Capítulo 13. Narra Laura

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En todo el día he tenido la buena fortuna de no toparme con el idiota de Carlos. No quiero iniciar la jornada con una pelea, prefiero aprovechar el tiempo practicando besos con Nicole, aunque ella está lista para dar el siguiente paso, lo he percibido por sus indirectas, yo también lo quiero, pero será hasta que sea capaz de decirlo directamente y con todas sus letras: "Laura, quiero sexo contigo" antes de eso solo habrá besos y un poco de motivación que le daré a ver si se anima, digo es que se está tardando y la nueva en esto soy yo.

Por otro lado, Sam me dijo que hoy sería el día completo para tomar muestras de distintas partes del rio, pero está desaparecida no la localizo en ningún área del hospital, hasta parezco tonta con todo el kit de muestreo buscándola. Lo peor es que ni siquiera puedo llamarla porque dejé mi celular en el hotel. Ni mis correos he logrado revisar, porque soy muy lista para unas cosas, pero las contraseñas no son lo mío y por eso siempre tengo mi correo electrónico abierto desde el teléfono, si le cuento a Sam me va a matar, porque mil veces me ha dicho que use la misma para todo o que al menos la anote en algún lugar para emergencias de este tipo. Y no puedo con las ansias por saber si la junta administrativa acepto la compra del microscopio.

Voy a buscar a Sam al consultorio de May, ya que últimamente pasan tanto tiempo juntas, de seguro estará allí. Toco la puerta, no quiero encontrarme con alguna escena no apta para mí, o sea, para personas con una mentalidad tan inocente.

—¡Adelante! —Escucho la voz de May dentro.

—¿Puedo pasar? —le pregunto y abro un poco la puerta solo para que vea que soy yo.

—Claro, pasa. ¿Necesitas algo?

—Sí, estoy buscando a Sam y pensé que la encontraría acá.

—No, de hecho, hoy ni la he visto —me dice—. Pero qué bueno que te veo, quisiera preguntarte un par de cosas. ¿Será que puedo?

—Siempre y cuando no sea sobre mi vida lésbica actual, todo bien.

—No, no tengo ningún interés en tus gustos nuevos o escondidos desde tiempos antiguos —me responde y se ríe. Ya sé que lo dice por Sam y mi supuesto enamoramiento hacia ella, pero no voy a entrar en ese estúpido debate con nadie más, ya me cansó el tema.

—Entonces, pregunta lo que quieras y si está dentro de lo que me permite mi religión te lo responderé.

—¿Para ti lo que afecta a la gente del pueblo no es un virus?

—No, definitivamente no lo es. Mi intuición y mis conocimientos me dicen que no es un virus.

—¿Crees entonces que alguien lo inventó o que pudo deberse a un error?

—Eso no lo tengo claro por el momento, sin embargo, por los documentos que le entregaste a Sam ayer, en los cuales no hay ninguna firma, me hace creer que la persona que lo catalogó como virus lo hizo adrede.

—Era lo que temía. Yo no entiendo la jerga técnica en la microbiología, pero la falta de una firma si está como extraño, sobre todo en una investigación que amerita tanta rigurosidad en cada detalle.

Punto de QuiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora