Capítulo 2 - Amigos

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Mientras la lluvia golpeaba las hojas y las flores rosadas del enorme árbol de cerezo, bajo sus ramas él coronel Namjoon esperaba junto a Seokjin que la lluvia se detuviera

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Mientras la lluvia golpeaba las hojas y las flores rosadas del enorme árbol de cerezo, bajo sus ramas él coronel Namjoon esperaba junto a Seokjin que la lluvia se detuviera.

No quería que sucediera. De lo contrario ¿Cómo podría seguir hablando con él encantador hombre sin que esté huyera?

Jamás había pasado tanto tiempo junto a un doncel sin que esté se alejará lo más rápido posible. Algunos lo intentaban pero era tan forzado que él, respondía secamente para ahorrarles la molestia y el tiempo.

Pero aquí, sentados en el pasto mullido mientras observaban los mantos de lluvia que se movían con el viento, Namjoon sintió que Seokjin era honesto en su actuar.

Cuándo hablaba con aquellos donceles maquillados y perfumados, usando suaves y costosas vestimentas, siempre le preguntaban el mismo abanico de preguntas que, dejaban entrever cuál era su único propósito.

¿Todo esto te pertenece? ¿No estás casado? ¿Cuántas hectáreas recorres en caballo? Y tomando ventaja de su conocida soledad, se atrevían incluso a preguntar ¿Podemos viajar en su carruaje por sus propiedades? Estoy seguro de que mi compañía le será grata. O si gusta, podríamos asistir al teatro más famoso de la ciudad.

Al tener su rostro como un terrorífico cuento de hadas, su única máscara era el dinero que parecía maquillar y perfumar sus cicatrices.

Seokjin observaba de soslayo al coronel, preguntándose porqué mantenía en sus preciosos ojos, una tristeza encarcelada que parecía imposible de liberar. Y entonces, preguntó —¿Porqué está triste?

Namjoon se quedó mudo unos segundos. Aquella voz melodiosa le había preguntado algo tan tierno y sencillo, qué rivalizo con todas las frases más educadas y seductoras que le habían sido dichas a lo largo del tiempo. También sabía que por sus vestimentas, Seokjin no tenía suficiente dote. Por lo tanto, no había adquirido la misma educación que aquellos donceles de sociedad que le habían sido presentados en las ostentosas fiestas de su amigo, él Rey Jimin.

Pero no encontró molestia alguna por su sinceridad y sencillez al dialogar. Atrapando entre sus dedos una flor que se había caído, respondió sin mirarlo —¿Qué prefiere? ¿La soledad eterna o la falsa compañía?

Seokjin acarició las orejas manchadas del perro que depositaba su hocico en sus piernas mientras pensaba.  Recordó entonces las falsas conversaciones que los adinerados duques mantenían con él solo por cordialidad. Pues, entre sus gestos fríos, era evidente el rechazo que sentían por su carencia de cualidades físicas qué, para ellos, eran sumamente importantes en un doncel.

Y, teniendo en cuenta aquello, respondió con un susurro triste y melancólico —La soledad.

Namjoon sonrió de lado. —Ahora usted está triste, lamento haberle contagiado mi enfermedad más grave.

Seokjin emitió una risita, sus gorditas mejillas abultandose mientras dos curvas profundas marcaban las comisuras de su boca. Estaba sentado en el pasto con su brazo reposando en su pierna flexionada, la tela del pantalón algo apretada y estirada. Una postura relajada mientras el cachorro de Namjoon se ubicaba entre sus piernas, algo que apreció para poder ocultar su pancita algo evidente. —Esa enfermedad ya era una vieja amiga mía, así que nos estaba visitando a los dos.

Lonely - [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora