capítulo 24

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Jimin se aferró al abrazo de su alfa, mientras su aroma dulzón se intensificaba y algo se sentía un tanto mas extraño en él.

Su corazón latía frenéticamente y sus manos se tornaron frías, causando que Jungkook le meciera dentro del abrazo, mientras sus propias manos le acariciaban la espalda de arriba hacia abajo.

El alfa retuvo el aire y lo expulsó, repitiendo la acción una y otra vez, mientras rogaba que la madre de Jimin apareciera y les salvara de esa situación. Todo Jungkook se mantenía rígido, soportando los embistes de su lobo, que se volvían más y más exigentes en cuanto el celo inesperado de Jimin, les atacó.

No le podía culpar, al menos no cuando tenía una idea de lo que había disparado la situación.

—Jiminie, tu mamá estará aquí pronto y debes prometer que no llorarás cuando te separen de mí.

Jimin negó, mientras delicadas lágrimas descendían de su rostro y los dolores en su vientre se volvían más insoportables.

El aroma de Jungkook le relajaba y le hacía sentir bien, pero la necesidad de algo que todavía no entendía, le estaba volviendo loco.

—Está bien, bebé.

Jeon capturó su labio inferior con los dientes, rogando por detener todo eso. Soportando la creciente necesidad de tomar a Jimin, porque aún no... no así.

Su salida había tomado un giro inesperado cuando el celo de Jimin se adelantó abruptamente y las intenciones de un beso se habían detenido, junto a todo lo que Jungkook sabía hasta ese momento. Porque justamente así, con Jimin entre sus brazos y su aroma nublando todos sus sentidos, Jungkook tenía miedo de todo lo que pudiese dañar a su omega, incluido el mismo.

Reguló su respiración en cuanto la madre de Jimin estacionó frente a la acera en la que se encontraban parados, y escuchando los sollozos que le rompieron el corazón, se separó de su omega y depositó un beso en su frente y otro en la punta de su nariz de botón, regalando una última caricia en su regordeta mejilla e intentando sonreír ante el sticker en forma de helado.

—¡Te veré en unos días mi hermoso príncipe!

Y, cuando estuvo en la seguridad de su auto, Jungkook golpeó suavemente su pecho, riñendo contra su lobo.

Porque no había forma de que el dañara a su omega. Ni en ese día ni en ningún otro.

douceur 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora