Capítulo 6

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-Entonces su orden es: para la señorita, unos ravioles de queso y una ensalada Cesar, y para el joven, un filete de salmon al vapor servido con pasta alfredo ¿Qué gustan de tomar? Tenemos Champagne, Whisky, Vino blanco....-el mesero nos dice.

-Limonada con agua mineral.-decimos al unísono Ryan y yo. Nos miramos y soltamos unas risas. El agua mineral tiene su historia.

-Okay, entendido. Su orden llega entre 20 y 30 minutos.-nos informa el mesero y se aleja.

Estamos en una mesa que esta a lado de una ventana enorme que da la vista al jardín del restaurante. Hay unos árboles grandes y altos que tienen colgadas unas luces, unos arbustos esponjosos llenos de diversos tipos de flores, una fuente pequeña comparada con lo demás y a su alrededor el piso está tapizado por césped. Es hermoso.

-¿Te acuerdas de nuestra primera cita?-me pregunta Ryan. Eso hace que mi vista se desvíe del jardín y lo mire a el.

-Como no acordarme.-le digo con una sonrisa de oreja a oreja. Nuestra primera cita es la historia de la limonada con agua mineral.- después de mucho tiempo que me habías perseguido e insistido acepté salir, tener una cita contigo.-comienzo a relatar la historia.

-Ese dia fuimos a Ruxbin, tu vestias un vestido celste que hacia resaltar tu cara ruborizada, y yo estaba muy nervioso.-comenta el.

-Yo tambien estaba nerviosa, sentía que mi corazon se saldría. Tu estabas sudando tanto, que pense que te daría algo.-sigo relatando.

-Me iba a dar algo, eso te lo aseguro. Recuerdo que afuera estaba lloviendo y adentro había mucha gente.-continúa con la historia.

-Nuestra mesa estaba situada a lado de una despedida de soltera ¿No?-le pregunto y me rió de tan sólo recordar lo que sigue.

-¡Si! Recuerdo que había una mujer como de diez años mayor, que cada vez que se paraba para ir al baño se aseguraba de que la viera.-dice y yo sólo me rió más.

-Mientras tanto, tu y yo llevábamos como cinco rondas de mojitos y margaritas.-menciono. Nunca antes había tomado, pero los nervios eran tantos que por mensaje le pedí un consejo a Jess y ella simplemente me dijo que bebiera lo que Ryan bebiera. Después de tres mojitos, mi cuerpo se había acostumbrado al alcohol y mis papilas gustativas bailaban con cada trago.Así que ya se han de imaginar lo que pasó después. O talvez no.

-Y luego de esas cinco siguieron otras cuatro. Y eso fue lo que desasto la bomba.-dice y se suelta a carcajadas.

-Estábamos tan borrachos, que yo entre al baño de hombres y tu en lugar de sentarte en nuestra mesa te equivocaste y te sentaste con la mujer mayor.-digo y no paró de reirme.

-No olvides que vomitaste en los zapatos del mesero.-dice Ryan que se ha puesto totalmente rojo.

-Y tu casi besas a la señora, pero estaba tan borracha que no pude ponerme celosa y lo unico que hice fue reirme.- le recuerdo.

-Y para rematar con broche de oro, nos sacaron del restaurante y me cobraron nuestra comida, que por cierto salió muy caro por toda esa bebida, y los zapatos del mesero, ¡ah! Y nos terminaron llevando las señoras esas a tu casa.-termina de relatar la historia. Me dedica una sonrisa y yo se la devuelvo. El punto de esta historia es que despues de todo lo que pasamos por culpa del alcohol, los dos acordamos que jamas volveriamos a beber mas que limonada con agua mineral, porque a ninguno de los dos nos gusta el refresco y la limonada es perfecta.

-Esa noche fue una de las noches mas vergonzosas que he tenido.- comento.

-Para mi fue una de las mejores, porque no parabas de reir y me encanta verte reir. Como en este momento.-me dice y una sonrisa timida se forma en mi rostro, y probablemente tambien me ruborize.- Tambien me encanta hacerte ruborizar.-dice con una sonrisa burlona. Y me ruborizo mas. Llevo cuatro años con este chico y no me acostumbro todavia a sus palabras, que, por insignificantes que sean causan un efecto sobre mi.

En ese momento llega el mesero con el agua mineral y los platillos que ordenamos y dice:

-¿Desean algo mas?

Y yo respondo:

-Si, un novio menos idiota.

El mesero sonrie y luego se aleja.

-No soy tan idiota.-me dice Ryan , pero parece mas bien una pregunta que una afirmacion.

-No, no eres tan idiota, pero eres un idiota.-le respondo.

-Soy tu idiota.-dice y me toma la mano.-¿No te has preguntado por que soy un idiota? Pues soy un idiota, por que el amor asi me ha hecho.-termina de decir y levanta mi barbilla para que lo vea a los ojos. -Ariana, me has cambiado muchísimo, pero para bien, he dicho, hecho y sentido cosas que antes creía que eran tonterías y solo para gente idiota, y se que mi yo de 17 años antes de conocerte me diría que efectivamente me estoy portando como un idiota, porque estoy enamorado. En estos cuatro años que llevo a tu lado es cuando he sentido el verdadero amor, un amor incondicional que me mantiene feliz y vivo, un amor que le da sentido a mi vida.-Necesito respirar, palabras como estas hacen que el oxigeno no llegue a mis pulmones, y que me olvide de como hablar. Palabras  así son las que hacen que nuestra relación siga en pie.
Al borde de llorar por sus palabras solo consigo decir:

-Entonces brindemos por ser idiotas, porque si estar enamorada es ser idiota, entonces ambos lo somos.

Alzamos nuestros vasos llenos de limonada con gas y luego los juntamos haciendo sonar un click.

-¿Por nuestros cuatro años juntos?-pregunto.

-Por nuestros cuatro años juntos.- responde. Y luego siento las burbujas de la limonada bajar por mi garganta.

Mi novio imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora