Finalmente II

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-Como te atrevas a decir otra vez que esto fue un error, yo misma te desconecto de todo.

La mirada fulminante de la rubia me dio escalofríos, levanté mis manos rindiéndome ante ella, así pudo acercarse.

No dijimos palabra, tanto ella como yo nos analizábamos después de estos dos meses, podía ver su tristeza y esperaba que ella viera la mía, ambas estábamos haciendo las cosas de una pésima manera.

Levantó su mano para tocar mi mejilla, con su dedo pulgar acarició mi labio pero por acto reflejo me aparté. Me recordaba a él.

-No soy él -dijo- yo sí soy tu Omega.

Con un gesto algo brusco, volvió mi rostro hacia ella, me dio una leve sonrisa, una que echaba mucho de menos. Se acercó y me besó, algo que esperé durante estos dos meses, le correspondí con el corazón en la mano, era todo tan extraño pero se sentía bien, tenerla nuevamente estaba haciendo la diferencia ya que me estaba empezando a sentir mejor. Nos separamos luego de un rato, sus mejillas habían adquirido otro color, ya no era solo un rostro pálido.

-¿Por qué? -susurró- ¿Sabes cómo me sentí al saber esto?

Su voz temblaba y sus ojos se humedecían.

-Te lo dije cuando hice el marcaje, moriría con tal de dejarte libre, tu marca desaparecería y no tendrías más sufrimiento.

-Ya lo sé, pero no es la forma cutie pie.

-No querías saber nada de mí -ahora mi voz temblaba- cometí un error por esta estúpida debilidad, no puedo perdonarme algo así.

Ella me abrazó con delicadeza, yo solo me aferré a su pecho y lloré con fuerza, sentí su aroma al poco rato, sus feromonas de caramelo me calmaban, me daban tranquilidad, las adoraba sobre todas las cosas. Busqué su marca, me entristeció ver leves cicatrices sobre ella además de lo enrojecida que estaba, quizás había querido quitársela.

-¿Puedo? -pregunté esperando una respuesta positiva, ella asintió solamente.

Besé su marca repetidas veces, después pasé mi lengua queriendo amortiguar todo ese dolor, Toga suspiró de alivio, debió ser muy doloroso para ella.

-No intenté borrarla -dijo como si estuviese leyendo mi pensamiento, yo seguí con mis acciones- el dolor era tanto que no podía con él, en un momento de desesperación la rasgué sin pensar y el dolor fue mucho más.

-Pronto mejorará -le di un último beso- lo siento, Himiko.

-Te perdonaré si dejas esa idea tonta de querer morir -ella me miró suplicante- no quiero separarme de ti, Ochako.

-Herí mis glándulas de feromonas -suspiré- es probable que me tome un tiempo estabilizarlas, será molesto para ti.

-¿Y eso qué? -la miré curiosa- Ochako, esto va más allá de feromonas, fueses una Beta o incluso una Omega, me hubiese enamorado de ti de todas formas.

Me sorprendí y sonrojé ante eso, ella soltó una pequeña risa para dejar leves caricias en mi cabello. Todo este tiempo había pensado que por nuestras castas, teníamos a nuestra pareja decidida, dependiendo del aroma de sus feromonas la conexión se haría al instante, pero con ella no es así, realmente si estamos destinadas, nuestra conexión es real.

La abracé nuevamente para relajarme en sus brazos, estaba exhausta, por primera vez le había tomado peso a toda la situación y dolía demasiado, aquella cirugía si bien había sido mínima estaba empezando a molestar, por primera vez tenía hambre y también ganas de dormir dos días seguidos, todo porque ella estaba aquí.

Toqué su vientre con una sonrisa, el más pequeño de nosotras estaba allí todavía, eso me reconfortaba aún más.

-¿Dónde está Sachi? -pregunté algo somnolienta mientras dejaba caricias en su vientre.

Lo que el destino quisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora