Capitulo 14

733 76 3
                                    

Cuando Peeta la vio, allí en Hyde Park en su primer día de regreso a Londres, su primer pensamiento fue...

Bueno, por supuesto.

Parecía tan natural encontrarse con Katniss Everdeen en la que era literalmente su primera hora en Londres.

No sabía por qué; no había una razón lógica para que se encontraran. Pero ella había estado frecuentemente en sus pensamientos desde que se habían despedido.

Había llegado a la ciudad la noche anterior después de un viaje largo, y se había acostado inmediatamente. Cuando se despertó, el sol había salido y estaba muy brillante. Así que inmediatamente se había vestido para salir.

Peeta vivía en un apartamento de un pequeño edificio en Marylebone, y aunque sus muebles eran de segunda y simples, le gustaba mucho ese lugar. Le gustaba su independencia.

Algo tan simple como eso, salir de su casa sin que nadie le preguntara por qué o a donde (o con quien), era estupendo. Era extraño como un mero paseo podía hacerlo sentir a uno como dueño de sí mismo, pero lo hacía.

Y entonces aquí estaba. Y aquí estaba ella. Katniss Everdeen. En Hyde Park.

Estaba sentada en un banco, echándole pedazos de pan a un grupo de pájaros, y Peeta recordó ese día en el que se había tropezado con ella en la parte trasera de Aubrey Hall. Esa vez, había estado sentada en un banco también, y había lucido tan apagada. En retrospectiva, Peeta comprendió que seguramente su hermano le había dicho que su compromiso había sido arreglado.

Se preguntó por qué ella no le había dicho.

Deseó que se lo hubiera contado.

Si hubiera sabido que ella estaba comprometida, nunca la habría besado. Eso iba en contra de todos los códigos de conducta que siempre había respetado. Un caballero no debía encontrarse furtivamente con la novia de otro hombre. Si hubiera sabido la verdad, se había apartado de ella esa noche, y hubiera...

No sabía lo que habría hecho.

¿Cómo era posible que hubiera reescrito la escena en su mente innumerables veces, y nunca había pensado en llegar al punto de alejarse de ella, de no besarla? Terminar con eso antes de que se hubiera dado la oportunidad de ocurrir algo.

Pero en su lugar, él había sonreído, y le había preguntado que estaba haciendo allí, y bueno, no estaba seguro de cómo había pasado, pero lo recordaba todo. Cada detalle. La manera en la que lo miraba, la mano de ella en su brazo. Y entonces la había besado, la había besando porque...

Porque...

Demonios, no sabía por qué la había besado. Había sido ese momento. Un fabuloso e hipnotizante silencio que parecía rezumarse dentro de él y quitarle el aliento.

Katniss lo había estado mirando fijamente, explorándolo con los ojos, y entonces, de algún modo lo siguiente que supo fue que estaba besándola.

Era como si hubiera perdido todo el conocimiento de las palabras, de la racionalidad y el pensamiento. Su mente se había convertido en algo extraño. El mundo era color y sonido, calor y sensación. Era como si su mente se hubiera adueñado de todo su cuerpo.

Y ahora se preguntaba, si ella no le hubiera dicho que no, que se detuviera...

¿Lo hubiera hecho por si mismo?

¿Podría haberlo hecho?

Enderezó los hombros. Cuadró su mandíbula. Claro que lo hubiera hecho. Ella era Katniss, por el amor de Dios. Era maravillosa e increíble, de muchísimas formas, pero no era de la clase que hacía que los hombres perdieran la cabeza. Solo había sido una locura temporal y momentánea ocurrida por una extraña y desquiciante noche.

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora