capítulo 41

11.1K 1.3K 51
                                    

Una de las ventajas de ser el omega oficial de su amor, era que ya no tenía porque sentirse tan apenado cuando tomaba asiento en el regazo de Jungkook o le daba piquitos en los labios.

Con los días, Jimin también desarrolló un gusto culposo por sonreír ante las malas miradas de otras omegas, quienes no ocultaban lo mal que les sentó saber que el alfa ya estaba en pareja.

El pequeño sonrió, acurrucándose contra el pecho de su alfa y tratando de reprimir las enormes ganas de sacarle la lengua a las demás.

Ah. Amaba molestarlas.

—¿Mi bebé necesita mimitos?

—Síp —aceptó, besando el pecho cubierto.

Su omega se removió, feliz del contacto ajeno.

—¿O es solo que eres travieso?

Un pucherito se formó en sus regordetes labios, siendo atrapado en pleno acto.

La risa ronca que escapó de los labios del mayor, sonó a la mejor melodía, la más bonita y la única que necesitaba en su calientita vida.

—N-no soy travieso, e-es que.. uh, no me gusta que te miren.

Y aquello sonaba patético, odiaba sentirse tan atrapado y tan necesitado por asegurar que su hyung sería suyo y de nadie más.

Pensar en Jungkook con alguien mas, le rompía el corazón.

—No podemos evitar que los demás nos miren, bebé, pero eso no quiere decir que mis ojos, por ejemplo, no estén siempre en ti y sólo para ti.

Encontró la mirada de su alfa y recibió gustoso un beso en la frente, acariciando su barbilla con la punta de sus deditos chiquitos.

Jimin se acomodó de nuevo, embriagandose con su aroma, con su calor y su protección. No se sentía chiquito e inseguro a su lado.

—Y bebé... —Jungkook continuó—. ¿Me acompañarás a teñir mi cabello?

Jimin asintió, apretando la sudadera de su alfa.

No entendía el nuevo cambio, pero estaba seguro de que su Jungkookie no podría lucir más bonito de lo que ya era con sus rizitos negros.

Excepto que sí lo fue.

—¡Hyung, tu cabello es rojito! —gritó con emoción.

Jungkook carcajeó, apretando el suave cuerpo de su omega.

Después de clases, ambos se subieron al auto y emprendieron su camino al centro comercial, donde tenía una cita para teñir y cortar su cabello.

El resultado fue agradable y al parecer también lo fue para su bebé.

—Rojito como las mejillitas de mi bebé precioso. Ahora, ¿quien quiere ir por stickers?

Y demonios, la sonrisa de su omega lo valía todo.

douceur 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora