douceur 丼 kookmin.

capítulo 22

Lee Taemin se había considerado un mujeriego, uno joven que rompía corazones porque aún era tan inexperto para saber que jugar con los sentimientos de los demás, estaba mal.

Y lo fue hasta que conoció a su pareja, con la magia de ser destinados y entender que no había forma en el mundo de que lastimara a la primera razón de su vida y esa misma que le regaló a la segunda a través de un precioso bebé que sería su orgullo, su cosita preciosa, la mas hermosa.

Jimin.

Con la llegada de su cachorro, Taemin se replanteó muchas cosas y la primera era que; no quería que le rompieran el corazón.

Entendía que el karma era real y un maldito, que todos los sentimientos que pisoteó, seguirían a su bonito cachorro para cobrar todo eso que no le pertenecía a nadie mas que al mismísimo alfa inmaduro que fue en su adolescencia y que, eventualmente, nunca podría terminar de proteger a su niño, porque la vida es mas bien así.

A su Jimin le tocaría llorar y el odiaría la situación, pero es así como deben ser las cosas... como hay que madurar.

Pero no aún. Jimin no tenía que madurar porque era un bebé que necesitaba de sus padres y bebía lechita de sabor, junto a sus galletas de miel.

—Un placer, soy Jeon Jungkook.

Taemin repitió el nombre del alfa frente a él y gruñó al sentirse ligeramente incómodo por la imagen de su cachorrito, tomando la mano del chico.

No, no, no...

—Cenar, serán solo un par de horas y...

—¡No!

—¡Sí!

Sumin le lanzó una mirada cargada de advertencias y se revolvió incómodo en su asiento. No había forma de que su omega doblegara su autoridad como alfa y jefe de familia y...

—¿Verdad que sí mi amor?

—Sí, cariño.

Demonios, su omega era tan preciosa y buena, que realmente no podía. Ni él, ni su lobo.

—No quiero tu aroma impregnado en mi cachorrito —murmuró, obteniendo un sonrojo en su bebé.

—Pero ya lo tiene —Sumin carraspeó ante la mirada estupefacta que le había dado y arregló—. Nuestro hijo tiene algo con usar la ropa de su novio, ¿no es lindo? Ay, yo hacía lo mismo contigo.

Suspirando, Taemin asintió y aferró las manos a sus rodillas, dejando que la pareja saliera apresurada, con sus manos entrelazadas y ese aroma que... Ah, demonios.

No merecía sufrir por su cachorrito enamoradizo, pero era tan sobre protector que nada le podría distraer por las horas en que su niño estaría junto al tonto alfa.

—¿Mmh? —asintió hacia el parloteo feliz de su omega.

—Te has portado muy bien y... ya que Minnie no está, tenemos la casa para nosotros solitos...

Bueno, Sumin siempre podía usar sus encantos para hacer feliz al posesivo alfa.