Día 16. Final

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El tiempo no había pasado en vano y tampoco planeaba detenerse para esperar que las piezas de la vida del castaño fueran restauradas y colocadas en su lugar. Merlon le pidió casi suplicante que dejará de pensar en el pasado y se hiciera cargo de las preocupaciones del presente, pues por eso se le había otorgado el título de héroe, porque se suponía que era capaz de luchar sin importar la clase de peligro.


Héroe ... casi le parecía ajena esa palabra. Durante los últimos meses no había hecho misiones destacables. Después del viaje en el tiempo él y todos sus compañeros se había desentendido de esas responsabilidades, pues una vida normal era el sueño más anhelado de cualquier persona que hubiera estado sirviendo a las necesidades ajenas sin opción a la retirada. Y no se podía quejar, la vida había sido buena con él. Le recompensó con una hermosa casa, ganado y agricultura en abundancia, negocios prósperos, muchos amigos incondicionales, una mascota adorable, un hijo precioso y el mejor novio que pudo haber deseado. Lo tenía todo, todo lo que cualquier persona podía querer, se preocupaba por ser agradecido y por compartir su felicidad con todos, en especial con aquellos que más lo necesitaban.


Sin embargo ahora ... se encontraba sólo. Sus amigos habían decidido dejar el pueblo, no planeaban seguir viviendo en un lugar que estaba al borde del colapso espacio-temporal, fueron lo suficientemente tontos y egoístas para dejar de presentarse ante el pueblo, decidiendo que era mejor desistir. Pero Luzu no podía hacer eso, iba en contra de lo que pensaba aunque quizá debió hacerlo, quizá debió seguirlos, quizá debió irse con él ...


Auron le había pedido que abandonaran el pueblo, que se fueran a buscar una nueva vida como los demás habían hecho y se alejarán antes de que el inminente desastre acabara con sus vidas. El moreno no quería morir así, todos sabían que tarde o temprano una grieta le daría paso a un derrumbe del tiempo, que ellos se verían obligados a participar en una misión de la cual las probabilidades de sobrevivir eran casi inexistente. ¿Quién querría arriesgar todo lo que tenían por un asunto que no tendría acomodo? Darían las vidas que a penas lograban disfrutar. Sonaba lógico para todos los héroes irse antes, menos para el castaño de noble corazón.

Se negó. Aún podía recordar los ojos llorosos de su pareja cuando tuvieron la discusión sobre su futuro. Luzu no planeaba irse si no ponía a salvo a todos, pero Auron no quería seguir arriesgando la vida, quería vivir para él por más tiempo, morir en muchos años, cuando estuviera viejo y calvo con Luzu a su lado. Pero al parecer tenían planes muy diferentes. El mayor le insistió que pensará en el honor de dar la vida por el bien común, el menor no quiso aceptar.

Sus memorias le torturaban pasando una y otra vez la terrible imagen de su amado saliendo de la casa por la noche cuando creía que el castaño no le vería, con él se llevó una maleta, a Frederick, a su pequeño hijo Lukas y el alma de Luzu.


Ya había llegado el momento del final. Hoy era ese momento en el que el pueblo entero esperaba que se arrojara a la grieta dimensional y reparara el daño hecho al tiempo. No le quedaba nada que le atara a este lugar, a este momento, a esta vida. Ya nada era maravilloso. Las piezas de su vida no sólo estaban rotas, también estaban perdidas en lugares desconocidos, y ya no tenía las fuerzas para ir a buscarlas.


Con valentía, salió a cumplir su destino, al lado de Manolo quien insistió en seguirle. Este iba a ser el final digno de un héroe pero no el final que su corazón quería. Por dentro quería correr, correr hasta encontrar a Auron y decirle cuanto lo sentía, anhelaba más que nada tener una vida a su lado criando a Lukas y envejeciendo juntos, pero eso era sólo una fantasía, no era correcto escapar de las responsabilidades de un héroe.


Con la expresión hundida en completa indiferencia, saltó al vórtice para reparar la fractura temporal. Pero una vez que lo logró le fue imposible volver a salir.

Durante miles de generaciones, la gente recordaría a Luzu como el más grande héroe que pudo haber existido. Incluso colocaron una estatua en el pueblo con su imagen y su antigua casa fue convertida en un museo.

Unos años después del sacrificio sucedió esto:
Todos los días un joven chico castaño con la piel morena y un mechón de fuego visitaba la escultura dedicada al memorable Luzu, también le acompañaba un hombre mayor que siempre lloraba al observar los ojos del Luzu artificial

—¿Lo sigues amando? — le preguntó Lukas a su padre

El viejo le sonrió mientras asentía

—Nunca deje de hacerlo, ni siquiera en el final —

Luzuplay Month BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora