El plan

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Los días pasaron y la rubia volvió a casa de su padre, tuvo una intensa discusión con él para que la dejara venir conmigo, pero no dio su brazo a torcer, solamente pidió que Sachi volviera con ella a casa mientras se recuperaba. No tuve más opción que ceder, mi casa se sentía más vacía que de costumbre, el pequeño paso de ella por casa todavía tenía un gran eco en mi, solo escuchar su risa era suficiente para alegrar mis días.

Mi padre a regañadientes había aceptado mi carta de renuncia del trabajo, muchos de los empleados no querían que me fuera, jamás habían estado tan cómodos en la empresa donde las castas no importante y yo sabía mantener las época de celo a raya, ahora muchos temían por si llegaban a olvidar su medicina o algo parecido. Tuve que tranquilizarlos diciéndoles que les enviaría un reemplazo que estuviese a mi altura, que los cuidara, espero realmente poder encontrar a alguien que se preocupe de ellos tanto como yo. Entre tanto pensar todavía con un café a medio tomar en mi comedor, tuve una idea, no sabía si resultaría, pero podía intentar.

Me arreglé lo suficiente y fui en auto hasta la empresa donde trabajaba el señor Yoshida, su indumentaria de electrodomésticos era muy famosa últimamente, al llegar al lugar, le dije a su secretaria que venía sin una hora en particular, solo estaba esperándolo a él. Al cabo de un rato de ella avisarle, me llamó a su oficina.

-Es un agrado tenerla aquí, señorita Uraraka -él me abrazó con tanto cariño que me llenó de energía- no es común tenerla en nuestras instalaciones, ¿Ha ocurrido algo con su padre?

-No, vine por mi cuenta -sonreí- además, vengo a hablar de algo puntual.

-Usted dirá -me indicó una silla frente a su escritorio donde tomé lugar.

A medida que empezamos a hablar, el rostro del señor Yoshida iba cambiando su semblante, a uno un poco más serio y preocupado, al contarle lo de Toga se alertó un poco más, pero se relajó al decirle que estaba todo bien.

-Con todo eso es más que entendible que hayas renunciado -decía- si necesitas ayuda con algo, solo tienes que decírmelo.

-Ahora que lo menciona -tomé una postura un poco más relajada- quería presentarle esta oportunidad de trabajo a la señorita Akemi, si no es algo que interfiera en su empresa.

-Ella estará feliz de aceptarlo, se lo comunicaré una vez terminemos aquí.

-Lo otro -jugueteaba con mis manos algo nerviosa- necesito de su ayuda para algo más personal.

-¿Qué es?

-Quiero salir de Japón junto a Toga y mi cachorra, pero mi padre no debe saber nada de esto. No estuvo de acuerdo con mi renuncia, menos que deje el país.

-Será nuestro secreto -él sonrió- tengo unos contactos de una aerolínea privada, quizás pueda servirte.

-En verdad se lo agradezco.

Intercambiamos contactos y después de todo lo acordado, marché hacia la casa de Toga, no era bien recibida y lo sabía pero necesitaba verla, partiríamos lo antes posible si ella me daba su aprobación.

Al llegar a aquella mansión, fue una constante discusión con los guardias ya que tenían la orden de no dejarme entrar, no llegamos a los golpes solo porque la rubia salió y todos los guardias le tenían demasiado respeto, al solo movimiento de una de sus manos los hizo marcharse.

-Eso es poder -solté riendo, ella hizo lo mismo.

-Se toman muy enserio las órdenes de mi padre -me abrazó y dejó un corto beso en mis labios- te extrañé, cutie pie.

-Yo también Kitty -sonreí para dejar un beso en su marca, esta ya había cicatrizado del todo, era lo que más me tenía contenta- ¿Dónde está Sachi?

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora