Capitulo 20

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Tiempo después, después de dormir, y luego más pasión, fue el momento de que Peeta partiera.
   Era lo más difícil que había hecho en la vida, y sin embargo, podía hacerlo con la alegría de su corazón porque sabía que este no era el final. Pero la hora estaba volviéndose más peligrosa. El amanecer llegaría en breve, y si bien, tenía todas las intenciones de casarse con Katniss tan pronto como pudiera, no podía hacerla pasar por la vergüenza de ser sorprendida en la cama con él, en la mañana de su boda con otro hombre.

   También tenía que considerar a Cato. Peeta no lo conocía bien, pero siempre le había parecido un tipo amable y no se merecía la humillación pública que vendría a continuación.
- Kat -susurró Peeta, tocando su mejilla con la punta de su nariz-. La mañana está cerca.
   Ella hizo un sonido soñoliento, luego giró la cabeza.
- Sí -dijo. Solo Sí.
No dijo «es todo tan injusto» o «Esto no debería ser de esta manera». Pero así era Katniss. Era pragmática, prudente y encantadoramente razonable, y la amaba por todo eso y más. Katniss no buscaba atención y dramatismo. Solo pedía estabilidad y hacer feliz a todo el mundo.
 
- Deberías venir conmigo ángel -dijo él-. Ahora. Debemos salir juntos antes que toda la casa se despierte.
- No puedo.
   Él se echó para atrás.
- No puedes quedarte.
   Ella estaba agitando la cabeza.
- Yo… debo hacer lo correcto.
   La miró inquisidoramente.
- Debo comportarme honorablemente -le explicó ella. Luego se sentó, sus dedos apretaban la ropa de cama tan herméticamente que sus nudillos se pusieron blancos. Parecía nerviosa, lo que supuso, tenía sentido. Él se sentía al filo de un nuevo amanecer, mientras que ella…
   Ella aún tenía una enorme montaña que escalar antes de alcanzar su final feliz.

   Él extendió el brazo, intentando tomar una de sus manos, pero ella no era receptiva. Y no es que estuviera alejándose de él; más bien, se sentía casi, como si ni siquiera fuera consciente de su toque.
- No puedo salir furtivamente y permitir que Lord Cato espere en la iglesia en vano -dijo ella, las palabras se apresuraron a salir, cayendo de sus labios mientras sus ojos se volvían a los de él, abiertos de par en par e implorantes.
   Pero eso solo fue por un momento.
   Luego apartó la mirada.
   Ella tragó saliva. Él no podía ver su cara, pero podía ver la forma en la que se movía.
- Seguramente puedes entender eso.

   Y él lo hacía. Era una de las cosas que más amaba de ella. Tenía un sentido tan fuerte del bien y el mal.
- Esperaré por ti -dijo él.
   Su cabeza se volvió rápidamente, y sus ojos grises azulados se abrieron como platos.
- Quizás necesites mi ayuda -dijo él suavemente.
- No, eso no será necesario. Estoy segura que puedo…
- Insisto. Esta será nuestra señal. -Levantó las manos, con los dedos unidos y la palma hacia fuera. Luego giró la muñeca, una vez, para llevar la palma hacia su cara, y luego otra vez, para volverla a su posición original-. Esperaré por ti. Si necesitas mi ayuda, te acercas a la ventana y haces la señal.
   Ella abrió la boca, como si pudiera protestar una vez más, pero al final simplemente asintió.

   El se puso de pie, y empezó a buscar su ropa. Sus prendas estaba diseminadas por todas partes -sus calzones por aquí, su camisa notablemente por allí, pero rápidamente recogió lo que necesitaba y se vistió.
   Katniss permaneció en la cama, sentada con las sábanas envueltas debajo de su brazo. Él encontró a su modestia encantadora, y casi la molestó por eso. Pero en su lugar, decidió ofrecerle simplemente una sonrisa divertida. Había sido una noche muy importante para ella; no debía hacerla sentirse avergonzada por su tierna inocencia.
   Él caminó hacia la ventana para asomarse. Todavía no había amanecido pero el cielo estaba anticipándose. Brillaba suavemente, en un sereno azul purpúreo, y era tan hermoso que le hizo señas para que se le uniera. Se puso de espaldas mientras ella se ponía su camisa de dormir y una vez ella se movió silenciosamente para atravesar el cuarto con los pies descalzos, la tiró suavemente contra sí, con su espalda vuelta hacia su pecho. Apoyó su barbilla sobre su cabeza.
- Mira -susurró él.
   La noche parecía bailar, chispeando y hormigueando, como si el propio aire entendiera que nada volvería a ser lo mismo. El amanecer estaba esperando del otro lado del horizonte, y las estrellas ya estaban comenzando a verse menos luminosas en el cielo.
   Si él pudiera detener el tiempo, lo habría hecho. Nunca había experimentado ni un solo momento que fuera tan mágico, tan… completo. Todo estaba allí; todo lo que era bueno, honesto y verdadero. Y finalmente entendió la diferencia entre la felicidad y el contento, y cuan afortunado y bendito era al sentirlos a ambos, en cantidades tan impresionantes.
   Era Katniss. Lo completaba. Hacía que su vida fuera todo lo que había conocido y todo lo que podía ser algún día.
   Este era su sueño. Estaba haciéndose realidad, alrededor de él, allí en sus brazos.
   Y mientras estaban de pie frente a la ventana, una de las estrellas salió disparada a través del cielo. Hizo un arco ancho y poco profundo, a Peeta casi le pareció escuchar como viajaba, chispeando y crujiendo hasta que desapareció en el horizonte.
   Eso hizo que la besara. Era simplemente imposible disfrutar de uno los pequeños milagros de la naturaleza y no besarla. Le besó el cuello, luego le dio la vuelta en sus brazos para poder besarle la boca, la frente y la nariz.
   Y las siete pecas, también. Dios, amaba sus pecas.
- Te amo -susurró él.
   Ella puso la mejilla contra su pecho, y su voz era ronca, casi ahogada cuando dijo:
- Te amo Peeta.
- ¿Estás segura que no quieres venir conmigo? -sabía su respuesta, pero se lo preguntó de todos modos.
   Como lo había esperado, ella asintió.
- Debo hacer esto yo sola.
- ¿Cómo reaccionará tu tío?
- No estoy… segura.
   Él dio un paso atrás, tomándola por los hombros, e incluso doblando las rodillas para que sus ojos no perdieran el contacto con los de ella.
- ¿Te hará daño?
- No -dijo ella-. No. Te lo prometo.
- ¿Te obligará a casarte con Cato? ¿Te encerrará en el cuarto? Porque podría quedarme. Puedo quedarme aquí. -Eso armaría un escándalo incluso peor, pero si era una cuestión de su seguridad… No había nada que él no hiciera.
- Peeta...
- ¿Entiendes cuan absolutamente esto va en contra de cada instinto que poseo, el tener que dejarte aquí para que enfrentes esto tu sola?
   Los labios de Katniss se separaron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- He jurado con todo mi corazón protegerte -dijo él, su voz era apasionada y feroz, y quizás un poco reveladora. Porque comprendió que hoy, era el día en el que se había convertido en un verdadero hombre. Después de veintiséis años de una existencia amigable, y, sí, sin objeto, había encontrado finalmente su propósito.
 
- Lo he jurado con mi corazón -dijo-. Y lo juraré ante Dios tan pronto como podamos. Siento como ácido en mi pecho al tener que dejarte sola.
   Sus manos encontraron las suyas, y sus dedos se entrecruzaron.
- Esto no está bien -dijo él, sus palabras eran bajas pero feroces.
    Ella asintió lentamente en acuerdo.
- Pero es lo que debe hacerse.
- Si hay algún problema -dijo él-. Si sientes que estás en peligro, debes prometerme que me darás la señal. Vendré por ti. Puedes refugiarte con mi madre. O con cualquiera de mis hermanas. A ellas no les importará el escándalo. Solo se preocuparán por tu felicidad.
   Ella tragó saliva, y luego sonrió, y sus ojos parecían nostálgicos.
- Tú familia debe ser maravillosa.
   Él tomó sus manos y se las apretó.
- Ellos son ahora tu familia. -Esperó a que ella le dijera algo, pero no lo hizo. Trajo las manos de ella a sus labios y besó cada uno de sus dedos-. Pronto esto solo será parte de nuestro pasado.
   Ella asintió, y entonces miró sobre su hombro hacia la puerta.
- Los sirvientes se despertarán muy pronto.

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora