Especial IV

255 15 29
                                    

Akemi

+18

Los besos de Yurako recorrían mi piel, leves jadeos y risas nerviosas escapaban de mis labios, mi fiebre disminuía considerablemente por cada roce que ella me daba, y en parte me daba miedo, no había experimentado algo así antes, pero era tan cuidadosa que cada vez la invitaba a que siguiera en su cometido.

Se levantó con algo de sudor en su cuerpo, la ropa estaba sobrando y ambas estábamos en ropa interior, creo que fue la vista más preciosa que pude tener, ella conteniéndose a más no poder mirándome desde arriba, mantenía uno de sus ojos levemente cerrado y secaba el ligero sudor de su frente con el dorso de su mano, su respiración agitada me volvía loca ¡Dios, que imagen tan perfecta!

Sonreí para atraerla hacia mí otra vez, no quería separarme, tenía una sensación de vacío si ella se alejaba, a pesar de que estuviésemos una frente a la otra. Volví a besarla queriendo más, nuestra ropa quemaba, no era necesaria, pero ella no había querido continuar, no sé si por vergüenza o por alguna otra razón.

-Esto es molesto -hice un puchero mientras tironeaba de su brasier- siento que quema.

-No podemos ir más allá, Akemi -susurró sobre mis labios- no quiero que después te arrepientas de esto.

La miré con ligero enojo, cada parte de mi ser gritaba que ella era mi destinada, no había más pruebas.

-Acuéstate -utilicé mi voz de mando como castigo, y ella sonrojada obedeció- yo debo preguntarte a ti si lo considerarías un error, una Alpha pura en celo es inevitable que marque a su destinado en la primera noche que comparten la cama, o por lo menos yo, es lo único que deseo hacer en este momento.

Había invertido nuestras posiciones y ahora yo tomaba el mando de todo, a pesar de nuestra diferencia de estatura, ahora era ella quien se sentía pequeña, jadeaba ante mis caricias mientras quitaba aquellas molestas prendas que me impedían verla en su totalidad, su piel blanca era hermosa y sentía que sus ojos resaltaban más que otras veces que habíamos compartido un momento íntimo.

-Me gustas mucho, Yurako, de verdad.

La besé nuevamente y fui bajando de a poco, desde su mentón, su cuello, lamiendo cada sector en el que prontamente dejaría mi marca, dibujé unas líneas con mis dedos sobre su clavícula que luego seguí con mis besos, ella se retorcía de placer con solamente ese tacto, uno que procuraba fuera delicado. Me concentré un poco en sus pechos, mi instinto solo quería probar cada parte de ella y sentirla más cerca, atrapé uno entre mis labios haciendo que ella soltara un pequeño grito que calló entre sus manos, luego le di la misma atención al otro y conseguí la misma reacción, sonreí ante eso y seguí bajando por su abdomen, delineaba su cintura y sus caderas, la verdad es que Yurako tenía buena forma, al ser más alta era muy esbelta, una diosa ante mis ojos.

-Akemi -dijo en un hilo de voz- hace cosquillas.

Solté una pequeña risa y seguí un poco más con mis caricias, luego bajé hasta quedar entre sus piernas, ella intentó alejarme, pero con un leve gruñido entendió que no debía interferir, más allá de mi fiebre que se había calmado, ahora dominaba en mí esa necesidad de reclamarla de todas las formas posibles. Quedé frente a la entrada de su centro humedecido y pasé mi lengua marcando el lugar como mío, ella se estremeció e intentó juntar sus piernas, pero la detuve antes de y seguí moviendo mi lengua, recorriendo toda su extensión hasta dar con su clítoris que estaba más que abultado y necesitado de atención. Con algo de malicia lo succioné provocando más espasmos en ella ¡Era emocionante! Sus feromonas hace mucho que invadían mis fosas nasales, por lo que me sentía en un éxtasis que no sabía describir.

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora