Se encontraban en frente de un despacho. Max con la tarjeta en la mano, verificando que esa fuera la dirección. Estaban en la quinta planta, es decir, la última. No era un edificio muy alto, por fuera tenía un aspecto extraño puesto que parecía un edificio abandonado debido al color de las paredes, gris oscuro, desde luego no le favorecía y creaba un efecto de desapercibimiento. En la planta en la que se encontraban, se escuchaba el sonido constante de las máquinas de escribir, y teléfonos sonando al otro lado de las oficinas. Max suspiró y tocó el timbre. Unos segundos después, la puerta se abrió y un hombre de unos treinta y cinco años, de tez pálida asomó la cabeza. Los miró de arriba abajo, examinándoles.
- La secretaria nos dijo que éste es el despacho del experto en hechos paranormales. - dijo Max.
El hombre no dijo nada, simplemente siguió mirándolos. A Anne le intimidó la manera en que les estaba mirando y miró al suelo para que dejara de mirarlos. Max rompió con el silencio y preguntó:
- ¿Podemos hablar con él?
- Soy yo, pasad. -consiguió articular por fin.
El despacho era tan amplio que cabría más de dos escritorios grandes, pero aquel despacho era sólo para él. El escritorio estaba pulcramente ordenado, lleno de carpetas grapadas y apiladas. El experto apagó el cigarrillo, descorrió las cortinas y abrió la ventana.
- Tomad asiento.
- Gracias. Eh, somos dos hermanos y veníamos porque...
- De la familia Brown, ¿cierto?
Max y Anne se quedaron sorprendidos. Anne asintió.
- Me dieron vuestras fotos. Pero resulta que son de años anteriores, porque habéis crecido. Tú debes de ser Max y tú Ana ¿no?
- Anne.
- Os he estado buscando por toda la ciudad durante varias semanas, como os acabáis de mudaros, me resulta complicado de encontrar vuestra dirección. Pero ahora sois vosotros los que me habéis encontrado- dijo sonriendo.
- ¿Cómo es que sabe tantas cosas sobre nosotros? Y ¿Quién le ha dado nuestras fotos? ¿Es usted vidente?
El hombre soltó una carcajada y dijo:
- Perdonad mi descortesía por no haberme presentado. Estar tanto tiempo en este despacho entre tantos papeles me hace un poco antisocial- rio de nuevo- Soy Andrew, defensor de la familia Brown. He estado buscándoos porque necesitáis saber que estáis en peligro.
- ¿Quiere hablar con nuestros padres mejor? - preguntó Anne
- No, vuestros padres no deben saberlo.
- Pero si estamos en grave peligro, deberían saberlo para protegernos.
- No, para protegeros estoy yo.
- ¿De qué tipo de peligro estamos hablando? ¿Ladrones? ¿Asesinos? – preguntó Max.
- Es algo más complicado que eso. Os costará entenderlo. Bien, ahora escuchad atentamente y tratad de no hacer demasiadas preguntas.
- Vuestras vidas corren peligro, pero la de vuestros padres no tanto, porque vosotros sois más jóvenes. Hace muchos años que un hombre busca a miembros de la familia Brown para quitarles la vida y para que él siempre permanezca rejuvenecido y eterno. Familias Brown hay por todo el mundo, pero este año ha venido a buscaros a vosotros.
Max tragó saliva. Andrew le ofreció agua.
- Aún no sabe en qué ciudad vivís, por eso no estáis en grave peligro. Le llevará bastante tiempo averiguar en qué ciudad de Inglaterra estáis, eso os dará tiempo para salvar vuestras vidas. Y yo os ayudaré, claro.
- ¿Cómo se llama ese hombre y qué aspecto tiene?
- Buena pregunta, chica. Para empezar, no es un hombre sino un ser y su nombre es Nunfu, nombre que él mismo se puso, después de la muerte de sus padres ya que no le dejaban cambiárselo. Fue un científico muy inteligente, pero todos sus experimentos tenían fines viles. Durante años trabajó en su último proyecto, hasta conseguir la fórmula que tanto había ansiado. Cuando se tomó aquel brebaje, Nunfu pasó de ser una persona a ser extraño, capaz de vivir para siempre. Pero había un inconveniente. Cada año, por estas fechas tiene que matar a dos o tres miembros de la familia Brown, aunque con un solo miembro muy joven, le basta.
- ¿Y por qué precisamente de la familia Brown? - preguntó Max.
- Es una historia muy larga, que trataré de resumiros. Veréis, cuando Nunfu era joven, conoció a una chica muy bella e inteligente de la que estaba muy enamorado, siempre intentaba hacer cualquier cosa para aproximarse a ella en clase, entre clase se ofrecía para ayudarla a acarrear sus libros, a la salida le preguntaba si podía acompañarla hasta su casa.
Pero Nunfu tenía un amigo, un único amigo, que era más alto y apuesto que él y la chica se fijaba más en su amigo que en Nunfu. Poco a poco, su amigo también empezó a quererla, no sólo era su belleza la que la hacía destacar sino su inteligencia y su forma de ser tan particular. Desde aquel momento, la rivalidad surgió entre ellos.
Nunfu, acabó odiando a su mejor amigo, no entendía cómo su amigo sin apenas hacer nada conseguía atraerla, no sólo a ella, sino que a muchas otras chicas mientras que él hacía todo lo posible para conseguir que ella advirtiera su presencia. Pasaba las noches ideando cómo deshacerse de él, ideó todo tipo de planes, pero ninguno le sirvió. Trabajó durante todo un verano para ahorrar dinero para su plan definitivo que acabaría con su amigo.
Todo esto para quedarse con aquella chica, que, al parecer, había sido la única chica que le había echado cuenta y con la que creía tenía posibilidades. A pesar de su carácter violento y malvado, que acarreaba desde su infancia, por la violencia que vivió en su casa, el estar con aquella chica, lo amansaba.
Un día, unos mafiosos se presentaron en casa de su amigo y amenazaron a sus padres con "destruir sus vidas" si no entregaba cierta suma irrisoria de dinero en un plazo de cuatro semanas. Su padre, al oír esto y al ver que aquellos hombres lo decían en serio, ya que iban armados y tenían pinta de mafiosos, intentó reunir tal cantidad para salvar a su familia. Se buscó trabajo por la tarde e incluso por la noche como vigilante. Su esposa también le ayudaba vendiendo sus libros que ya no necesitaba. Y el amigo de Nunfu, dejó de ir al instituto para trabajar también.
A pesar de todo el esfuerzo que hizo la familia, no pudieron reunir esa gran cantidad de dinero. Faltaban dos días para la fecha acordada, y los padres aceptaron su destino, si iban a morir lo harían todos juntos, la madre que era una señora de buen corazón le dijo a su marido que quizás habría compasión en aquellos mafiosos y le perdonarían. La noche anterior a la fecha acordada, cuando Tom estaba acostado en su cama, de repente escuchó un simple chirrido de una puerta, se sobresaltó, no tenía miedo porque pensó que probablemente solo fuera el viento. Instantes después escuchó gritos y voces y pudo deducir que era la voz de su padre que intentaba echarlos, luego oyó gritos ensordecedores y supo que estaban matando a sus padres. Aterrado, corrió a la cuna de su hermano, lo envolvió en una fina manta y se lo amarró fuertemente a su pecho. Luego huyó por la ventana. Cuando se dieron cuenta de que Tom no estaba le prendieron fuego a la casa por completo porque pensaron que el hijo estaba escondido en alguna parte de la casa asustado. A los tres días, Tom se pasó por su casa con la esperanza de que sus padres hubieran podido huir de aquellos mafiosos, pero se encontró con la cruda realidad. Ambos fueron asesinados de manera violenta y por lo que pudo deducir los habían tirado desde el balcón, porque no estaban calcinados.
Tom entró en la casa para ver si había quedado algún objeto preciado que le recordase a sus padres. En vez de eso encontró una nota que decía: "Sabemos que has huido, pero no por mucho tiempo, puedes empezar a contarte como un muerto" Fdo: Nunfu Tungui.
Con mucho pesar y con su hermano amarrado a su espalda, enterró a sus padres en el jardín y se despidió de ellos.
- Lo... lo ... siento. Ha sido todo culpa mía, todo culpa mía – empezó Tom. – Si no fuera por esa chica... todo por una chica ... Lo que daría yo por teneros aquí a mi lado.
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Unidos
Mystery / Thriller"Estaremos unidos siempre, pase lo que pase, pese a la distancia" [BORRADOR] Tras la mudanza a un nuevo país, la vida de los hermanos Brown da un cambio radical en comparación a su monótona vida de antes. De manera involuntaria, los Brown se adentra...