La terapia - Capítulo 3

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Una fina línea de luz solar consiguió adentrarse entre el estrecho espacio que separaba ambas cortinas de la habitación, fijándose en el rostro de la pelirroja; la cual permanecía todavía dormida.

Incómoda por tal destello, Carol terminó por abrir, poco a poco, sus ojos; maldiciendo internamente al sol por no dejarle dormir un poco más.

Abriéndose paso, la luz comenzó a invadir gran parte de la habitación, por lo que volver a retomar el sueño parecía ya una opción improbable.

Como si de un rayo se tratase, Carol sintió como un dolor punzante se apoderó de su cabeza; centrándose en ambas sienes.

«Dios, mi cabeza...», se quejó en voz alta.

Instintivamente, con la intención de ubicarse, Carol se giró sobre sí misma y dirigió sus ojos hacia el pequeño despertador digital que descansaba sobre su mesita de noche.

Eran las once y media de la mañana.

Con fuerza, la pelirroja llenó sus pulmones de aire y exhaló profundamente.

«Vamos... Levántate y haz algo productivo hoy» se repitió, tratando de autoconvencerse para incorporarse de la cama.

Ignorando al despertador, volvió a girarse sobre sí misma para fijar su mirada al techo blanco de su habitación.

No entendía por qué siempre le costaba tanto levantarse de la cama.

Sino fuese por su pequeña madrugadora particular...

Su recuerdo se apoderó fugazmente de ella.

Lentamente, Carol giró sobre su hombro para virarse hacia el lado izquierdo de la cama.

Como cada mañana buscó a su pequeña Sophia, pero esta vez, ella no estaba allí a su lado.

La pelirroja sonrió tristemente.

Cada día, le llenaba de vida verla despertar acurrucada a su lado.

«Buenos días mami» recordó.

Era tan preciosa.

Si había algo de lo que se sentía realmente orgullosa y afortunada, era de poder tener a Sophia en su vida.

Aunque sabía perfectamente que Sophia estaría encantada de poder estar en la granja con sus abuelos, no podía evitar echarla inmensurablemente de menos.

Sin duda, su prioridad número uno en la vida, era ella.

Con melancolía, acarició con delicadeza la fina tela que cubría el espacio vacío de la cama; imaginando que rozaba, como cada mañana, su suave carita al despertar.

Añoraba cada minuto que pasaba alejada de ella.

«Buenos días mi pequeña» susurró.

Como si de un truco de magia se tratase, el teléfono fijo del salón comenzó a sonar.

Carol, consciente de que quizás podría tratarse de Michonne, salió de aquel trance en el que se había sumergido para animarse a salir rápidamente de la cama y correr hasta la otra habitación; recordó que había quedado con ella, Rick y los niños para comer en casa de sus padres.

A pesar de sentirse algo mareada, se incorporó con agilidad de la cama y, completamente descalza, se acercó con velocidad hacia la mesita del salón donde se encontraba el teléfono.

- ¿Mich? – preguntó algo sofocada, por la carrera, la pelirroja.

- ¡Buenos días mami! – le saludó Sophia desde el otro lado del teléfono.

"Bendita Casualidad" (Caryl fic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora