Luz

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No pude dormir casi nada, Sachi ya se había rendido al sueño en mis brazos, solo acariciaba su cabello para intentar encontrar algo de tranquilidad, pero me era muy difícil. Terminé dejándola en el sofá cubierta con algunas mantas, me dirigí a mi escritorio para redactar unas cosas, tenía mi mente ocupada en el bienestar de la rubia, su padre no me diría nada, lo tenía asumido, solo tenía que esperar el momento para poder ir a su casa y comprobar que estaba bien, y que nuestro cachorro seguía con nosotras.

Así pasé hasta que amaneció, y tenía en mis manos aquella carta que escribí, una decisión tomada por todo lo ocurrido, y algo que debía ser para mejor. Miré a Sachi, esta todavía dormía así que con cuidado salí de mi oficina, al parecer mi aspecto no era el mejor, ya que algunos empleados que habían llegado me preguntaban si estaba bien, con una sonrisa algo ida les decía que si. ¿Cómo estar bien si mi mundo entero estaba sufriendo? Suspiré de manera pesada y fui hasta donde Yura, esta también se preocupó por mi.

-Señorita, ¿Le traigo medicina o algo? No se ve muy bien -había salido de atrás de su escritorio para abrazarme.

-Descuida, solo no dormí, no pude -me aferré a ella un momento- gracias por traer a Sachi hasta aquí, no sabes cuanto te lo agradezco.

-No es nada señorita, si ella corría peligro habría echo de todo para salvarla, lo bueno es que no llegó a esos extremos.

-Gracias, de verdad -me separé de ella un poco con una triste sonrisa, tomé sus manos y dejé la carta en ellas.

-¿Y esto? -ella me miró extrañada.

-Es mi renuncia.

Me tomó un rato poder convencerla, puesto que, yo consideraba que era lo mejor, ya para cuando terminamos el tema, fui a buscar a Sachi, la llevaría a mi casa por el momento y nos mantendríamos ahí, tenía que contactarme con el padre de Toga, quería saber como estaba todo, solo esperaba pudiese contestarme.

Mi pequeña todavía dormía, así que no se me hizo difícil poder llevarla hasta la casa, fui caminando junto a ella, estando atenta a cualquier cosa, una vez en casa entré confiándome de que podía estar ahí sin problemas, pero un aroma que conocía tan bien, rondaba por toda la casa.

-Sal de donde estés, no quiero problemas -todavía tenía a Sachi en mis brazos, pero sentía que si la dejaba me arrepentiría.

-Olvidaste que todavía tengo llaves de este lugar -Hitori salió de mi habitación y puso una expresión de ternura falsa- ¿Es tu cachorra? ¡Es tan linda!

-¿Qué quieres? -me alejé un par de pasos- está ella aquí, no quiero problemas, solo dilo y vete.

-¿Sabes lo que ocurrió con esa Omega?

-Si, y no sabes las ganas que tengo de partirte la cara.

-Baja los humos, Uraraka -dijo más serio- mis hombres se excedieron un poco, vengo a presentarte mis disculpas.

-¿Tus disculpas? ¿Por qué? ¿Por ser un mentiroso? ¿Por ser alguien que jamás me imaginé? -mi voz temblaba un poco- me mentiste todo lo que estuvimos juntos, me decepcionaste por completo.

-¿De quién es la culpa? -él se acercó un poco más- jamás me quisiste.

-No te iba a marcar para que murieras, Hitori, entiéndelo, te tenía cariño.

-No fue suficiente.

Se acercó lo suficiente para poder ver a Sachi, algo instintiva la alejé, ella se removió y de a poco fue despertando, abrió sus pequeños ojos por completo para mirarme y después a Hitori.

-¿Mami? -ella me abrazó un poco más.

-Está bien, no es nada, no te asustes -intentaba calmarla, Hitori sonreía de una manera extraña, como si quisiera soltar toda su ira en cualquier momento.

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora