Capítulo 3

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A la mañana siguiente la despertó Max muy temprano y le dijo que se vistiera rápido porque tenían un asunto muy importante que hacer. Desayunaron croissants con zumo de naranja recién exprimido, y dejaron una nota encima de la mesa que decía que saldrían a explorar la zona, que no se preocuparan por ellos y que no les esperasen para el almuerzo pues se habían preparado unos sándwiches. Luego salieron de casa velozmente.

Aún no había amanecido. Percibieron el olor matutino del rocío en la hierba húmeda del jardín.

- ¿Adónde vamos? - preguntó Anne

- Lo sabrás cuando lleguemos allí. - ofreció como respuesta Max.

— Pero ¿qué buscamos?

— Vamos, aligera el paso, luego te lo cuento por el camino.

Un pequeño gorrión cantaba desde lo alto del tejado cobrizo de una de las casas vecinas. Otros gorriones de la zona respondieron a su cante, iniciando así una sinfonía de pájaros que los acompañaron por el camino hasta que salieron del barrio.

Giraron hacia la izquierda, en un rótulo se podía leer Montalt Road.

— Creo que era por aquí- dijo Max señalando el camino.

— ¿Has estado aquí antes? - preguntó Anne un tanto extrañada ya que no había visto a Max salir nunca solo, porque aún no tenía amigos.

— Sí – respondió mirándola de reojo.

En las calles desérticas predominaba el silencio, puesto que los habitantes todavía no se habían despertado. Los londinenses se volvían un poco dormilones los Domingos. Había una gran extensión de terreno entre las casas. Pasaron por un terreno donde los se disponían a poner los cimientos de una nueva casa.

Good morning! – dijo uno de los trabajadores que tenía un ladrillo en la mano.

Los chicos saludaron con la mano y siguieron su camino a paso ligero, porque que ya había amanecido.

— ¿Es aquí? - preguntó Anne señalando con el índice un edificio azul y blanco de tres pisos.

Max asintió y caminó hacia la entrada del inmueble.

— Hoy no abren, es domingo. - dijo Anne sin moverse.

— Sí que abren, lee lo que pone en el letrero

— Hmm, que extraño – dijo Anne encogiéndose de los hombros.

— Es un lugar donde se hacen investigaciones según tengo entendido. Así que, supongo que es normal, ya que los investigadores suelen dedicar gran parte de su tiempo a la ciencia y a la investigación. ¿No crees?

— Sí. ¿Qué tipo de investigaciones hacen?

— Hasta ahí no llego, pero puedes preguntar cuando entremos.

Tocó el timbre y al cabo de un rato salió el vigilante del edificio.

Era un hombre esbelto de mediana edad. Su rostro era imponente y tenía las cejas fruncidas, sus ojos de color índigo era lo que más resaltaba en su rostro lleno de seriedad. Su áurea cabellera resplandecía a la luz del sol. Tan voluminoso era su cuerpo que el uniforme le quedaba muy ajustado. Una pequeña pistola negruzca asomaba de su bolsillo.

— ¿Qué desean? – preguntó el guardia desde la cancela.

— ¿Podríamos pasar, por favor? -preguntó Max sin saber qué decir.

El vigilante los miró de arriba abajo, observándoles con cierto recelo. Luego sacó de su abultado bolsillo una llave que introdujo en el cerrojo de la cancela. Ésta, al abrirse emitió un sonido chirriante que sonó muy fuerte en sus oídos.

— Pasad- dijo el guardia.

Siguieron los pasos del vigilante que les conducía por un pasillo estrecho.

— Éste es el mostrador, podéis preguntar lo que necesitéis - dijo amablemente el guardia, alejándose con el sonido de las llaves que le acompañaba.

Miraron a su alrededor y advirtieron a varios investigadores con carpetas repletas de documentos corriendo de un lado para otro.

— Cómo se nota que están muy atareados, ¿eh? – le susurró Max al oído a Anne

Se acercaron al mostrador y Max colocó el brazo encima.

— Buenos días señorita, queríamos saber si usted sabría decirnos alguna manera de contactar con un especialista de hechos paranormales – preguntó Max.

— Pues la verdad es que no sé deciros, pero voy a consultarlo con mi compañera. ¿Me permiten un momento?

La muchacha entró en el despacho de su compañera y cerró a sus espaldas.

Pasados quince minutos, salió con una tarjetita que les tendió.

— Ahí está el nombre de uno de los mejores expertos en hechos paranormales y su dirección. - dijo amablemente.

— Muchísimas gracias, ha sido usted muy amable – dijo Anne sonriendo.

— De nada. ¿Para qué quieren contactar con un especialista en paranormalidad, si se puede saber? – preguntó la dependienta.

— Pues, la verdad es que . es para un proyecto que nos ha mandado el profesor de ciencias naturales este verano - mintió Max.

— Ajá, mucha suerte entonces con vuestro proyecto — dijo la señorita dándoles la espalda.

Con la información que necesitaban, se dirigieron a la salida.

— Perdone, señor – dijo Anne

Un hombre de edad tardía vestido con una bata blanca se giró hacia ellos.

— Sí, díganme – dijo el hombre

— Queríamos saber qué tipo de investigaciones se hacen aquí. Es que nos mata la curiosidad. dijo Anne sonriendo.

Era un hombre encorvado, tenía el pelo cano perfectamente peinado y llevaba unas antiparras enormes que le tapaban gran parte de su rostro. Las facciones del individuo cambiaron de repente. Estaba claro que la pregunta le había agradado mucho.

— No sólo se investiga aquí una sola cosa, sino que se investigan varios ámbitos de la ciencia. Si de verdad estáis interesados podéis venir a verme algún día y os explicaré con detalle las diversas investigaciones que se llevan a cabo aquí.

El individuo sacó un papel del bolsillo de su bata y un bolígrafo.

— Os he apuntado aquí mis horas libres, por si queréis pasaros algún día. Yo estaré encantado de recibiros. Os lo explicaría ahora, pero la verdad es que me pilláis en medio de un posible hallazgo – dijo el hombre con una enorme sonrisa. - Pero pensándolo mejor, podéis robarme diez minutos y os lo explico con brevedad.

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