Segunda parte del capítulo 12

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Anne se levantó y se dirigió hacia ellos, se acercó a John y sacó un pañuelo de tela de su bolsillo

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Anne se levantó y se dirigió hacia ellos, se acercó a John y sacó un pañuelo de tela de su bolsillo. Le observó con una triste sonrisa, y pasó el pañuelo por sus labios con delicadeza. John soltó un pequeño quejido. Max lo escuchó y giró la cabeza con rapidez, apretó los labios y su nariz se encogió y se ensanchó. El ritmo de su respiración aumentó.

—¡Pero qué haces ayudando al traidor!

Anne le ignoró por completo y siguió con su tarea. John le susurró que sería mejor que parase porque no quería empeorar más el asunto, pero ella insistió. Él le preguntó si su acto suponía que ya no dudaba de él, pero ella simplemente negó con la cabeza y le contestó que solo lo hacía porque le daba lástima. No era la respuesta que esperaba, pero sonrió. Ella en realidad hacía aquello porque todavía lo consideraba su amigo, dentro de su ser albergaba la esperanza de que todo fuera un mero malentendido. Mientras continuaba limpiándole el rostro, John no dejaba de observar cómo lo hacía de una manera tan cuidadosa, aunque de vez en cuando gemía y retorcía un poco el rostro. No se dio cuenta de que la estaba mirando hasta que terminó y sus ojos chocaron, él no apartó la mirada. Ella le acarició con suavidad la mejilla, una media sonrisa se dibujó en la cara de él. Max refunfuñó al verlos, y una ola de desprecio le inundó. Ajena a la mirada odiosa de su hermano, se acercó más aún a John para observar el azul de sus ojos. Éste sintió el impulso de tocarle el pelo a Anne, pero no pudo mover ni un solo músculo, había olvidado que estaba aprisionado. Pero sí podía mover la cabeza, así que acercó su rostro al suyo, sus labios casi se rozaron y Anne se apartó levantando las cejas un poco. Bajó la mirada, dobló el pañuelo ensangrentado y lo guardó en el bolsillo del pantalón del chico. Se quedó inmóvil por unos segundos y luego volvió a sentarse en el suelo. John suspiró y echó la cabeza hacia atrás. Los nudillos de Max estaban muy blancos, golpeó las manos contra la pared. Su ira no hacía más que crecer. Se sintió doblemente traicionado por su amigo y ahora por su propia hermana. Aunque la ira hacia John era notablemente mayor que la que sentía hacia su hermana. Según él, lo de John era totalmente imperdonable.

Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos cuando Andrew apareció allí. Su corta y oscura gabardina se movía ligeramente por el viento que se había levantado, no la tenía abrochada del todo. Esta vez no llevaba el pelo tan bien peinado como en otras ocasiones. Al verle, Anne se levantó. Andrew chasqueó los dedos dejando libres a los chicos, éstos cayeron al suelo. No estaba muy segura, pero parecía estar airado. Alargó los brazos hacia adelante y una fuerte oleada de aire les golpeó con fuerza. Y luego, como si quisiera chocar las manos, las juntó y como consecuencia, éstas despidieron unas fuertes ondas, no pudieron verlas, no obstante, sí pudieron sentir su gran intensidad. Ocurrió en muy poco tiempo, pero fue suficiente para que Anne se diese cuenta de que el cielo había esclarecido por unos segundos durante la expulsión de aquellas ondas. Por instinto, Anne cerró los ojos y lo siguiente que pudo ver cuando los abrió era, para su asombro y el de los chicos, el despacho. Andrew se quitó la gabardina con violencia y la tiró encima del perchero sin reparar si se había colgado bien o no. Se restregó la cara varias veces y negó con la cabeza. Ellos no hicieron movimiento alguno, y lo observaron con extrañeza. Buscó algo en los bolsillos de su pantalón, al no encontrarlo, fue hacia la gabardina que había quedado tirada en el suelo, y rebuscó con cierta desesperación hasta encontrar el paquete de cigarrillos. Sacó uno y lo sujetó entre los labios, lo encendió y le dio una larga calada. Anne quiso decirle que abriera la ventana si iba a fumar delante de ellos, pero se calló para no cabrearlo más aún.

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