Capitulo 10

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  Oh, Dios Bendito, iba a caerse. Allí en el vestíbulo, entonces…
- ¡Katniss!
   !Era Peeta¡, y estaba corriendo hacia ella. Katniss cerró lo poco que había abierto de la puerta rápidamente.
   Había fallado.
  No estaba segura que fuera su hermano el que estaba ahí adentro, ya que estaba oscuro y lo único que iluminaba era la luna que brillaba a través de las ventanas,  pero en definitiva ahí había alguien.
  
- Dios mío, Kat, ¿en que estabas pensando?
   Peeta la agarró por los hombros, y Kat se apoyó en su fuerza. Quería caer sobre él y olvidar.
- Lo siento -susurró-. Lo siento.
- Este no es lugar para una mujer sola -dijo él, y su voz sonaba diferente. Ronca-. Los hombres están borrachos. Usan máscaras como licencia para... las personas no se comportan como siempre.
   Ella asintió, y finalmente lo miró. Y entonces lo vio. Solo lo vio. Su cara, que se había convertido en algo tan familiar para ella. Parecía conocer cada rasgo, desde la ligera curva de su cabello hasta la cicatriz diminuta cerca de su oreja izquierda.
   Tragó saliva. Respiró.
- Lo siento -dijo de nuevo, porque no sabía que otra cosa decir.
- Dios mío -juró él, revisando su cara con ojos urgentes-. ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Alguien…?
   Su asimiento se aflojó ligeramente mientras echaba una mirada alrededor frenéticamente.
- ¿Quién te hizo esto? -le exigió-. ¿Quién te hizo…?
- No -dijo Katniss, negando con la cabeza-. No fue nadie. Fui yo. Yo… yo quería encontrarlos. Pensé que si… bueno, yo no quería que tu… y entonces yo… llegué aquí, y yo…
  Los ojos de Peeta se movieron hacia las puertas del naranjero.
 - ¿Ellos están ahí?
- Creo que sí.  -admitió Katniss. Se sentía estúpida. Había estado frente a la puerta, y no había hecho nada. Nada.
 
  - ¡Peeta! -Lady Mellark apareció en la escena, claramente sin respiración-. ¡Lady Katniss! Por qué usted… ¿Está bien?
    Parecía tan preocupada que Katniss se preguntó como se veía ella ante sus ojos. Se sentía pálida. Se sentía pequeña e inútil. Estaba casi segura de que su hermano estaba ahí dentro, pero no había alcanzado a ver a la mujer con la que estaba.

  - Estoy bien -dijo Katniss-. Solo estoy un poco abrumada. Creo que corrí muy rápido. Fue tonto de mi parte. Lo siento.
- Cuando nos dimos la vuelta, y usted ya se había marchado… -Lady Mellark corrió para acercarse y puso un brazo alrededor de los hombros de Katniss, apartándola de Peeta, quien dejó que sus brazos cayeran a los lados.
- ¿Está segura que está bien? -preguntó ella.
    Katniss asintió con la cabeza.
 - Lo estoy. .

   Lady Mellark observó a Peeta. Él asintió. Solo una vez.
   - Muy bien -dijo Lady Mellark, sus hombros se irguieron mientras se dirigía hacia la puerta-. No pasa nada si miramos, ¿verdad?
   Katniss no dijo nada. Peeta no dijo nada.
   Lady Mellark tomó una respiración profunda y tiró de la puerta para abrirla. Katniss y Peeta inmediatamente avanzaron para asomarse adentro, pero el naranjero estaba oscuro.
   Por un momento el trío permaneció quieto, y entonces Lady Mellark avanzó y gritó:
 - ¡Lord Everdeen! ¿Está aquí?, por favor responda.
  
   El Peeta se movió dentro del cuarto, mientras revisaba si había ocupantes en el naranjero. Katniss simplemente no se movió sabía que había alguien, lo que no sabía era Delly también estaba ahí.
 - ¡Lord Everdeen! -convocó Lady Mellark nuevamente.

  En ese momento escucharon un susurro. Suave. Y lento. Como si alguien estuviera intentando esconder su presencia.
  Katniss se volvió hacia el sonido, pero nadie avanzó. Se mordió el labio.
   Miró a Lady Mellark, esperando ver lo que haría. La vizcondesa estaba mirando intensamente a su cuñado, hablando con voz queda y haciéndole señas con las manos, apuntando en dirección al ruido.
   Peeta le mostró su asentimiento, luego avanzó con pasos silenciosos, sus piernas largas cruzaron el cuarto con una velocidad impresionante, hasta…
   Katniss jadeó. Antes de que tuviera tiempo para pestañear, Peeta  brincó a través del aire, cayendo con un golpe sordo y un gruñido de:
 - ¡Te tengo!
 - Oh no. -Katniss se cubrió la boca con la mano. El Sr. Mellark tenía a alguien atrapado en el suelo, y sus manos parecían estar muy cerca de la garganta de su cautivo. ¡Y probablemente ese sujeto era su hermano!
   Necesitaba alcanzarlo antes de que el Sr. Mellark lo matara.
 - ¡Su…el…tame!
 - ¡Thresh! -gritó Katniss con un chillido. Era su voz. No podía haber ningún error.
    La figura sobre el piso del naranjero se retorcía, y entonces pudo ver su cara.
 - ¿Katniss? -parecía aturdido.
 - Oh, Thresh. -Había un mundo de desilusión en esas dos palabras.
 - ¿Dónde está ella? -exigió Peeta.
 - ¿Dónde está quien?
   Katniss se sintió enferma. Thresh estaba fingiendo su ignorancia. Ella había visto dos sombras.
 - La Srta. Cartwright. -Soltó Peeta.
- Yo no sé de que…
    El Sr. Mellark lo golpeó en el estómago callandolo.
 
- ¡Peeta! -Lady Mellark le agarró el brazo-. ¡Detente!
    Él soltó. Solo un poco.
 - Quizás ella no está aquí -dijo Katniss. Sabía que no era verdad, pero de algún modo parecía ser la mejor manera de salvar la situación-. Thresh adora las flores. Siempre lo ha hecho.
 - Es verdad -jadeó Thresh.
 - Peeta -dijo Lady Mellark-, debes soltarlo.
    Katniss se volvió para enfrentarla cuando habló, y en ese momento fue cuando la vio. Detrás de Lady Mellark.
   Rosa. Solo un destello. Escasamente visible a través de las plantas.
   Delly estaba vestida de rosa. Ese mismo tono.
   ¡Era ella! Katniss gimió interiormente y se volvió hacia Thresh. Rápidamente.
   Demasiado rápidamente. El Sr. Mellark vio como su cabeza giró alrededor.
- ¿Qué vio? -le exigió.
- Nada.
   Pero él no le creyó. Soltó a Thresh y empezó a dirigirse hacia la dirección en la que Katniss había mirado, pero Thresh rodó sobre su costado y lo agarró por los tobillos.
   Peeta cayó con un grito, y se desquitó rápidamente, sosteniendo la camisa de Thresh y dándole un tirón con bastante fuerza para raspar su cabeza a lo largo del suelo.
- ¡No! -gritó Katniss. ¡Dios Santo, iban a matarse!

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora