Unión

1.2K 80 41
                                    

A mi parecer, había pasado mucho tiempo, me había quedado profundamente dormida, sentía mi cuerpo algo pesado, mi cabeza ya no dolía, pero, aun así, sentía un pequeño malestar. Abrí mis ojos pesadamente mientras me acomodaba en la cama, estaba desnuda y Toga no estaba conmigo, al recordar lo que había pasado me sonrojé enormemente y a la vez me preocupé, no habíamos usado protección y ella está en su época de celo, las probabilidades de que tengamos un cachorro se veían bastante altas.

-Mi padre me va a matar -susurré aun acostada, cuando abrí los ojos completamente, me topé con otros que me observaban desde el borde de la cama, estaban algo escondidos, pero, aun así, eran curiosos, unos lindos ojos dorados expectantes que me dieron un buen susto- ¡¡Kyaa!! –me incorporé sonrojada mientras cubría con la sábana mi pecho, con el movimiento sentí un ligero ardor en mi espalda, ella había sido muy salvaje, miré bien la habitación y solo la iluminaba la lámpara de noche, ya había oscurecido.

-¿Mami? –aquel pequeño ser habló de repente, era una niña, cuando se acercó un poco más a la luz, pude reconocer que era la niña que vi en el supermercado- ¿Mami?

-Hey, yo te conozco pequeña –suspiré un poco más calmada, pero, aun así, me impresioné de que la niña con una sonrisa subía por la cama y se acercaba a mí –no, no, yo solo, soy una amiga.

-¡Mami! –la niña reía mientras se acomodaba en mi regazo y me abrazaba, no estaba entendiendo que ocurría, pero estaba feliz de verla nuevamente –Mami Ochako aquí.

-¿Qué dices? –al principio no le entendí, pero vi que ella apuntó un cuadro en la mesita de noche, en él, había una foto donde aparecíamos Toga y yo hace algún tiempo, fue uno de los primeros regalos que le hice cuando empezamos a salir, el hecho de que lo tuviera me hizo sonreír- pensaba que esta foto no existía.

-Mamá ve siempre –ella lo decía porque para la rubia al parecer era algo preciado, alboroté su cabello lo que la hizo reír, pero luego su expresión cambió al sentir unos pasos.

-Sachi, ¿Dónde estás? ¡Sachii! -en dos segundos la puerta se abrió y dejó ver a una Toga bastante molesta -¡Sachi! Te dije que no podías venir aquí por ningún motivo, ¿Por qué me desobedeces?

-¿Sachi? –dije su nombre con los ojos bien abiertos, la niña reaccionó al instante al que la llamé y se aferró más a mí- esta es...es la niña que vi en el supermercado.

-Lo sé –respondió Toga algo incómoda- no fue difícil adivinarlo cuando me lo dijiste.

-Es tu cachorra –susurré con una sonrisa.

-No...es...es nuestra cachorra –dijo ella después de unos segundos y todo mi tiempo se paralizó. ¿Nuestra? ¿Había escuchado bien? La niña entre mis brazos me miró con una expresión de tristeza, ahora que recaía bien en sus facciones, claramente podía ser nuestra cachorra, su cabello era como el mío, solamente que tenía esos toques dorados, sus expresiones y apariencia de gatito eran iguales a las de Toga, incluso tenía sus colmillos que tanto me gustaban, además de unas redondas y rosadas mejillas –Ochako, necesito explicarte antes de que salgas corriendo.

-Tenemos toda la noche para hablar –volví a abrazar a la pequeña con más fuerza y sentido de protección, un par de lágrimas amenazaban con salir, ahora entendía por qué, a pesar de haberla visto solo una vez, sentí una conexión tan grande, no era solo una niña que me encontré por casualidad, era mi cachorra. Muchas preguntas se me venían a la mente, estaba tan confundida, solo podía esperar lo que Toga tenía para decirme – ¿Por qué no me lo dijiste antes?

-Hay muchas rivalidades en la sociedad –partió diciendo mientras se acomodaba en la cama con nosotras- lo debes saber muy bien, a pesar de que algunos tengan dinero o no, los omegas no seremos bien vistos a los ojos de los alphas, estos dominan todo y nos ven como recipientes para sus hijos. El caso es que, hay gente detrás que nunca quiso que nosotras nos liáramos, pero fue demasiado tarde cuando empezamos a salir. Mi padre no quiere saber nada de ti, yo...inventé una mentira para que esto funcionara –comentó avergonzada- le dije que al enterarte tú que estaba embarazada, me dejaste de inmediato, el hecho de que me enviara a Alemania fue en parte como castigo y porque allá podría tener una vida mejor, pero claramente volví.

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora