Halia
Demonios.
Me incorporo correctamente en el mueble haciendo que, accidentalmente, la bolsa de gomitas en mi regazo cayera al suelo. Menos mal estaba casi vacía. Retiro los audífonos de mis orejas dejándolos reposar sobre mis hombros, luego pongo el control que estaba usando sobre una mesita frente a mí.
—¿Esas eran de mi reserva personal? —inquiere un poco molesto viendo la bolsa en el suelo.
—Eran —respondo nerviosa—. Tenías muchos dulces ahí, no podía dejar que se desperdiciaran —me excuso.
—¿Cómo diablos entraste aquí?
—Por la puerta, dah —bromeo para disminuir la tensión, pero él me responde con una cara de fastidio.
El chico de pijamas grises comienza a caminar por el lugar. Revisando que todo este donde va. No me robe nada, niño. Cuando se para frente a mí, tapándome la vista de la enorme pantalla de punta a punta en la pared, mi atención se centra en el objeto en sus manos.
—¿Ese es un cómic? —le pregunto curiosa.
—No —responde rápidamente ocultando el ejemplar en su espalda.
—Ya vi toda tu colección, no me engañas —menciono—. Quien diría que debajo de toda esa farsa de chico arrogante sólo eres un amante de los cómics con un cuarto secreto para jugar videojuego, nerd —bromeo.
La sorpresa en su rostro me recordó al día que lo vi por primera vez. Se creía de presumido, pero ahora, parece más un tierno niño grande con una enorme cantidad de tiras cómicas y juegos de vídeo, además de su reserva privada de dulces. Eso dice niño por todas partes. De cierto modo es adorable.
—Ah —titubea nervioso—, eso no es cierto...
—Ay, no me vengas con el típico: "eso no es mío", por favor —espeto—. He venido aquí por casi una semana, no permites que nadie venga, ni siquiera tu noviesita. Es claro que no quieres que descubran que eres como un niño adulto.
Ignorando por completo su expresión pensativa en busca de una respuesta, vuelvo a recostarme en el cómodo y acogedor sofá, tomando de nuevo el control de juego y continuando con mis desesperados intentos por acabar con el gigantesco lagarto acorazado del nivel final. Tenía tanto tiempo sin que mi niña interior saliera.
—Oye, no dije que podías quedarte —espeta tapándome la vista de la pantalla.
—Tampoco que debía irme —respondo riendome a medias y tratando de esquivar su bloqueo para ver el juego.
No sé por qué, pero molestar a las personas en lo peores momentos ha sido mi pasatiempo desde pequeña. Detestaba, y aún lo hago, que me humillen a mí o mis cercanos, por eso molestaba a los abusadores cada que se metían con nosotros, y con el tiempo el comportamiento se quedo. Ahora soy así con quien sea, con mis limites claro. Pero es un poco gracioso la expresión de fastidio de algunas personas cuando lo hago. Si que soy mala.
El enojo en su rostro comienza a aparecer. Y con razón. Pues en realidad fue un abuso de mi parte venir aquí sin permiso, pero soy curiosa.
—Al menos dejame terminar el juego. Ya es el ultimo nivel —menciono viéndolo amable. Él voltea a ver la pantalla a su espalda y luego me mira con sorpresa.
—¿Cómo llegaste tan lejos? —pregunta curioso sentándose en el otro extremo del mueble. Esa no la esperaba—. Quería terminarlo desde hace mucho, pero no tenía tiempo.
¿Ah? ¿Ahora me habla como si fuéramos buenos amigos? Creí que quería echarme. Pero, si no esta tan molesto, podría aprovechar esto para venir de nuevo. Tiene un cuarto unido a este lleno de comida chatarra, no voy a dejar ir eso. Cuando se trata de comida debo estar ahí, especialmente si son golosinas. La azúcar es mi debilidad. Sin embargo, aun estoy extrañada de su repentino cambio de humor, así que solo lo veo con sorpresa.
ESTÁS LEYENDO
¿Por Qué Me Tocó Este Idiota?
RomanceSi pensabas que conocer a un millonario era una idea asombrosa, pues tenías razón, excepto si ese millonario es Danien Hall. Ese idiota... -Oye, escuche eso. -Callate, estoy en plena presentación. Aja, como iba diciendo. Ese idiota no entiende nunca...