Nunca una madrugada se me había hecho tan corta, esto de estar tomando los días de trabajo, que últimamente son todos los días de la semana, nos está pasando factura, ya no tenemos 20 años, son casi 30 y ya las desveladas y la resaca se notan más.
—¿Y tú desde cuándo tomas café, si lo odias? —me pregunta Laura que tiene peor cara que yo. —Sírvele uno a esta pobre alma que lo necesita para revivir.
—Mi odio por esta cosa nunca se va a ir, pero en casos como el de hoy se toma por necesidad y no por gusto. Toma, revive y deja de ser un zombie.
—¿Cuánto tiempo nos queda antes de tener que ir a trabajar?
—En una hora no vamos, así que tomate el café, ve a ducharte y te quiero lista en 45 minutos.
—Sí, mamá. Lo que digas.
—Y por cierto, nuestro trabajo de hoy será de campo.
—¿Me vas a llevar a pasear?
—No, señorita. Iremos primero al hospital a recoger ciertas herramientas que vamos a necesitar y luego nos vamos para el Río Forside.
—Creo que necesito el baño de mi habitación —dice y pone la taza de café en la mesa para salir corriendo —. Me cuentas en el auto —me grita desde el pasillo.
Reviso mi celular a ver si tengo algún mensaje de Allison, pero no hay nada. Me siento tonta, es obvio que el retito no ha finalizado, su mensaje era de hace dos días, así que prácticamente estaba comenzando.
Termino de alistarme y me voy al estacionamiento. De camino me encuentro con Lena, que tiene cara de preocupación.
—¿Sucede algo, amiga? —le pregunto curiosa.
—No lo sé. ¿Recuerdas lo que te conté hace unos meses?
—Lo de tu... ya sabes. ¿Lo que pasó en una de nuestras épicas borracheras?
—Sí, eso —me dice aún más conmocionada.
—¿Ricardo se dio cuenta de algo?
—Ojalá fuera eso, no estaría tan preocupada. El tipo ese me llamó.
—¿Para qué? —le pregunto sorprendida—. Vamos a mi auto, recuerda que las paredes oyen.
Entramos a mi auto y por suerte Laura no ha llegado, siempre se le da mal ser puntual, y yo me molesto cada que lo hace, pero en este momento lo agradezco, porque sé que Lena necesita privacidad para poder contarme lo que sucede, además, solo yo conozco la historia de su aventura con un chico el año pasado, en una borrachera.
—Me llamó para decirme algo que me dejó sin palabras. Te juro que siento que mi vida está por acabarse.
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Punto de Quiebre
Teen FictionCuando Sam cree que todo en su vida se estabilizó llega el caos. Debe entender que no podemos culpar de nuestro sufrimiento a los demás porque cada quien es libre de tomar sus decisiones y nosotros somos quienes permitimos si estas nos afectan o no...