Capítulo 11

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Max no quería irse a su casa directamente, no después de no haber logrado descubrir a dónde había ido Andrew

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Max no quería irse a su casa directamente, no después de no haber logrado descubrir a dónde había ido Andrew. Se sintió muy frustrado. Le dio una patada a una piedra, pero se la dio tan fuerte que llegó a la otra avenida. Si no fuera que la gente se quedaría mirándole, le habría dado varios puñetazos a cualquier pared. Quizás una caminata le ayudara a contenerse. Pensó que era su responsabilidad proteger a su familia y no dejar su protección en manos de un extraño. «Pero es la única persona que puede ayudarnos», reconoció. Se quedó vagando por las calles hasta que se cansó.

Su ánimo había mejorado algo. Al llegar a la puerta de su casa, agarró el pomo, suspiró y entró.

Una vez dentro, vociferó el nombre de sus hermanas y padres al comprobar que había mucho silencio para una casa de varios miembros. Anne bajó las escaleras y le saludó con la mano.

—¿Dónde has estado? —le preguntó.

—Con John —se limitó a responder—. Y, ¿mamá y papá?

—Han ido a hacer la compra al Salisbury, luego llevarán a Estelle a un parque de atracciones, creo.

Max fue a la cocina y abrió el frigorífico. Su hermana le siguió, abrió uno de los armarios y sacó una caja de galletas medio vacía. El frigorífico estaba casi vacío, sólo había mantequilla y un par de manzanas. Sacó la mantequilla y una manzana y los puso encima de la mesa. Cogió una rebanada de pan que había en la cesta, y la untó con mantequilla. Se sentó en la silla, frente a su hermana. Su hermana cogió una galleta y se la comió dando pequeños bocados, al contrario que su hermano, que masticaba rápidamente.

—Almorzarán fuera —informó Anne.

—Yo con esto y la manzana, estoy lleno —dijo Max, levantando la manzana con la mano.

—Oye... ¿no ha preguntado John por mí? —preguntó Anne, limpiándose las migas de los labios.

Max abrió la boca y frunció el ceño como si le hubiera hecho una pregunta tonta. Borró su expresión y se tragó el último bocado del pan. Apoyó el codo en la mesa y  flexionó el brazo hacia arriba. Luego miró al techo como si estuviera recordando algo.

—Sí, ahora que lo dices... me dijo: "Qué pena que no haya venido tu hermana. Es la chica más inteligente que conozco, ay, y esa sonrisa que tiene..." —respondió Max sonriendo.

—¿De verdad ha dicho eso? 

—Claro que no, tonta —dijo Max y rompió a reír.

La sonrisa que antes se le había dibujado desapareció al ver que se estaba burlando de ella. Frunció los labios.

—¡Sólo preguntaba, no es que me interese!

—Cálmate, solo quería bromear contigo.

—No me gustan tus bromitas.

Max se comió la mitad de la manzana en silencio, su hermana no le dirigía la mirada, pero seguía comiéndose las galletas.

—¿A quién engaño? Esto no me llena —se dijo Max y tiró el corazón de la manzana.

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