás.

-Okay, suficiente –le acomodé unos mechones detrás de su oreja y le di un corto beso en su nariz –debemos ir a casa, si seguimos así, no te prometo que pueda controlarme.

-Nada me gustaría más, cutie-pie –volvió a por mis labios nuevamente, pero se separó casi al instante- no puedo permitir que el niño bonito se lleve toda la diversión. Por lo que has dicho, intuyo que no lo has marcado.

-Claro que no, pero admito que lo quise hacer al principio...

-¡Te odiaré si lo haces! –de la nada empezó con una rabieta que me hizo reír -¡Lo digo en serio! No te rías, a la única que debes marcar es a mí.

-Hace años lo hubiese hecho, si no te hubieses ido...ahora me temo Kitty cat, que es tarde –la abracé algo melancólica, no habían sido las palabras adecuadas, pero había sido la verdad.

Permanecimos en silencio por un rato más, ella buscaba mis labios con regularidad y yo no se lo negaba, ya había oscurecido cuando salimos del edificio de la empresa, le explicaría a Yura más tarde el por qué salí más tarde. Caminamos tomadas de la mano, me gustaba sentir su tacto, sus manos eran delicadas y suaves, a veces se me venían los recuerdos de cuando me insistía en querer pintarme las uñas, o incluso hacerme esos moños alborotados que se hacía, pero siempre pensaba que le quedaban mejor a ella. Sonreía a cada cosa que me contaba, quería hacer el ambiente más ameno a pesar de estar destrozada por dentro. Llegamos a la entrada de mi departamento y el silencio nos invadió nuevamente, no quería soltarla, porque sabía que, si lo hacía, iba a ser para siempre.

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora