capítulo 29

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Jimin siempre ha sido una bolita de amor.

Y, aunque Jungkook no hubiese querido que las cosas se dieran así, también entendió que lo que es menos planeado, también resulta ser lo más prometedor.

Como parte de su cita, llevó a su omega a la pista de patinaje y fue todo sumamente recompensado al obtener un beso en la mejilla, mientras le ayudaba a entrar en la misma.

Jimin entrelazó sus pequeños dedos con los suyos y se encargó de hacerlos andar, zigzagueando a las demás parejas que lucían lo suficientemente entretenidos, como para prestar atención al semblante abochornado del alfa.

El ruido, el frío y todo lo que Jungkook sabía, se redujo a nada. Al menos lo hizo, cuando su alfa pareció detener cada una de sus dudas y arriesgarse a tomar lo que deseaba tanto e incluso más que eso.

Se trataba de su omega, del tierno chico que había correspondido a sus torpes sentimientos y le regalaba todo lo que Jungkook no creía merecer, pero que lo tomaba y lo guardaba para que nada pudiese pasarle a todos esos sentimientos que Jimin siempre depositaba para él.

Fue por esa misma razón que sin importar el ruido de la pista de hielo, Jungkook le hizo girar hasta tenerlo de frente y lo elevó en sus brazos, causando un chillido asustado y una sonrisa de su parte.

Le mantuvo así, observando los rasgos bonitos de su omega y la forma en que fruncia su boquita y apoyaba sus pequeñas manos en sus hombros, aún con él deslizándose por el hielo.

Jimin era pequeño y tan bonito que aquello lucía precioso.

—Ya, Kookie~ —susurró, apretando un poco más sus hombros.

Jungkook negó y lo apegó a su cuerpo, dejándoles lo suficientemente cerca como para que el omega obtuviera un beso esquimal y pronto, su primer beso real.

Jungkook le tomó así, sin ser planeado y sólo porque lo deseaban tanto.

Sus labios se unieron en un fino contacto que duró lo necesario y que transmitió todo lo que en ocasiones, no se podía describir con palabras, porque esas mismas no existen.

Un segundo nivel, uno más íntimo y uno que prometía que estarían siempre para el otro. De esa clase de amores que suelen ser casi irreales, por lo difícil que resulta encontrar y acoplarte a quien resulta ser el amor de tu vida y con quien quieres pasar todos y cada uno de tus días.

Como eso que compartían ambos y que a partir de ese día y de todos los siguientes, se encargarían de fortalecer.

Separándose de su beso, Jeon besó también la punta de su nariz de botón, causando cosquillitas en el vientre del omega.

—Te amo, mi pequeño príncipe. Siempre —pronunció el mayor, con la auténtica felicidad de saber que tus sentimientos son igual de correspondidos.

douceur 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora