Capitulo 19

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   El viernes Peeta estaba desesperado.
   Tres veces había visitado a Katniss en Everdeen House. Tres veces había sido rechazado.
   Estaba quedándose sin tiempo.
   Ellos estaban quedándose sin tiempo.
   ¡¿Qué demonios estaba pasando?! Aun cuando el tío de Katniss se hubiera negado a su petición de detener la boda, seguramente Katniss podría haber intentado avisarle.
    Lo amaba.
    Lo sabía de la misma forma en la que conocía a su propia voz, a su propio corazón. Lo sabía de la misma forma que sabía, que la tierra era redonda. Lo sabía de la misma forma que sabía, que él la amaba a ella.
    Katniss lo amaba. No le mentiría. No sobre algo así.

    Lo que significaba que algo andaba mal. No podía haber ninguna otra explicación.
    La había buscado en el parque, pero no había aparecido. Había observado su puerta, esperando poder interceptarla en su camino cuando fuera a hacer algún mandado, pero no se había aventurado a salir.
    Y después de la tercera vez que le negaron la entrada, él la vio. Solo un vislumbre a través de la ventana; ella dejó que las cortinas se cayeran rápidamente. Pero había sido suficiente. No había podido ver la expresión de su rostro, pero sabía que algo andaba mal.
   ¿Ella estaba siendo retenida contra su voluntad? ¿Había sido narcotizada? La mente de Peeta se aceleró con las posibilidades, cada una más horrible que la última.

    Y ahora era viernes por la noche. Solo faltaban doce horas para su boda. Y no se escuchaba ni un susurro -ni una habladuría- de rumor. Si había algún indicio de que la boda no se iba a celebrar, Peeta no había escuchado hablar de él. Si hubiera algo más, Johanna se lo hubiera dicho. ¡Johanna lo sabía todo!.

   Peeta, del otro lado de la calle de Everdeen House, y se apoyó contra el tronco de un árbol, mirando, solo mirando. ¿Cuál era su ventana? ¿Esa a través de la cual la había visto más temprano ese día? No se veía ninguna luz de vela, pero quizás las cortinas eran pesadas y gruesas. O quizás ya se había acostado. Era tarde.
   Y ella iba a casarse en la mañana.
  ¡ Dios santo!
   No podía permitir que ella se casara con Cato. No podía. Si había una cosa que sabía, era que él y Katniss Everdeen estaban destinados a ser marido y mujer. La suya era la cara que se suponía miraría fijamente sobre los huevos, el tocino, los salmones curados, el bacalao y las tostadas todas las mañanas.
    Un resoplido de risa hizo presión a través de su nariz, pero era esa clase de risa nerviosa y desesperada, el sonido que uno hacía cuando la única otra alternativa que quedaba era llorar.

    Miró hacia su ventana.
    La que esperaba fuera su ventana.
    No supo cuanto tiempo estuvo allí de pie. Era la primera vez que recordaba, que se sentía impotente.
   Pensó en su vida. Encantada, con seguridad. Con suficiente dinero, con una familia maravillosa, y grandes cantidades de amigos. Hasta el fiasco con Demly Cartwright, había creído firmemente en su propio juicio. Podría no ser el más disciplinado de los hombres, pero sabía que era lo correcto, y sabía que era lo que estaba mal, y sabía que su vida había transcurrido en un lienzo de felicidad y contento.
   No era melancólico. No le daban ataques de mal humor.
   Y nunca había tenido que trabajar muy duro.
   Levantó la mirada hacia la ventana.
   Había crecido satisfecho de sí mismo. Tan seguro de su final feliz que no había creído, que no podría conseguir lo que quería.

   Él le había hecho una propuesta. Ella la había aceptado. Aunque era verdad, que ya estaba prometida a Cato, y que todavía lo estaba, de hecho.
   ¿Pero no se suponía que el verdadero amor triunfaba? ¿No había sido así para todos sus hermanos y hermanas
   Pensó en su madre, cuando le había diseccionado tan hábilmente su carácter. En su mayoría ella había estado en lo correcto.
   Pero solo en su mayoría.
   Era cierto que nunca había tenido que trabajar muy duro para conseguir algo. Pero esa era solo una parte de su historia. Trabajaría con sus dedos hasta dejarlos en el mismísimo hueso si sólo…
   Si solo tuviera una razón.
   Miró fijamente a la ventana.
   Ahora tenía una razón.

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora