Segunda parte del capítulo 9

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Max la miró por un instante más y volvió a desviar la mirada. Su hermana se extrañaría de su comportamiento si seguía mirándola de esa manera. Cerró los ojos y siguió caminando. A su mente llegaron recuerdos de su infancia, cuando aún eran pequeños. Dulces recuerdos. Recordó que siempre le había gustado acariciarle el pelo a su hermana, podía pasarse horas acariciándoselo, ese pelo que desprendía un brillo tan natural. A veces, se quedaba acariciándoselo hasta que se quedaba dormida en su regazo. Recordó lo bien que se llevaban antes, eran compañeros de juegos inseparables, él siempre defendía a su hermana y nunca la perdía de vista cuando salían a jugar a la calle o cuando estaban en el recreo. Después, las cosas cambiaron cuando Max entró a la secundaria, se volvió más distante y lo mismo le ocurrió a ella. Antes sabían muchas cosas el uno sobre el otro, no existía ningún secreto entre ellos que no supieran. Ahora las cosas ya habían cambiado, y su relación era casi al revés en comparación con la anterior. Añoraba esa época de inocencia, impregnada por una alegría permanente.

<< Ojalá volviéramos a ser igual de unidos que antes>> pensó Max.

Se quedó sumergido en esos recuerdos de la infancia hasta que sintió que unas manos lo zarandeaban.

—¡Max, qué te pasa! – gritó Anne.

I'm ok. I just closed my eyes.

Anne lo soltó bruscamente y éste se tambaleó hasta encontrar equilibrio al apoyarse en un barrote. Lo miró con una expresión de enfado y se cruzó de brazos.

—¿Y ahora es cuando decides hablar en Inglés? Me has asustado —bufó Anne.

—¿Creías que iba a desmayarme? —preguntó soltando una risita.

—¿Qué es lo que te parece tan gracioso?

—Que te preocupes por mí.

—Imbécil.

Se apartó de él y caminó hacia delante de forma apresurada.

—¡Espera! —gritó Max corriendo detrás de ella como podía.

Anne no se detuvo, sino que, todo lo contrario, apresuró la marcha. Max la alcanzó y la cogió del brazo con fuerza haciendo que se detuviera.

—No era mi intención hacerte enfadar. Perdóname. Recordé algo, por eso cerré los ojos. —se disculpó jadeando.

Anne se giró y lo miró como si intentara convencerse a sí misma de lo que había dicho, observó sus ojos durante unos segundos, no mentía. Max aflojó su agarre e intentó sonreír.

—¿Me perdonas entonces?

Anne se soltó de su agarre y asintió. Se dio la vuelta y siguió caminando. Max la siguió en silencio. Pasados unos minutos, su hermana rompió el silencio

—¿Qué has recordado? ¿Algún detalle del sueño que tuviste ayer? – preguntó Anne.

—Algo mucho mejor —respondió sonriendo—, momentos de nuestra infancia.

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