Parecía un castillo encantado, de altas torres oscuras envueltas en tinieblas. Las banderas rojas moviéndose con el viento lucían tristes y el estilo barroco de los acabados emanaba un aspecto más intimidante.
La lluvia había evocado una niebla que cubría el pasto por el que caminaban, dándole a la propiedad la ilusión de estar levitando en un campo de nubes. Seokjin estaba maravillado, absorto en aquella magnifica arquitectura ante él.
Manchas corría, perdiéndose en las nubes de niebla y dejando como único rastro sus orejas manchadas que desaparecían y aparecían a medida que corría. Inhalo, el aroma del bosque y el petricor escalando por sus fosas nasales.
Observó entonces a Namjoon acercándose a la propiedad, su traje moviéndose sutilmente con el viento y luego se giró, observándolo. Sus cicatrices en su rostro y su postura, combinaban con su entorno intimidante pero aun así, aunque cualquiera habría salido corriendo, Seokjin se encontró con su corazón acelerado.
—No tengas miedo.—Las palabras de Namjoon, aunque cargadas de educación, parecían más un monólogo cansino que siempre repetía, acostumbrado al miedo que evocaba su mansión y él mismo en sus acompañantes.
Seokjin rió, una risa rica y divertida que destilaba sinceridad y verdadera fascinación. — ¿Miedo? Todo lo contrario, es una maravilla. —Corrió, rebasando a Namjoon y adentrándose en la niebla hasta llegar a la enorme puerta pesada llena de taches.
Era negra y arisca, imponente y lograba que se sintiera diminuto, pero aun así la sola idea hipotética de lo que podía encontrar del otro lado, lo emocionaba. —Quiero entrar. —Anunció, girándose impaciente.
Namjoon estaba asombrado, sorprendido, una sonrisa estirando poco a poco sus labios hasta hinchar sus mejillas. —Está bien, por supuesto. —Se acercó y dejó caer pesadamente su mano en constantes golpeteos.
Pronto las puertas se abrieron y Hoseok apareció, inclinándose perfectamente en un ángulo de noventa grados. Su traje era negro con bordes dorados, sus pantalones hasta la rodilla donde un par de medias blancas de seda acompañaban su atuendo. Pequeños zapatos negros vestían sus pies con decorados dorados como curvas y espirales, terminando con un moño de tela en el centro.
—Bienvenido señor. —Hoseok no ocultó su sorpresa al ver a Seokjin y de inmediato se inclinó con respeto.
—Bienvenido a la mansión Kim.—El placer es mío. —Saludó Seokjin alegremente, su pelo húmedo pegado a su frente y al ser consciente de su aspecto, de inmediato jaló su camisa empapada y sonrió con sus mejillas adquiriendo tonos carmín.
—Discúlpeme, no quisiera arruinar la alfombra. Como puede ver estoy empapado. —Después de sus palabras, manchas entró corriendo con sus patas repletas de lodo como si no le importara en lo más mínimo.
—Eso no será problema, al menos no lo fue para manchas. —Namjoon sonreía, amando la sencillez de Seokjin y su amabilidad con su mayordomo más fiel. —Entremos. Hoseok, ten listo el carruaje por favor. Llevaremos a Seokjin a su hogar.
—Por supuesto, señor. ¿Preparo su atuendo usual?.
—Mis guantes y mi mascara, por favor. Y trae también uno de mis abrigos para nuestro invitado. —Ordenó y luego elevo una mano, detendiéndolo.
—También dos mudas de ropa.Seokjin no escuchaba aquellas órdenes susurradas, pues se encontró en un alto y sombrío pasillo, donde el techo parecía perderse en la densidad de la oscuridad. Algunos cuadros decoraban las paredes, donde se encontraban los retratos de serios parientes con sus mejores trajes.
Pequeños candelabros de tres velas iluminaban el pasillo, posados en pequeñas repisas de piedra. Un aroma a libros nuevos hizo cosquillas en su nariz y se permitió inhalar profundamente mientras avanzaba.
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Lonely - [Namjin]
FanfictionKim Namjoon es un coronel adinerado con terribles cicatrices en su rostro. Ellas han sido la causa de su soledad, pues no ha existido ni un solo doncel que desee ser su esposo sin percatarse de sus marcas y huir aterrado. Kim Seokjin es un doncel g...