Capitulo 11

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Katniss caminaba de regreso a su cuarto.
    Sola.
  Después del pánico del Sr. Mellark por la desaparición de Delly… después de que Katniss le había reñido por escaparse sola en medio de lo que estaba resultando ser una noche escandalosa… después de que una pareja había sido forzada a comprometerse, nadie había notado cuando Katniss abandonó el baile de máscaras sola.
   Todavía no podía creer que Lady Mellark le hubiera insistido que regresara a la fiesta. Había llevado prácticamente a Katniss por el cuello, depositándola al cuidado de alguien, antes de buscar a la madre de Delly, quien, no tenía idea de la emoción que esperaba por ella.
   Y por eso se había quedado de pie al extremo del salón de baile como una tonta, mirando al resto de los invitados, preguntándose como ellos, no hubieran podido ser conscientes de los eventos de la noche. Parecía inconcebible que tres vidas pudieran haber cambiado tan completamente, y que el resto del mundo continuara como de costumbre.
   Era la visión más extraña. ¿Algo no debería parecer distinto? Alguien no debería acercarse a Katniss y decirle, con ojos inquisidores «Usted luce un poco alterada. ¡Ah, ya sé! Su hermano debió haber seducido a su mejor amiga».

   Nadie lo hizo, claro, y cuando Katniss miró su imagen en el espejo, estaba sorprendida de verse completamente inalterada. Un poco cansada, quizás, pero aparte de eso, se veía como la Katniss de siempre.
   Cabello rubio, no demasiado rubio. Ojos grises - azules y la misma nariz con las mismas siete pecas, incluida aquella cercana a su ojo que nadie nunca parecía notar, excepto ella.
   Se parecía a Irlanda. No sabía por qué eso le interesaba, pero siempre lo había hecho.
   Suspiró. Nunca había ido a Irlanda, y probablemente nunca lo haría. Parecía tonto que eso le molestara tan de repente, ya que nunca había querido ir a Irlanda.
   Pero si lo deseara, tendría que pedírselo a Lord Cato, ¿verdad? No era muy diferente a tener que pedirle permiso al Tío Snow para...

  Agitó la cabeza. Suficiente.
  Estaba claro que tenía que acostarse.
   Ya que había cruzado lo suficiente de la casa esa noche para saber que mientras los invitados se habían esparcido hacia la parte oeste del salón de baile, nunca se habían aventurado al ala norte, donde la familia tenía sus cuartos privados.
   Pero cuando llegó al enorme pasillo que conducía al ala norte, solo quería arrastrarse dentro de la cama, enroscarse debajo de las sábanas, cerrar los ojos y dormir, dormir, dormir.
   Eso sonaba como el cielo. Y con suerte, Delly no habría regresado todavía. O mejor aún, su madre le insistiría que permaneciera esa noche en su cuarto.
   Sí, la privacidad parecía ser extremadamente atractiva en ese momento.

   Estaba oscuro mientras caminaba, y callado, también. Después de un minuto, los ojos de Katniss se ajustaron a la oscuridad. Caminó despacio, y con una extraña clase de deliberación.
   Uno, dos…
   Nada excepcional. Frecuentemente contaba sus pasos. Y siempre en los escalones. Se había sorprendido cuando llegó a la escuela y comprendió que las demás personas no lo hacían.
   … tres, cuatro…
   La alfombra del corredor lucía monocromática bajo la luz de la luna, pero Katniss sabía que los diamantes grandes eran rojos, y los más pequeños eran dorados. Se preguntó si era posible caminar únicamente sobre los dorados.
   … cinco, seis…
  O quizás sobre los rojos. Los rojos podrían ser más fáciles.
… siete, ocho, n…
- ¡Oomph!
   Chocó en algo. O con alguien. Estaba mirando hacia abajo, y no había visto… ¿pero no debía la otra persona haberla visto a ella?
   Manos fuertes la agarraron por los brazos y la sostuvieron. Y entonces…
- ¿Lady Katniss?
   Se congeló.
- ¿Sr. Mellark?
- Esta si que es una coincidencia.

   Katniss se soltó de sus brazos cuidadosamente y dio un paso atrás. Él parecía muy grande en los cerrados confines del pasillo.
- ¿Qué está haciendo aquí? -preguntó ella.
   Él le ofreció una mueca sospechosamente tranquila.
- ¿Qué está haciendo usted aquí?
- Voy a acostarme. Este pasillo parecía ser la mejor ruta -le explicó-: dado mi estado de desacompañamiento.
   Él inclinó la cabeza. Arrugó la frente. Parpadeó.
- ¿Es esa una queja?
   Por alguna razón eso la hizo sonreír. No a sus labios, exactamente, sino a su interior, donde más importaba.
- Creo que no -contestó-, pero en realidad, no podría preocuparme.
   Él sonrió débilmente, luego señaló con su cabeza una puerta.
- Estaba en la oficina de mi hermano. Reflexionando.
- ¿Reflexionando?
- Había muchas cosas de las cuales reflexionar esta noche, ¿no le parece?
- Sí. -Echó un vistazo alrededor del pasillo. Solo en el caso de que hubiera alguien más-. En realidad, no debería estar aquí sola con usted.
   Él asintió solemnemente.
- Yo no querría interrumpir su práctico compromiso.
   Katniss ni siquiera había pensado en eso.
- Lo que quise decir fue, que después de lo que pasó con Delly y… Bueno, estoy segura que usted lo sabe.
- Efectivamente.
   Ella tragó saliva, luego intentó aparentar que no estaba mirando su rostro, para ver si estaba disgustado.
   Él solo parpadeó, luego se encogió de hombros, y su expresión era…
   ¿Indiferente?
   Se mordisqueó el labio. No, eso no podía ser. Debió haberlo interpretado mal. Había sido un hombre enamorado. Él se lo había dicho.
   Y de todos modos, eso no era de su incumbencia. Ni un poco.
    Bueno, excepto la parte sobre su hermano y su mejor amiga. Nadie podía decir que eso no le concernía, claramente estaba involucrada.
   Con respecto al Sr. Mellark, sin embargo… nada era de su incumbencia.

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora