Día 7. Secretos

99 11 0
                                    

—¡Hey Luzu! ¡Mi niño! Ven a ver lo que he conseguido —

Un emocionado moreno corría desde la puerta de su casa para dirigirse al camino de tierra que convertía al chico emo en su vecino. Por su lado, el castaño estaba bajando a toda prisa las interminables escaleras de su fortaleza, había que decir que ya estaba acostumbrado a semejante ejercicio pero no eran especialmente buenas cuando se trataba de una emergencia o una de las clásicas salidas que tenía con Auron, el menor siempre llegaba a su punto de encuentro antes que él.

Una vez Luzu llegó abajo, observó a su amigo con una sonrisa. Los dos estaban un poco ruborizados aunque no lo notaban en el otro.

—Bueno, ¿Qué querías enseñarme Auroncito?— el chico de negro metió sus manos en las bolsas de sus desgastados pantalones.

—He comprado algo nuevo en el pueblo—

Antes de si quiera esperar la respuesta del contrario, el chico de piercing sacó un enorme yelmo y se lo colocó en la cabeza. La mirada de Luzu se desorbito unos segundos, casi pudo jurar que se sentía desvanecerse.

—Joder tío, ¿Es el casco de Mordisquitos?—

Auron comenzó a simular movimientos de batalla mientras asentía.

—Lo he conseguido en la tienda de San Valentín— señaló a una carpa rosada que se veía a lo lejos en el pueblo, era muy visible pues estaba tapizada de corazoncitos

La voz del moreno se escuchaba bastante segura, pero eso no engañó a Luzu, Oh no, conocía demasiado bien a su niño como para caer en esa clase de mentiras. El castaño sólo le dedicó una mueca como si le estuviera diciendo "Vete a contarle mentiras a tu abuela".

—Esto no lo compraste en la tienda de San Valentín—

—¿Cómo qué no? Pero claro, desde la semana pasada, quizá el vendedor tenía que deshacerse de las pruebas de un crimen o yo que sé— volvió a fingir inocencia mientras se quitaba el casco de la cabeza para mostrárselo a Luzu con mayor detenimiento. El castaño seguía sin cambiar su expresión incrédula

—No me mientas, claro que sé que no lo compraste ahí porque vengo revisando la tienda desde que abrió por primera vez— espetó con orgullo

Auron le miró con una ceja alzada

—Pero ... ¿Tú qué hacías viendo esa tienda todos los días? —

Al darse cuenta de lo que había dicho,  el mayor se puso como un tomate por la vergüenza, intentó esconder su rostro, jalando las cuerdas de su sudadera y tapar un poco sus mejillas.

—¿Acaso buscabas una poción de amor? Pero ¡Que guarro eres Luzu! — bromeó el menor dándole un empujoncito amistoso a su amigo.

En realidad Auron no estaba tan equivocado, si había estado buscando algo pero no era una poción de amor. En realidad Luzu había estado comprando bloques de decoración romántica y un montón de utilerías cursis como ositos de peluche, flores, chocolates, gominolas, etc. ¿Por qué? Bueno la razón era más que evidente, estaba preparando un sitio especial donde poder confesarle su amor su amado Auroncito. Era una construcción que había diseñado por semanas, incluso recibió la ayuda del mejor arquitecto del pueblo; Vegetta, para poder crear una ambientación correcta. Pero eso, no era algo que revelaría aún, era un secreto.

—Eso no es importante ahora ... ¿Dónde conseguiste eso?— insistió el mayor

El moreno suspiró rendido y asintió

—No te puedo mentir a ti Luzu ... ya me conoces demasiado bien— se rascó una nuca pensando cómo explicar lo que había sucedido —Bueno, el otro día, Lolito y yo salimos de aventuras y matamos a Mordisquitos ... luego decidimos quedarnos con su kit de guerra — expresó con el tono más neutral que podía, pero en el fondo se quería reír, sólo de recordar ese momento se veía incapaz de contener las carcajadas.

Luzu por otro lado no se encontraba tan feliz. Por alguna razón, no le gustaba que su niño se juntará con Lolito ... quizá porque era un psicópata, celopata, megalómano intensamente oportunista y codicioso gobernante corrupto o tal vez simplemente sus personalidades chocaban tanto que no podía entender cómo Auron si lograba llevarse bien con él.

— Alto ... ¿Dijiste kit de guerra? ¿Pues qué otra cosa traía? ¿Un taparrabos gigante? — preguntó Luzu, pero el otro chico negó con la cabeza

—No, en realidad era esto — nuevamente sacó algo de su inventario para mostrárselo a Luzu. Era una monumental hacha que medía  un poco más que el tronco completo de un árbol, no sólo eso, también parecía tener un filo inigualable, capaz de cortar algo de una sola tajada. Luzu no sabía si reír o huir, así que se alejó un poco para admirar el hacha completa mientras reía por la naturalidad con la que su niño le mostraba un arma así.

—Joder, eso definitivamente no estaba en la tienda de San Valentín —

—Y tiene un alcance mamadísimo, observa ... — el moreno dejó caer el filo del hacha en el suelo, lo que provocó un pequeño pero considerablemente fuerte sismo que levantó la tierra. Levantó los bloques donde se encontraba Luzu, quién antes de poder ponerse a salvo, terminó siendo arrastrado por la fuerza en dirección a donde Auron se encontraba.

¿Cómo terminó eso? Para los dos fue una sorpresa notar que sus labios se encontraron unidos en medio de todo ese alboroto. Se separaron después de un instante de quedarse helados del asombro.

Ambos se limitarón a apartar la mirada.

—Ostia, que fuerza tiene eso, casi me partes en dos ... —

—No es así cómo tenía planeado hacerlo —

—¿Qué dijis...—

—Nada nada Luzu ... bueno am ... ¿Esto será un secreto, entonces? —

Luzu le miró unos segundos sin comprender a que se refería exactamente

—¿El beso? —

—Joder no tío, me refiero a la armadura de Mordisquitos ... si la llega a ver Vegetta me la quitará, se supone que poseer un arma así es ilegal —

Luzu se volvió a ajustar el gorro, sintiendo la vergüenza subir por su cuerpo, por tercera vez en el día.

—Oh, no hay problema, confía en mí —

—Gracias Luzu, bueno, supongo que me iré ya, que tengo algunas reformas que hacer en casa — le sonrió el más bajo

—Sí yo también, hay algo que debo terminar aún —

Auron se despidió con un gesto divertido y se dio la vuelta, pero antes de avanzar a su casa, se quedó parado unos minutos.

— Luzu —

—Dime —

—El beso también lo podemos mantener entre nosotros,  al menos hasta que pidas mi mano en matrimonio a Gustavo o te me confieses, lo que suceda primero, puerco— se volteó para guiñarle un ojo al castaño — Así que no tardes más porque no soy bueno con los secretos, ni siquiera si son míos — no espero más respuesta y se fue caminando tranquilamente a su propiedad, dejando a un pobre y confundido Luzu aún sonrojado y con las palabras en la boca. Dio un saltó de alegría antes de ir corriendo a su casa para poder tomar sus materiales y terminar la tan anhelada construcción. No se iba a permitir demorar un segundo más. Luzu si que era bueno guardando secretos pero este ... este era necesario gritarlo a los cuatro vientos.

Luzuplay Month BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora