Capítulo 4 - Los Kim

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El aroma de Namjoon estaba impregnado en la ropa que le había prestado. Era un olor envolvente y masculino que, le causó comodidad y se encontró olfateandolo más de una vez.

Se había colocado la camisa blanca de Namjoon, el abrigo negro con bordados dorados y el pantalón de traje. Se sentía algo extraño por la formalidad y valor monetario de su ropa. Sin embargo no quería ser descortés así que lo aprovechó al máximo, sintiendo la tela suave bajo sus dedos.

Finalmente salió y bajó las escaleras, regresando al salón principal. Namjoon estaba ahí, observando desde el umbral la lluvia en la lejanía. Se veía atractivo y misterioso, su mascota manchas sentado a su lado obedientemente y por ese instante, parecía tan solitario en aquella enorme casa. Seokjin tuvo deseos de explorarla junto a él y por primera vez, sentía deseos de compartir su tiempo con otra persona que no fueran sus hermanos.

—Coronel.—Seokjin sonrió cuándo Namjoon se giró de inmediato. —Estoy listo, mis hermanos deben estar preocupados.

Namjoon apretó los labios un instante, abrió y cerró sus manos dubitativo y Seokjin sintió que su corazón latio hasta el punto del dolor. Estaban ahí, mirándose fijamente él uno al otro con tanto por decir pero tan poco dicho en voz alta.

—Sí.—Fué todo lo que respondió Namjoon. Abrió la boca de nuevo y luego suspiro, su atractivo rostro estirando las cicatrices al expresar emociones en sus rasgos.

Para Seokjin era fascinante, atrayente, sentía infinitos deseos de estar con él y descubrir él hombre que se había estado ocultando. Para otros podría dar miedo su mirada, la forma en la que sus cicatrices pronunciaban los rasgos ariscos de su rostro. Pero Seokjin no pensaba lo mismo, para él era toda una obra de arte que tenía deseos de explorar.

—Espero poder visitarlo de nuevo.
—Seokjin apretó los labios, sintiéndose algo incómodo ante el silencio de Namjoon.

Él moreno se acercó lentamente y levantó un pequeño paquete de hojas blancas, atadas con una cinta de color azul. Acercándose unos pocos pasos más, estiró él paquete en su dirección y Seokjin lo recibió con emoción.

—Huele muy bien, como libro nuevo.
—Inhaló y exhalo el atrayente aroma y entonces elevó su ceja con una sonrisa en sus labios. —¿Porqué me entrega tan bonito obsequio? ¿Cual es el propósito de ello?

Namjoon escondió sus manos detrás de su espalda y carraspeo. —Yo esperaba que tuvieras deseos de escribirme. Decidí darte parte de mi paquete de pergaminos nuevo. T-Tambien tengo una pluma en su estuche y un tintero. —Torpemente los levantó de la mesita y los extendió, esperando que los recibiera.

Seokjin lo hizo con una sonrisa aún más amplia y apretó con cariño los obsequios contra su pecho. —Jamás me habían regalado pergaminos, es usted muy amable coronel. —Seokjin se acercó tímidamente y estiró sus labios en una trompita. Namjoon se inclinó, enseñando su mejilla a la expectativa lo cual lo hizo sonreír.

Sabía que le daría un beso, que encantador. Incluso parecía esperarlo, apretando y abriendo sus manos como un jovencito inexperto. Seokjin sonrió y luego plantó sus labios en la rugosa mejilla con un sonidito suave.

—¿Entonces tengo permiso de enviarle mis cartas? — Seokjin guardó los obsequios en una bolsita que le entregó la mucama, misma que sonrió no tan disimuladamente, aparentemente contenta de su interacción. —Le advierto que podría recibirlas a diario.

—Todas las que desees.—Namjoon señaló la entrada de su mansión, guiandolo a la salida y fué entonces que Seokjin sintió su mano cálida en su espalda baja. Aquella cercanía le causó escalofríos y pronto sintió sus orejas calientes, sabiendo que era muy probable que se hubieran tornado carmesí.

Lonely - [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora