Capitulo 23

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  En los diez años, desde que su tío se había convertido en su tutor, Katniss nunca lo había visto organizar una fiesta. Por eso estaba con alguna sospecha cuando llegó a la espléndida fiesta que se estaba realizando en su honor en Everdeen House después de la ceremonia nupcial.
  Seguramente Lord Davenport había insistido en ello. El Tío Snow se habría sentido satisfecho de servir pasteles de té en la iglesia y no le hubiera importado.
  Pero no, la boda debía ser un evento, en el sentido más extravagante de la palabra, y tan pronto como la ceremonia había terminado, Katniss fue llevada a la que pronto sería su anterior casa.

  Era notable, pensó mientras recibía los buenos deseos de los asistentes, lo buena que era ella y ellos para pretender que nada había pasado.
 ¡Oh! mañana no hablarían de otra cosa, y probablemente ella sería el tema principal de conversación, incluso durante los próximos meses. Y seguramente al año siguiente nadie podría decir su nombre sin añadir, «La conoces. De la boda».
  Lo cual seguramente seguiría con un: «Ohhhhhhh. Es ella»
  Pero por ahora, en su cara, no había nada más que, «Que feliz ocasión», y «Usted es una novia hermosa». Y por su puesto, el astuto y atrevido «Que ceremonia tan encantadora, Lady Ludwig».
  Lady Ludwig.
  Ahora era Lady Ludwig.

  Podría haber sido Lady Mellark.
  Lady Katniss Mellark. Era un lindo nombre, no tan elevado como Lady Ludwig pero…
    Tragó saliva, de algún modo arreglándoselas para no borrar la sonrisa que se había fijado en su cara hacia cinco minutos.
    Le habría gustado mucho haber sido Lady Katniss Mellark.
    Le gustaba Lady Katniss Mellark. Ella era una mujer feliz, con una sonrisa real y una vida plena y completa. Tenía un perro, y muchos hijos. Su casa era calurosa y cómoda, bebía el té con sus amigos y se reía.
    Lady Katniss Mellark se reía.
    Pero nunca sería esa mujer. Se había casado con Lord Cato Ludwig, y ahora era su esposa, e intentaba cuando podía, no imaginarse a donde iría a parar su vida.

    La fiesta continuó, y Katniss bailó su baile obligatorio con su nuevo esposo. Luego bailó con su hermano, lo que casi la hace llorar, y después con su tío, porque era lo esperado.
 - Hiciste lo correcto, Katniss -le dijo él.
   Ella no dijo nada. No confiaba en sí misma si lo hacía.
 - Estoy orgulloso de ti.
   Ella casi sonríe irónicamente.
 - Nunca habías estado orgulloso de mí antes.
- Ahora lo estoy.
 
   Su tío la regresó a el salón, y luego ¡Dios santo! tenía que bailar con Lord Davenport. Lo cual hizo, porque conocía su deber.
   Por lo menos no tenía que hablar. Lord Davenport era el más efusivo, e inclinado a la conversación de los dos. Estaba encantado con Katniss. Ella era un magnífico activo para la familia.
   Y así sucesivamente, hasta que comprendió que había logrado ganarse su afecto de la manera más increíble.
  Katniss movió la cabeza discretamente a un lado. Cuando Lord Davenport estaba entusiasmado, la saliva tendía a volar de su boca con una velocidad. De verdad, no estaba segura de lo que era peor, si el desdén de Lord Davenport o su eterna gratitud.

   Pero Katniss logró evitar a su suegro la mayor parte de la fiesta. Logró evitar a casi todo el mundo, lo cual era sorprendentemente difícil, teniendo en cuenta que era la novia. No quería ver a Lord Davenport, porque lo detestaba, y no quería ver a su tío, porque sospechaba que también lo detestaba. No quería ver a Lord Cato, porque eso solo la llevaría a pensar en su próxima noche de bodas, y no quería ver a Delly, porque le haría preguntas, y entonces Katniss lloraría.
   Y no quería ver a su hermano, porque estaba con Delly, y además de eso, estaba sintiéndose un poco resentida, alternando con sentirse culpable por sentirse resentida. No era culpa de Thresh que fuera delirantemente feliz y ella no. Pero al mismo tiempo, prefería no verlo.
 
   Así que se encontró ubicada en una esquina, y después de un par de horas, todos parecían haber bebido tanto, que nadie notaba que la novia estaba sentada sola.
   Y seguramente nadie tomó nota cuando se escapó a su alcoba para tomar un descanso. Probablemente eran muy malos modales por parte de una novia huir de su propia fiesta, pero en ese momento, a Katniss simplemente no le importaba.
   Se deslizó por las escaleras traseras, para no encontrarse con algún invitado, y con un suspiro de alivio, entró a su cuarto y cerró la puerta detrás de ella.
   Apoyó la espalda contra la puerta, soltando el aire despacio hasta que sintió que no había dejado nada dentro de sí.
   Y pensó «Ahora lloraré».
   Quería hacerlo. De verdad, lo quería. Se sentía como si hubiera estado conteniéndose por horas, simplemente esperando tener un momento a solas. Pero las lágrimas no venían. Estaba demasiado atontada, recordando.
   ¿Dios, solo habían pasado doce horas desde que había yacido allí, envuelta en sus brazos? Parecían años. Era como si su vida se hubiera dividido en dos.
   Cerró los ojos. Quizás si no veía lo olvidaría, lo olvidaría. Quizás si…
- Katniss.
   Se congeló. ¡Dios santo!
- Kat.
   Abrió los ojos despacio.
 - ¿Pe... Peeta?
   Él parecía un desastre, despeinado y sucio, lo que solo podía ser resultado de una loca carrera a caballo. Debía haber entrado de la misma manera que lo había hecho la noche anterior. Debía haber estado esperando por ella.
 - Kat -dijo él de nuevo, y su voz fluyó a través de ella y se fundió a su alrededor.
   Ella tragó saliva.
 - ¿Por qué estás aquí?
  Él caminó hacia ella, y su corazón dió un salto. Su cara era tan atractiva, tan querida, tan absoluta y maravillosamente conocida. Conocía la curva de sus mejillas, y el color exacto de sus ojos.
   Y su boca, conocía esa boca, su apariencia, su percepción. Conocía su sonrisa, conocía sus ceños, y conocía…
   Conocía demasiado.
- No deberías estar aquí -dijo con tono nervioso.

Enamorado De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora