Sam está por llegar, me siento nerviosa, como si fuese una cita. Pero mi cabeza está muy consciente de que no lo es. Ella y yo no podríamos tener una cita, yo quisiera que ella sienta el mismo amor que antes nos unía, porque al final tengo que aceptar que es la única persona que he amado realmente, con ella soy la May de siempre, no la que ha cometido error tras error desde que llegue a Oxford. Pero ya no puedo tenerla, ya eso no depende solo de mí, aunque me olvide de lo que pasó hace años entre nosotras y deje mi rencor atrás, ella ya no está interesada en mí, su corazón le pertenece a alguien más.
Una vez observé un cortometraje sobre lo que pasaría si te reencontrases con el amor de tu vida y qué le dirías, en su momento el corto me pareció estúpido porque si ya has hecho tu vida al lado de otra persona ya no existe el hubiera, así que ya no importa lo que te quedé dentro por esa persona; hoy puedo decir que después de la primera vez que volví a ver a Sam de frente, quisiera ser parte de ese corto y poder decirle muchas cosas, por ejemplo: que nunca pude volver a entregarle mi corazón a alguien, que con ella todo siempre es mejor, que desde que la conocí supe que nadie llegaría a significar tanto para mí como ella y que a pesar de todo lo hecho y lo dicho por las dos, siempre ha sido y siempre será el amor de mi vida. Sin embargo, no pienso decirle nada de esto, para sentirme en la capacidad y con el derecho a decirlo, tendría que ser ella quien me busque y quien quiera darnos otra oportunidad, porque sería la única forma de no sentirme como la típica ex que no la supera y le impide ser feliz con su nueva pareja.
Escucho el timbre de la puerta y voy a abrir, primero me cercioro por el hoyo de la puerta que sea Sam, y no alguna visita indeseable como la que recibí en dos ocasiones anteriores. Al comprobar que realmente es ella, me tomo mi tiempo para acomodar mi cabello y colocarme brillo en los labios, me rio de mí misma al verme hacer semejante acto de adolescente enamorada. Abro la puerta y por unos segundos no logro dejar de mirarla, lleva una blusa de vestir, maga larga, se ve que le queda grande, unos jeans causales y zapatos deportivos color blanco, a primera vista se ve desalineada, pero al observarla un poco más, ese aire de despreocupación por arreglarse bien, la hace ver más guapa de lo normal, si la vieran comprobarían lo sexy que se ve.
—¿Me vas a dejar pasar o debo quedarme afuera?
—Disculpa... pasa —Mi voz suena torpe y claro, es por no poder dejar de mirarla, hoy se ve como la Sam de antes, con ropa holgada y despeinada, imponiendo su propio estilo y eso hace aflorar más mi atracción por ella.
—¿Te pasa algo, bonita? —No entiendo por qué me sigue llamando así si en el hospital le dije que ya no lo tenía permitido. Y aunque le mencioné que era porque a Allison no le gustaría, la realidad es que prefiero que no me llame así para que mi corazón no se haga ilusiones. Ya saben por eso de que el corazón no razona y solo siente.
—¿Cuál vino trajiste? —Ignoro su pregunta—. Espero sea bueno, porque de no ser así no habrá historia.
—Traje el mejor que encontré en el pueblo y, además, conseguí uno especial —Me enseña la botella de marca patito que siempre tomamos de jóvenes y yo no puedo disimular mi estúpida sonrisa. Estas cosas con las que hacen que mi pobre corazón se confunda, sus detalles y la manía de recordar cosas juntas—. Pero no debes sentirte obligada a contarme nada, todo será a tu ritmo, bonita.
Tomo ambas botellas y mi tonta sonrisa no se va, las coloco en el refrigerador para que enfríen un poco. Hoy sí me dan ganas de beber ambas botellas para tener las agallas que necesito para decirle a mi ex mejor amiga que no la he olvidado, que como dice la canción de Enrique Iglesias: <<Pueden pasar tres mil años, pero nunca la olvidaré>>. Pensar en eso me ha dado una idea, mientras el vino enfría le pediré a Sam que cocinemos algo juntas y pondré música para pasar el rato. La primera vez me le declaré con una playlist, quizá vuelva a resultar.
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Punto de Quiebre
Novela JuvenilCuando Sam cree que todo en su vida se estabilizó llega el caos. Debe entender que no podemos culpar de nuestro sufrimiento a los demás porque cada quien es libre de tomar sus decisiones y nosotros somos quienes permitimos si estas nos afectan o no...