Han pasado tres semanas desde la extraña aparición de May en mi habitación y de su ataque extraño de reproches. No me la he cruzado más de dos veces en el hospital y eso que es pequeño, cualquiera diría que me está evitando. De las dos ocasiones que nos topamos, solo en una me dijo "hola" y en la otra se limitó a regalarme una sonrisa tan falsa como sus promesas. Por lo demás todo sigue igual. Lo único importante que ha sucedido durante este tiempo es que dos niños están respondiendo bien al tratamiento que estoy desarrollando con Laura, no por nada es de las mejores en su campo. A Mathew lo sigo visitando y quiero suministrarle el nuevo antibiótico, pero conociendo a May es imposible.
―Amorcito mío, abre la puerta. Hoy entramos a la misma hora y tendrás la dicha de gozar de mi compañía ―me grita Carlos afuera de la puerta de mi habitación.
―Voy, payaso ―abro la puerta para salir al estacionamiento.
Vamos llegando al auto cuando escuchamos unos chillidos que solo pueden venir de una persona.
―¡Hey! Que yo sepa los mosqueteros son tres, así que con permiso. Ni lo intentes Carlos, que la mejor amiga siempre va de copiloto, ¿o no Sam? ―dice Laura con la respiración agitada por venir corriendo.
―Claro, guapa, siempre será tu lugar ―le digo guiñándole un ojo. Y Carlos se va con fastidio para el asiento de atrás.
Antes de entrar por la puerta principal del hospital, Lau me toma la mano. Es algo que siempre hace y no sé por qué, pero ya lo extrañaba. Llevamos casi un mes en Forside y hemos estado muy poco tiempo juntos, solo coincidimos en reuniones, en las pruebas del tratamiento estoy mucho con Lau, pero no es lo mismo. Extraño a mis amigos.
Levanto la mano de Laura con la mía y le susurro: "te extrañaba manita", sé que me ha escuchado por la sonrisa que se le dibuja en su rostro. Nos dirigimos a la cafetería, porque si algo tiene bueno este hospital es la comida. Nos sentamos junto a nuestros otros dos amigos, que parecen novios de meses y no de 8 años.
―Chicos, estuve hablando ayer con Rich sobre salir a tomarnos algo hoy ―nos dice Lena cuando terminamos de sentarnos.
―No lo sé, Sam y yo necesitamos avanzar un poco más con la investigación, tenemos pendiente el muestreo de las aguas para el análisis de patógenos ―dice Lau y me mira como esperando que asiente y eso hago, miro a Lena y asiento.
―Sam, tú nos contaste una vez que tus padres al morir te dejaron una cabaña cerca de un lago, deberíamos hacer una pequeña reunión como antes, nos merecemos un descanso ―ese es Ricardo con sus brillantes ideas con tal de beber un poco de alcohol.
―¡Oh sí, es cierto! Cambio de planes, princess. Vamos a ir a conocer tu cabaña y a relajarnos, además también te extraño ―me dice Laura con cara de pícara porque sabe que no le diré que no, menos después de que me ha ayudado tanto con el tratamiento y la investigación.
―Solo porque a ti no puedo decirte que no, bueno sí puedo, pero no me harás caso, entonces está decidido ―miro a mi amiga que pone cara de satisfacción―. A las 8 en la cabaña, me iré antes para ordenar un poco y pasarles la dirección. Ahora me voy a trabajar porque alguien debe hacerlo en este hospital ―les digo mientras me levanto de la mesa riendo.
Siento una sensación extraña al imaginar que luego de más de siete años volveré a pisar esa cabaña. Allí pasé los mejores años de mi vida, tengo demasiados recuerdos, era mi lugar favorito para pasar las vacaciones, mis padres siempre invitaban a los padres de May, obvio, era mi condición para que fueran las mejores vacaciones y siempre me complacían.
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Punto de Quiebre
Teen FictionCuando Sam cree que todo en su vida se estabilizó llega el caos. Debe entender que no podemos culpar de nuestro sufrimiento a los demás porque cada quien es libre de tomar sus decisiones y nosotros somos quienes permitimos si estas nos afectan o no...